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Según van pasando los años, la rutina cambia sin que uno se dé cuenta. Ya no va de llenar los fines de semana con planes, reuniones con amigos o noches eternas. A estas alturas suele apetecer otra cosa: calma, un ritmo más suave y un espacio propio que permita tranquilidad. Sin embargo, a partir de los 70 años la soledad constante pasa a ser un peligro real.
Aunque muchas familias creen que solucionan el problema con más llamadas o un regalo, la realidad va por otro camino. Los cuidadores que trabajan a diario con mayores aseguran que no basta con estar «pendientes», porque lo que de verdad marca la diferencia suele ser algo que casi nunca se tiene en mente por puro desconocimiento.
Este es el sencillo consejo de los cuidadores para que los mayores de 70 años eviten la soledad
Según Aiudo, empresa especializada en la selección y gestión de cuidadores profesionales a domicilio, la mejor forma de que un mayor de 70 años mantenga la soledad lejos consiste en hacer un viaje al año con él. Suena muy simple, pero funciona.
No hace falta cruzar el océano ni planear una aventura imposible, puede ser un trayecto corto, incluso un fin de semana a una ciudad cercana o a una zona tranquila junto al mar. Unas horas en tren o en coche cambian más cosas de las que uno cree.
Un viaje rompe la inercia sin exigir demasiado. Levanta el ánimo, ofrece escenas nuevas y coloca a la persona en un contexto donde la conversación sale sola. Unos pocos días bastan. Y, si bien conviene organizarlo con tiempo, no hace falta hacer muchas actividades turísticas, lo esencial es moverse juntos.
Los beneficios de viajar a los 70 años de edad
Viajar a los 70 años abre puertas que la rutina mantiene cerradas. La primera es social. Estar fuera del entorno habitual facilita una mayor conexión con otros que no se puede conseguir a través de una llamada telefónica.
También desaparece la monotonía. Al final, cambiar de sitio reduce el estrés, baja la ansiedad y limpia la cabeza. Basta con pasear por un lugar distinto para notar que la mente se activa y se vuelve más ágil. Lo mismo ocurre con la autoestima: salir, enfrentarse a pequeños retos cotidianos y desenvolverse en otro entorno refuerza la confianza.
Además está la parte física. Un viaje obliga a moverse un poco más, subir unas cuantas escaleras, caminar por calles nuevas. Nada extremo, pero suficiente para mejorar la circulación y la resistencia.
Cuáles son los principales peligros de la soledad en adultos mayores de 70 años
La soledad no deseada golpea de forma silenciosa. Afecta al estado de ánimo, hunde la autoestima y alimenta la depresión y la ansiedad. La mente se resiente y la memoria se vuelve más frágil. A largo plazo acelera procesos como el deterioro cognitivo e incluso enfermedades neurodegenerativas.
El aislamiento aumenta la presión arterial, eleva el riesgo de ictus o infartos y debilita el sistema inmunitario. Cuando una persona mayor vive sola y pasa demasiadas horas sin compañía, descuida su alimentación, pierde fuerza, sufre más caídas y tarda más en recuperarse.
La OMS lleva años advirtiendo que la soledad mata antes de tiempo. Por eso un viaje al año deja de ser un capricho y se convierte en una herramienta real para proteger la salud.
