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Kelsey Mora, especialista en desarrollo infantil y terapeuta, trabajó con miles de niños y familias enfrentando situaciones de enfermedad, trauma y pérdida. A partir de su experiencia, ha identificado patrones en la comunicación de los niños con alta inteligencia emocional.
En el desarrollo infantil, la inteligencia emocional desempeña un papel fundamental en la capacidad de los niños para afrontar los desafíos cotidianos. No se trata de evitar el estrés o las emociones negativas, sino de gestionar y regular las propias emociones de manera efectiva. A lo largo de los años, la observación de niños en entornos de alta demanda emocional permitió identificar ciertos patrones de comunicación que reflejan un alto nivel de inteligencia emocional.
Las 4 frases que usan mayormente los niños con alta inteligencia emocional
Los niños que desarrollan habilidades emocionales avanzadas identifican sus propios sentimientos mientras son capaces de empatizar con los demás y regular su respuesta ante situaciones de estrés o frustración. Estas capacidades se reflejan en su lenguaje y en las expresiones que utilizan para comunicarse. Existen ciertas frases que, de manera recurrente, son empleadas por niños con una alta inteligencia emocional.
1. «Está bien estar triste»
Los niños con una buena gestión emocional comprenden que todas las emociones son válidas. Han aprendido que sentir tristeza, rabia o frustración forma parte de la experiencia humana y que estas emociones no deben ser reprimidas.
Esta comprensión suele provenir de entornos en los que los adultos han validado sus emociones, permitiendo que las expresen sin juicios. Además, han aprendido que también es posible experimentar momentos de alegría o tranquilidad incluso en medio de situaciones difíciles.
2. «Necesito un poco de espacio»
El autocontrol y la autorregulación son elementos clave de la inteligencia emocional. Los niños que han desarrollado estas habilidades pueden identificar las señales de su propio estrés, como pensamientos acelerados, tensión muscular o sensación de opresión en el estómago. En respuesta, expresan su necesidad de tomar distancia antes de reaccionar impulsivamente.
Algunos niños pueden recurrir a espacios seguros dentro del hogar o del colegio donde puedan calmarse y utilizar estrategias de autorregulación, como la respiración profunda. Esta capacidad no surge de manera espontánea, sino que se adquiere a través de la observación de adultos que modelan hábitos de autocontrol emocional y comunicación abierta.
3. «¿Estás bien?»
El desarrollo de la empatía es otra señal de alta inteligencia emocional. Un niño que pregunta a otros sobre su estado emocional ha aprendido a reconocer señales de malestar en los demás y comprende que cada persona maneja sus sentimientos de manera diferente.
Estos niños pueden ser los primeros en identificar que un amigo necesita consuelo o espacio, y entienden que ambas respuestas son igualmente válidas. La capacidad de escuchar, respetar y validar las emociones ajenas es una característica recurrente en aquellos con una elevada inteligencia emocional.
4. «No me gusta…»
Los niños con habilidades desarrolladas en comunicación emocional saben expresar sus límites de manera clara. Han aprendido a comunicar lo que les incomoda o lo que necesitan sin caer en la agresividad o la pasividad.
Frases como:
- «No me gusta que cojas mis cosas sin pedirlas.»
- «No quiero hablar de esto ahora.»
- «No creo que eso sea gracioso.»
Estas expresiones reflejan la capacidad de los niños para defender sus propios intereses respetando al mismo tiempo los de los demás. Del mismo modo, también reconocen y respetan los límites de sus compañeros y familiares.
El papel del entorno en la inteligencia emocional
El desarrollo de la inteligencia emocional en la infancia no es innato, sino que se cultiva a través de la interacción con los adultos. La manera en que padres, docentes y cuidadores gestionan sus propias emociones y validan las de los niños tiene un impacto directo en la adquisición de estas habilidades.
Crear un entorno en el que las emociones sean aceptadas y donde se fomente el diálogo abierto permite que los niños internalicen estrategias efectivas de regulación emocional. De esta manera, aprenden no solo a comprender sus propios sentimientos, sino también a interactuar con los demás de forma empática y respetuosa.