Contenido
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- 1 ¿Cuál es el tipo de preguntas que formulan las personas más exitosas?
- 2 Incorporar el hábito de preguntar correctamente, algo típico de las personas más exitosas
- 3 Tormenta de preguntas en lugar de tormenta de ideas
- 4 ¿Por qué siempre es importante preguntar?
En el entorno profesional, saber hacer preguntas puede marcar la diferencia entre avanzar y estancarse. Sin embargo, muchas personas evitan cuestionar por miedo a parecer ignorantes o incompetentes. Esto no afecta a las personas más exitosas. Ellas entienden que la formulación de preguntas adecuadas no es una señal de debilidad, sino una herramienta que puede mejorar el rendimiento laboral y las relaciones profesionales.
Según Heidi Grant Halvorson, directora asociada del Motivation Science Center de la Columbia Business School, existe un sesgo psicológico conocido como ilusión de transparencia. Las personas creen que han comunicado más de lo que realmente han dicho. Por eso, confirmar la información es fundamental.
¿Cuál es el tipo de preguntas que formulan las personas más exitosas?
Uno de los aspectos que diferencia a las personas más exitosas es el tipo de preguntas que hacen. Marilee Adams, fundadora del Inquiry Institute, distingue entre dos tipos: las preguntas de aprendiz y las preguntas de juez.
Para Adams, las preguntas de aprendiz son abiertas, orientadas a la solución y fomentan la creatividad. Buscan entender, explorar opciones y encontrar oportunidades. Algunos ejemplos son los siguientes:
- ¿Qué puedo hacer para mejorar esto?
- ¿Qué necesita nuestro cliente realmente?
- ¿Cómo puedo colaborar mejor con el equipo?
Por otra parte, las preguntas de juez son cerradas, críticas y bloquean el avance. Se centran en culpas o limitaciones. Ejemplos:
- ¿Por qué siempre fallamos?
- ¿Quién ha cometido este error?
- ¿Por qué no conseguimos los resultados esperados?
La diferencia principal radica en la intención: mientras unas promueven el desarrollo, otras provocan estancamiento. Adams sostiene que sin preguntas de aprendiz, los resultados de un equipo o individuo tienden a deteriorarse con el tiempo.
Por su parte, Halvorson recomienda cerrar reuniones con frases como: «Para asegurarme de que he entendido bien…». Esta estrategia ayuda a evitar malentendidos y alinea expectativas.
Incorporar el hábito de preguntar correctamente, algo típico de las personas más exitosas
Dian Griesel, autora de FUNDaMentals, insiste en que no existen preguntas tontas cuando se trata de aprender o tomar decisiones importantes. Desde la inversión económica hasta el bienestar personal, preguntar con claridad y frecuencia evita errores costosos.
Jon Acuff, autor de Do Over, señala que preparar preguntas antes de una reunión mejora la participación activa y permite contribuir de manera significativa. Hacer preguntas mantiene la atención, ofrece claridad y genera valor inmediato en la conversación.
Este enfoque también crea una percepción positiva. Las personas que formulan preguntas con frecuencia son vistas como más inteligentes, comprometidas y con capacidad de análisis.
Tormenta de preguntas en lugar de tormenta de ideas
Hal Gregersen, director ejecutivo del MIT Leadership Center, propone una técnica distinta a la clásica lluvia de ideas. Se trata de la tormenta de preguntas, una dinámica grupal enfocada en formular al menos 50 preguntas sobre un mismo problema.
Este método no busca respuestas inmediatas, sino desbloquear nuevas perspectivas a través de la curiosidad colectiva. Alrededor de la pregunta número 25, la mayoría de los participantes se quedan sin ideas. Pero es justo ese momento el que genera las preguntas más valiosas.
Esta práctica puede integrarse en equipos de trabajo como una herramienta para replantear problemas complejos. Según Gregersen, se trata de encontrar las preguntas correctas que lleven a las respuestas más efectivas.
¿Por qué siempre es importante preguntar?
En el ámbito corporativo, asumir que se ha comprendido todo puede derivar en errores evitables. Por eso, las personas más exitosas adoptan el hábito de verificar la información antes de cerrar una conversación. La técnica consiste en resumir lo escuchado y confirmarlo con la otra persona.
Este gesto simple ayuda a eliminar ambigüedades. Además, demuestra atención al detalle y compromiso con la precisión. Según Halvorson, este enfoque mejora el rendimiento individual y colectivo, y evita conflictos innecesarios.