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Cumplir 70 marca una etapa curiosa. Para unos, representa cierta calma, incluso satisfacción. Para otros, en cambio, puede traer una sensación difícil de borrar: soledad, ansiedad, tristeza. La jubilación, la pérdida de seres queridos, la distancia de los hijos o amigos, y el cambio en la rutina diaria no son fáciles de encajar. La autonomía disminuye, el entorno se limita y muchas veces, el ánimo decae.
En ese punto, lo primero es entender que no es raro sentirse así, pero también es esencial dar un paso. Y aunque hay muchas opciones, hay una que puede ser clave para que las personas mayores se sientan verdaderamente valoradas.
¿Cuál es la mejor actividad para que los mayores de 70 años se sientan valorados?
Hay una actividad que destaca no sólo por sus beneficios emocionales, sino porque construye algo más profundo: un puente entre generaciones. Estos son los talleres intergeneracionales.
Estos espacios reúnen a jóvenes y mayores en torno a actividades que mezclan aprendizaje, creatividad y convivencia. Pintar juntos, cocinar recetas familiares, compartir historias, enseñar a coser o simplemente leer en voz alta.
En estos talleres no hace falta que sea una gran producción, lo que importa es que los mayores recuperan protagonismo, se sienten escuchados, mirados, importantes. Los jóvenes, por su parte, descubren un mundo de sabiduría que no está en internet.
Lo que sorprende de este tipo de talleres es cómo cambian el ánimo. La gente mayor deja de sentirse una carga, pues recibe preguntas, da consejos, enseña algo que sabe hacer desde hace años, eso es valioso y hace que el autoestima se refuerce.
Algunos ejemplos de talleres para mayores de 70 años
Hay muchas formas de poner en marcha un taller intergeneracional. En algunos barrios ya funcionan en centros de día, bibliotecas o colegios. Otros surgen de manera más espontánea, entre vecinos o familias.
Uno de los más populares es el taller de cocina tradicional, donde los mayores enseñan a preparar platos que ya casi nadie cocina en casa. También están los talleres de arte: pintura, cerámica, bordado, fotografía…
También funcionan bien los clubes de lectura compartida, donde cada generación aporta su mirada, o las sesiones de juegos de mesa, que más allá del entretenimiento, estimulan la mente y las conversaciones. Incluso se están organizando talleres de música y canto, que no sólo generan vínculos, sino que despiertan recuerdos y emociones.
Lo primero es informarse. Muchos centros de mayores ya están conectados con redes intergeneracionales. También las bibliotecas, centros cívicos o incluso escuelas. Si no encuentras nada cerca, no hace falta esperar, se puede organizar algo sencillo con amigos, familiares o vecinos.
Lo esencial es entender que estos talleres no son un pasatiempo, sino que son una forma de recuperar el valor personal y social de quienes han vivido mucho y aún tienen mucho que dar. A veces, una conversación inesperada, una risa compartida o una historia bien contada puede cambiar el día, o incluso la forma de verse a uno mismo.