Es comúnmente reconocido que el sedentarismo es malo, y a una edad elevada aún más. Hay un riesgo mayor de desarrollar enfermedades crónicas, perder masa muscular y resistencia, y un aumento de fragilidad física. Todo eso se traduce en una vida menos independiente donde cada paso debe ser vigilado.
Para evitarlo, hay actividades sociales mejores que salir a andar o hacer pesas en el gimnasio que pueden realmente hacer feliz a las personas mientras lo hacen. No hay que esforzarse mucho, sólo estar dispuesto a disfrutar.
Esta es la actividad para mayores de 60 que ayuda a combatir el sedentarismo
La actividad social recomendada que puede marcar la diferencia se llama canoterapia, o lo que es lo mismo, terapia asistida con perros. Esta es una intervención llevada a cabo por profesionales de la salud en colaboración con animales entrenados desde pequeños para acompañar y estimular a personas en situaciones de vulnerabilidad.
La práctica es muy sencilla, se basa en establecer un vínculo emocional entre un perro y una persona para que esta última recupere movilidad, alegría o incluso memoria.
Las maneras de hacerlo varían. Puede ser una sesión grupal en una residencia, un paseo tranquilo por el jardín de día o incluso una visita puntual si algún vecino va con su mascota.
Eso sí, debe ser un animal con buen temperamento, capaz de estar en contacto directo con personas mayores sin generar agitación. Un perro que inspire confianza, que se deje acariciar y que no se incomode ante una mano temblorosa o un gesto lento.
¿Cuáles son los beneficios reales de esta actividad social?
La canoterapia no es sólo compañía, sino que tiene numerosos beneficios que siempre llaman la atención. En lo físico, aumenta la movilidad, ayuda a mantener la coordinación y anima a moverse, aunque sea por el simple hecho de acompañar al perro unos pasos. A menudo, eso basta para romper con la rutina sedentaria.
En el plano emocional, muchos mayores experimentan un cambio de humor desde el mismo momento en que saben que ese día «vienen los perros». La presencia del animal crea motivación, despierta sonrisas dormidas y alivia estados de apatía.
Además, el contacto con los perros estimula la liberación de oxitocina, una hormona que ayuda a relajarse, reduce la presión arterial y mejora el estado de ánimo sin necesidad de fármacos.
Socialmente, el animal se convierte en puente. Hablar de él, jugar juntos, compartir una actividad rompe el hielo entre residentes que a veces pasan horas sin dirigirse la palabra. El perro invita a participar sin forzar.
Cognitivamente, también hay efectos visibles. Recordar cómo se peina al perro, hablar de mascotas del pasado, seguir con atención una indicación del adiestrador… Todo suma para mantener activa la mente, despertar recuerdos y trabajar la concentración.
Lo mejor de todo es que la canoterapia no exige esfuerzos sobrehumanos ni requiere habilidades especiales. Sólo hace falta dejarse acompañar, abrirse a la experiencia y conectar con ese animal que, sin hablar, consigue mucho más que algunas palabras.