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A los 70 es común que el sentimiento sea de desgana, aburrimiento o incluso pereza. Pero la vida sigue, todo va delante. Los cambios de ánimo se notan: afectan a la memoria, y la concentración, e incluso la paciencia.
En ese momento no hay que quedarse sentado sin hacer nada, sino buscar actividades sociales que impulsen la mejora, que contrarresten esos efectos. Y hay una en particular que da alegría, conecta con lo más humano y resulta muy positiva para la salud: jugar con los nietos.
Jugar con los nietos no es un simple pasatiempo, sino que es medicina emocional, física y mental. No hace falta planearlo, ni apuntarse a un curso, basta con estar, con participar, con poner atención real. Un abuelo o una abuela que se sienta en el suelo, que cuenta historias, que se inventa un juego, está haciendo mucho más de lo que parece.
Ese vínculo intergeneracional es un regalo para ambas partes. Mientras los nietos se sienten escuchados, cuidados y valorados, los mayores redescubren la ilusión, la risa y el placer de jugar sin presión. Recobran energía. Vuelven a sentirse útiles.
Según un estudio de Boston College, los abuelos que mantienen un contacto frecuente y emocional con sus nietos presentan menos síntomas de depresión y una mayor percepción de bienestar. Durante dos décadas, los investigadores siguieron a más de 300 parejas de abuelos y nietos y descubrieron que la relación cercana (ese apoyo mutuo, las visitas regulares, el tiempo compartido) tenía un efecto protector sobre la salud mental de los mayores.
¿Por qué es tan beneficioso jugar con los nietos?
Jugar al escondite, a la pelota o simplemente caminar por el parque buscando hojas de colores ya activa el sistema cardiovascular, mejora el equilibrio, estimula la agilidad mental y despierta la atención plena.
Además, aunque no se busque hacer ejercicio, se hace. Los juegos implican desplazarse, moverse, cambiar de postura. Todo mientras se construye una relación real. El tiempo compartido no es de pantalla ni de deberes. Es de piel, de voz, de mirada. Y eso deja huella.
En este momento, los abuelos no sólo hablan y ya, sino que transmiten valores, historias, una forma de ver el mundo. Y los niños lo absorben con admiración.
¿A qué pueden jugar abuelos y nietos sin agotarse?
Todo depende de la energía del momento y del estado físico de cada uno, pero lo cierto es que hay muchas formas de jugar sin necesidad de grandes esfuerzos.
- Juegos clásicos: Desde la comba al escondite, pasando por las chapas o la rayuela. Son juegos que los abuelos conocen bien y que encantan a los niños.
- Manualidades y plastilina casera: Amasar, modelar, inventar formas. Además de divertido, es terapéutico.
- Retos modernos: Como el desafío de la botella, donde abuelos y nietos compiten a ver quién logra hacerla caer de pie.
- Caminar juntos: Pasear sin prisa, con una charla de fondo o inventando juegos por el camino.
- Colorear o mirar álbumes antiguos: Actividades tranquilas que fortalecen la memoria y generan conversaciones entrañables.