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En muchos entornos laborales y/o sociales en general, el silencio puede generar una incomodidad que lleva a iniciar conversaciones por pura inercia. Ante una espera en una sala de reuniones o un café entre compañeros, lo habitual es recurrir a temas seguros y neutros. Esta tendencia, que puede resultar algo molesto para las personas más inteligentes, responde a la necesidad de rellenar el vacío, más que a una voluntad auténtica de establecer conexiones.
Sin embargo, no todas las interacciones verbales aportan valor. Según Justin Bariso, escritor y asesor especializado en inteligencia emocional, el contenido y enfoque de nuestras conversaciones dicen mucho sobre nuestras habilidades sociales y profesionales. En su opinión, publicada en este portal, hay tipos de diálogo que, lejos de construir relaciones significativas, limitan el desarrollo de vínculos auténticos.
El tipo de conversación que las personas más inteligentes evitan
Bariso define como small talk a la conversación superficial que se centra en temas triviales o impersonales, como el clima, el tráfico o eventos genéricos sin profundidad. Este tipo de interacción, aunque común, carece de impacto emocional o intelectual.
Las personas más inteligentes, según el experto, tienden a evitar este recurso. No por desinterés, sino por ser conscientes de que este intercambio no contribuye a fortalecer relaciones ni a generar empatía genuina. La conversación banal no permite avanzar en el entendimiento mutuo ni deja espacio para la autenticidad.
Principales características del small talk:
- Gira en torno a temas previsibles y neutros.
- No genera vínculo emocional.
- Se emplea para rellenar el silencio, no para conocer mejor al interlocutor.
- Es fácilmente olvidable.
- Frente a esto, las personas más inteligentes apuestan por enfoques que fomentan una conexión real.
¿Cómo se pueden generar conversaciones que tengan mayor impacto para las personas más inteligentes?
Inspirándose en los principios de How to Win Friends and Influence People de Dale Carnegie, Bariso recuerda que la clave para entablar una buena conversación no está en hablar mucho, sino en saber escuchar.
Claves que utilizan las personas más inteligentes en una conversación:
- Formular preguntas abiertas que inviten al otro a hablar sobre sí mismo.
- Mostrar interés genuino por lo que el otro dice.
- Evitar interrumpir o desviar el foco hacia uno mismo.
- Adaptar el tono y ritmo a la situación y al interlocutor.
Ejemplos de preguntas con mayor potencial conversacional:
- ¿Cuál ha sido el último proyecto que te ha motivado?
- ¿Qué te gustaría aprender en los próximos meses?
- ¿Hay algo que te apasione fuera del trabajo?
Este tipo de preguntas, lejos de ser invasivas, permiten al otro compartir aspectos de su identidad que no suelen aflorar en la rutina diaria.
¿Por qué es importante buscar conversaciones que tengan contenido?
La diferencia entre una interacción significativa y una irrelevante no está tanto en la duración como en la intención. Según Bariso, los vínculos fuertes dentro de un entorno laboral no se construyen sobre frases hechas, sino sobre la voluntad de entender cómo piensan, sienten y actúan los demás.
Un estudio de la consultora Gallup (citado por el autor) refuerza esta idea: los empleados se sienten más comprometidos cuando perciben que sus superiores se interesan por ellos a nivel personal, no sólo profesional. La implicación emocional mejora la comunicación y fomenta el trabajo colaborativo.
Bariso propone un ejercicio sencillo para sustituir el small talk. Y es que en lugar de recurrir al recurso de hablar por hablar, hay que centrar el diálogo en descubrir algo nuevo del otro. Para ello, recomienda:
- Escuchar sin planear la siguiente respuesta.
- Evitar juicios o interrupciones.
- Retomar ideas compartidas para profundizar en ellas.
- Este enfoque, además de útil para el entorno laboral, resulta aplicable a contextos sociales y familiares.