Si una persona es capaz de quedarse dormida en el sofá tiene estas características, según los psicólogos

Hábitos

Si una persona es capaz de quedarse dormida en el sofá tiene estas características, según los psicólogos

Los hábitos diarios suelen generar cansancio y pereza, lo que lleva a que muchas personas tengan la costumbre de acostarse en el sofá al llegar a casa y, sin quererlo, caer en un sueño profundo antes de ir a la cama. Si bien se asocia con síntomas de agotamiento, diversos psicólogos e instituciones desarrollan cómo son los que se quedan dormidos en el sofá. En este sentido, se asocia a rasgos de personalidad, formas de gestionar el estrés e inclusive patrones emocionales más complejos. Por lo general, dormirse en el sofá es una señal de agotamiento físico. Sin embargo, en muchos casos refleja un modo inconsciente de buscar refugio, desconectarse y evitar ciertas responsabilidades.

Muchas personas tienen la costumbre de dormir fuera de la cama y esta actitud, si se repite, puede ser una expresión de cómo vive la persona su rutina diaria, cómo regula las emociones y cómo se vincula con su entorno. El sofá adquiere una posición clave en el hogar como espacio de descanso, pero también es un elemento que favorece la actividad social. La cama representa la intimidad, el descanso planificado y la transición al sueño como parte de un hábito más estructurado. Por lo tanto, quienes se quedan dormidos en el sillón pueden ser personas que planifican menos, posponen decisiones o atraviesan cierto nivel de estrés que no logran canalizar de modo adecuado. Según la Sociedad Española de Sueño, muchos adultos duermen mal por causas fisiológicas, por hábitos inadecuados y una mala higiene del sueño, entre los que figura dormir en espacios poco preparados para el descanso.

Cómo son aquellos que se duermen en el sofá

Las personas multitarea y sus dificultades para desconectar

Uno de los rasgos más frecuentes entre quienes se duermen en el sofá es el de ser personas multitarea. «Se trata de individuos que viven intensamente el día, con numerosas responsabilidades o actividades simultáneas, y que al llegar la noche se sienten mentalmente agotados, pero no logran desconectar», dice la Sociedad Española de Sueño.

Según el Instituto Europeo de Psicología Positiva, muchas personas multitarea tienen dificultades para concluir el día de manera relajada. Por eso, se quedan dormidas frente al televisor o revisando el móvil, como si el cuerpo las obligara a frenar.

Es frecuente que esta personalidad se asocie a individuos con altos niveles de autoexigencia. Por lo tanto, cuando una persona se exige demasiado y no se permite descansar conscientemente, el cuerpo termina encontrando una válvula de escape. «Dormirse en el sofá representa, en esos casos, una desconexión que sustituye una rutina de descanso saludable y planificada», comentan desde el instituto.

La tendencia a la soledad y la necesidad de contención emocional

Otro rasgo que puede caracterizar a quienes se duermen en el sofá de forma habitual es la tendencia a la soledad. Las personas que viven solas o experimentan sentimientos de aislamiento emocional pueden convertir esta zona en su principal refugio.

El Departamento de Psicología de la Universidad de Cambridge explica que, en contextos de soledad persistente, las personas suelen modificar sus rutinas para compensar la falta de vínculos afectivos. De esa manera, generan nuevos «rituales» que nos dan una falsa sensación de compañía o estructura.

Al dormirse en el sofá, se elige una forma inconsciente de evitar irse hacia un dormitorio vacío. En ese sentido, el sofá funciona como un puente entre el día y la noche, un espacio que interrumpe el silencio del hogar y minimiza el peso de la soledad.

Sin embargo, esta conducta también puede estar asociada a síntomas de ansiedad o de insatisfacción personal, y en algunos casos puede evolucionar hacia trastornos del sueño más severos.

La gestión del tiempo y la decisión de evitar responsabilidades

Las personas que se quedan dormidas en el sofá también presentan una tendencia a evitar sus responsabilidades. Dicha conducta puede vincularse con la procrastinación o con la dificultad para gestionar los ritmos diarios.

En lugar de ejecutar las tareas de orden e higiene como ducharse, preparar la ropa del día siguiente o apagar las luces, hay personas que se entregan al descanso inmediato y posponen las responsabilidades.

Según la Asociación Española de Psicología Conductual, este comportamiento es una forma de evitación cognitiva. «Se evita conscientemente una tarea o situación que genera incomodidad o aburrimiento, aunque sea parte del autocuidado».

Cuando una persona se duerme en el sillón, pierde el límite entre el día y la noche, afectando negativamente su ritmo circadiano. «El sueño es más fragmentado, menos reparador y hay una sensación de fatiga acumulada», dicen desde la Sociedad Española del Sueño.

¿Qué pasa si dormir en el sofá se vuelve un hábito?

Si una persona duerme en el sofá ocasionalmente no representa un problema conductual y psicológico grave. Sin embargo, si se vuelve una práctica recurrente que sustituye  dormir en la cama, conviene prestar atención al contexto emocional que la rodea.

El Instituto Nacional del Sueño de Estados Unidos destaca la importancia de mantener una higiene del sueño adecuada. Esto es dormir en la cama, con horarios regulares y en un entorno preparado para el descanso.

 

 

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