En el mundo de la psicología se le da una gran importancia a nuestras raíces culturas, ya que construyen nuestra forma de pensar. De hecho, uno de los aspectos que más han estudiado es la imitación de acentos. ¿Pero hay diferencias según la comunidad autónoma en la que hayamos nacido? Por ejemplo entre madrileños y gallegos.
Todo dependerá de la persona, pero el filósofo José Antonio Marina tiene su propia teoría. Él se ha centrado en los gallegos, pero al escuchar sus palabras es muy fácil establecer un paralelismo con la forma de pensar y el ritmo de vida de Madrid.
La cultura de los gallegos que se diferencia del resto de España
Si imaginamos a Madrid, quizás por ser la capital de España, nos imaginamos a gente muy centrada en el presente, acelerada y que siempre está pensando en lo que va a hacer mañana. Marina cree que en Galicia se vive con la mentalidad contraria.
Según el experto, la gran proeza de los gallegos ha sido poner nombre a dos de los sentimientos más complejos que pueden existir: «Han creado dos palabras que me llamaron mucho la atención: saudade y morriña«.
Con esto no queremos decir que los gallegos estén tristes constantemente; pero entre naturaleza, grandes bosques, nubes y lluvia es más fácil que se le dé un mayor valor a la nostalgia emocional. No sólo se trata de un tema climático, también es un pueblo marcado por el aislamiento, el vínculo con la tierra y la emigración.
Para Marina, esto sólo se podría traducir en una forma de ver el mundo introspectiva, que da mucha relevancia al vínculo emocional con su comunidad: «No es que estén siempre en esa situación, pero les ha parecido que eran un sentimiento importante y por eso han creado una palabra para designarlo».
Por qué los madrileños son tan diferentes a los gallegos
Obviamente en Galicia hay gente mucho menos nostálgica y que vive la vida con una intensidad increíble. En Madrid ocurre justo lo contrario, también hay personas muy centradas en el pasado y en recordar esos vínculos con el pueblo.
Sin embargo, el ritmo de vida y el ambiente sí que son más propensos para que la personalidad y el estado de ánimo se desarrollen de formas distintas.
Por ejemplo, en Madrid viven millones de personas por lo que es mucho más difícil conocer realmente a tus vecinos, aunque por número de gente tengas la sensación de que no paras de socializar.
En cambio en Galicia hay muchas personas que viven dispersas. Es decir, en su día a día no conocen a tanta gente, pero todos los que forman parte de su vida mantienen un gran vínculo emocional. Es decir, priman la calidad a la cantidad.
Tanto tiempo a solas también ha ayudado a que las personas se sientan menos incómodas con sus pensamientos. Por el contrario, un individuo que se haya criado en la capital de España tendrá mayor capacidad para conectar con alguien que no conozca de nada.