Ni paseos ni redes: el consejo del gobierno de EE. UU. para que los mayores de 65 años eviten el aislamiento

Aunque no es para todo el mundo, puede ser una de esas decisiones que aportan tranquilidad, alegría y un poco de orden en la rutina diaria

Mujer, aislamiento, soledad

Recreación de una mujer sentada.

Según va pasando el tiempo, la rutina cambia. Lo que antes eran tardes con compañeros de trabajo o cenas improvisadas, ahora puede ser un té en el salón y una película antes de las siete. Eso no es un problema, forma parte de la vida, pero lo complicado llega cuando esa rutina se vuelve lo único y entonces aparece el aislamiento.

A partir de los 65 años, quedarse demasiado tiempo solo no es un detalle menor. Puede que no se note al principio, pero pasa factura, tanto mental como físicamente. Por eso, un organismo oficial del gobierno de Estados Unidos (el National Institute on Aging) ha empezado a dar una serie de recomendaciones claras: pequeñas decisiones que pueden marcar una diferencia en el bienestar de los mayores.

Este es el consejo que dan los expertos para evitar el aislamiento social a los 65 años

Una de las propuestas más comentadas es sencilla y muy poderosa: adoptar una mascota, siempre que se pueda cuidar bien. La compañía de un animal puede cambiar por completo el día a día de una persona que vive sola.

Tener un perro o un gato (incluso un periquito o un hámster) implica tener alguien a quien cuidar, alguien que espera algo de ti cada día. Esa sensación de ser necesario, de tener una rutina que no depende sólo de uno mismo, aporta estructura, propósito y, muchas veces, alegría.

Además, las mascotas actúan como puente. Pasear con un perro abre la puerta a charlas en la calle, con otros vecinos o paseantes. Son vínculos pequeños, pero vínculos al fin y al cabo. El contacto humano no desaparece, se transforma.

También hay beneficios claros para la salud mental: reduce el estrés, alivia la ansiedad, e incluso mejora el estado de ánimo en personas con depresión leve. No hay magia detrás, simplemente el efecto tranquilizador de una presencia constante que no juzga y que siempre está ahí.

Pero claro, adoptar no es una decisión que se toma a la ligera. Requiere compromiso, cuidados básicos y una adaptación tanto del animal como del entorno. Pero si las condiciones se dan, puede ser una de las mejores decisiones para combatir la soledad sin tener que cambiar de casa ni de ciudad.

Cómo afecta el aislamiento social

Quienes viven aislados o se sienten solos de forma habitual lo pagan en salud. Estas personas tienen más riesgo de acabar en urgencias, de ser ingresados en residencias, y también más probabilidad de desarrollar enfermedades graves.

La lista de consecuencias es larga: hipertensión, problemas cardíacos, obesidad, ansiedad, depresión, deterioro cognitivo, y demencias como el Alzheimer. No son simples molestias, son señales de alerta que el cuerpo va encendiendo cuando falta el contacto humano, el vínculo, la conversación.

Además, quien se siente solo suele moverse menos, duerme peor, bebe más y fuma con más frecuencia. El dolor emocional no se ve, pero actúa como el físico, pues genera inflamación, debilita el sistema inmune, y deja al cuerpo más expuesto a todo.

El silencio prolongado, la falta de interacción, acaban afectando la capacidad para hacer cosas tan básicas como cocinar, tomar la medicación o simplemente recordar una cita importante.

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