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Hay términos que designan a ciertas ramas de la ciencia que no son tan comunes como otras y por eso, al oírlos, no acabamos de relacionarlos con ellas. Igual te preguntas qué es la etología y cuál es su objeto de estudio. En general, cuando hablamos de ese concepto nos referimos a que la etología consiste en el estudio del comportamiento animal. Pero, como puedes suponer, contempla múltiples actividades.
¿Qué estudia específicamente la etología?
En concreto, quienes se dedican a esta materia profundizan en los aspectos del comportamiento animal como su comunicación, su apareamiento, su migración o incluso su depredación. Es decir, todo lo que los animales hacen a lo largo de su vida.
No sólo estudian estas cuestiones sino que intentan hacerlo en entornos naturales, donde la interacción entre las diversas especies es más natural y no se ve alterada por la acción del ser humano. Como cualquier otra ciencia, sus avances son lentos pero constantes. Y eso nos ha permitido saber más de los animales y conocer por qué se comportan como lo hacen dentro de su hábitat.
Luego, se puede hacer una distinción entre dos asuntos que hacen al comportamiento animal pero que son claramente diferenciables para los profesionales. Tenemos por un lado el comportamiento animal sujeto al instinto, y por otro lado el comportamiento animal que responde al aprendizaje a lo largo de la vida. Partiendo de allí la etología incluye subciencias o campos tan variados como la neuroetología y la psicología evolutiva de los animales, entre muchas otras.
¿Por qué existe la etología?
Esta ciencia es útil por más de un motivo. La principal razón es, claramente, la intención de entender a los animales y su comportamiento instintivo o aprendido. Pero con el paso del tiempo han aparecido otras motivaciones, como el interés por conservar las especies y ya no sólo por comprender por qué se comportan como lo hacen.
La preservación de algunas especies animales tiene que ver con el cuidado de los ecosistemas para los cuales son importantes. Otras son indispensables para el desarrollo de ciencias complementarias, como la medicina biológica. Más de una especie es clave para proteger nuestra salud.
¿Cuál es el origen de la etología?
El concepto de etología proviene del biólogo austriaco Konrad Lorenz, quien en la década de los años 30, hace casi un siglo, inició sus estudios sobre el comportamiento de los animales. La mayoría de sus investigaciones e informes fueron publicados en colaboración con el zoólogo holandés Nikolaas Tinbergen y el insectólogo alemán Karl von Frisch, por lo que en cierta medida todos ellos son «los padres de la etología».
Fueron los responsables de los primeros abordajes científicos del comportamiento animal. Estudiaron animales como las gaviotas y las abejas, de las cuales obtuvieron varias de sus conclusiones.
De hecho, Lorenz Tinbergen y von Frisch no sólo siguen siendo una referencia ineludible en los escritos sobre etología, sino que recibieron juntos el Premio Nobel de Fisiología o Medicina en 1973 «por sus descubrimientos sobre la organización y la obtención de patrones de comportamiento individuales y sociales».
La etología en la actualidad
Hoy en día, la etología se ha diversificado en una gran cantidad de temas de investigación y, a menudo, se complementa con otros campos de la biología como la genética, la neurología, la epigenética, etc., para obtener una lectura más profunda de cómo el comportamiento animal se ve afectado por determinados factores. Casi siempre, los estudios se orientan a la asociación entre entorno, hombre y animal, pero hay excepciones en las que «no participamos».
La metodología actual de la etología apunta a someter a un animal, o un grupo de animales, a estímulos en contextos de laboratorio o de naturaleza. Observando las respuestas a esos estímulos, procuran interpretar por qué los animales hacen lo que hacen.
Uno de los problemas de esta ciencia es que difícilmente puedan replicarse las condiciones de la naturaleza al 100% en el laboratorio. La recreación o simulación de esas condiciones, es por tanto, un reto que deben afrontar los etólogos. La «perturbación humana» es un factor más que debe considerarse como un sesgo científico al realizar estas investigaciones.
Recientemente, el uso de robots y drones ha permitido progresar en la observación del comportamiento animal in situ. Hay muestras de que utilizar robots para acercarse a los pingüinos salvajes provocaba respuestas de estrés significativamente más bajas en comparación con cuando se les acercaban los humanos. Hasta se han diseñado robots similares a los animales que se estudian. Esa semejanza los hace menos ofensivos y hasta despierta estímulos genuinos.
Con tanta innovación tecnológica, es complicado predecir cuál será el futuro de la etología y cuánto más descubriremos de los animales y su comportamiento dentro de algunos años. Pero sí hay algo seguro: cuanto más sepamos de ellos, será siempre mejor para los animales como para nosotros mismos y su relación con ellos.