Para muchos abuelos, recoger a sus nietos del colegio es más que una tarea cotidiana; es una muestra de cariño que fortalece los lazos familiares. Sin embargo, esta responsabilidad, que a simple vista parece inofensiva, puede traer consigo desafíos que impactan el bienestar de los mayores y la relación entre generaciones.
El impacto psicológico de que los abuelos recojan a sus nietos
El vínculo entre abuelos y nietos es único y muchas veces lleno de amor incondicional. Sin embargo, los especialistas en psicología advierten que esta relación puede tornarse problemática cuando los mayores asumen responsabilidades que exceden sus capacidades físicas y emocionales.
Recoger a los nietos del colegio, aunque parezca una tarea simple, puede desencadenar un fenómeno conocido como «carga del cuidador». Este término, ampliamente estudiado en psicología, describe el agotamiento mental y físico que afecta a quienes cuidan de otros.
Según la psicóloga María Magdalena Orosan, «es esencial que los abuelos definan sus propios límites y así se lo expongan a sus hijos, para que ambas partes sean conscientes de lo que es conveniente hacer, haya buena comunicación y tranquilidad».
Cuando los abuelos participan en el cuidado diario de sus nietos, destinando varias horas al día a estas actividades. Si bien esto fomenta una vida más activa, los expertos advierten que, cuando la ayuda se vuelve una obligación constante, puede aumentar los niveles de ansiedad y estrés en los mayores.
Según un informe del Imserso recogido por la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), la mitad de los abuelos atiende a los nietos prácticamente a diario y un 45% lo hace casi semanalmente.
La delgada línea entre el apoyo y el agotamiento de los abuelos a sus nietos
El cuidado de los nietos no es siempre un acto positivo. La psicología señala que el problema surge cuando los abuelos no establecen límites claros con sus hijos. La sobrecarga emocional y física no sólo afecta su salud mental, sino que también puede repercutir en su esperanza de vida.
Según la psicóloga Júlia Pascual, «es fundamental que los abuelos decidan voluntariamente su implicación y no se sientan obligados, ya que esta percepción puede generar tensiones familiares y afectar la relación entre generaciones».
Un concepto que ha ganado relevancia es el «síndrome de la abuela esclava«. Este término, acuñado por el cardiólogo Antonio Guijarro, se refiere a mujeres mayores que, tras una vida dedicada a su familia, asumen el rol de cuidadoras a tiempo completo. Guijarro explica que este síndrome surge en perfiles de mujeres adultas, amas de casa, que se sienten sobrepasadas por un volumen excesivo de tareas domésticas y familiares.
Para prevenir estos efectos, los expertos recomiendan que los abuelos hablen abiertamente con sus hijos sobre sus límites y necesidades. Compartir las responsabilidades del cuidado, incluso utilizando servicios profesionales, puede marcar una diferencia significativa.
Además, los psicólogos sugieren que los mayores se dediquen tiempo a sí mismos, manteniendo sus actividades sociales y personales.
Aunque cuidar de los nietos fortalece los lazos familiares, es esencial que los abuelos no ignoren su bienestar físico y emocional. Reconocer las señales de agotamiento, establecer límites y buscar apoyo cuando sea necesario puede garantizar que esta relación se mantenga enriquecedora para ambas partes. El amor de los abuelos es invaluable, pero su salud y felicidad también deben ser una prioridad.