Contenido
- 0.1 Qué significa que una persona camine mientras mira al suelo, según la psicología
- 0.2 Ni cine ni teatro: la actividad social recomendada para que los mayores de 60 mantengan la memoria activa
- 0.3 Ni manías ni rabietas: los expertos dicen que si tu hijo hace esto en casa, es señal de que necesita ir al psicólogo
- 1 La psicología explica el gran error que cometen los padres durante la crianza de sus hijos
- 2 Las consecuencias emocionales de una educación basada en el perfeccionismo
- 3 ¿Qué deben hacer los padres en vez de exigir a sus hijos que sean perfectos?
La crianza de los hijos es el reto más bonito y estimulante pero también el más complicado. Es habitual que los padres, a pesar de tener buenas intenciones, cometan errores que puedan afectar a la salud emocional de los niños.
Uno de los errores que más afecta en el desarrollo emocional de los hijos, según la psicología, es la exigencia desmedida por parte de los padres. Pretender que los niños alcancen la perfección en todo les pone una presión sobre los hombros que puede acarrear problemas a corto y largo plazo.
Para un padre, saber cuándo está pidiéndole demasiado a su hijo puede resultar confuso. Estas son algunas de las claves que dan los psicólogos para no sobrepasarse en la crianza de un niño.
La psicología explica el gran error que cometen los padres durante la crianza de sus hijos
Una cosa es pedir a los hijos que se esfuercen en todo lo que hagan, y otra bien distinta es exigirles la perfección absoluta en cada una de sus actividades.
La psicología señala esta última actitud como uno de los principales errores que cometen los padres y que afecta a la salud emocional de los niños en su crecimiento.
Equivocarse es una parte fundamental del desarrollo de los hijos. En cambio, cuando los padres transmiten la idea de que el error es inadmisible, se genera un miedo al fracaso y, en lugar de aprender, los niños se enfocan en no equivocarse.
Las consecuencias emocionales de una educación basada en el perfeccionismo
Cuando los padres no se contentan con nada que no sea perfecto en la educación de sus hijos, se acaba creando un clima en el que el niño percibe que el amor de sus padres va condicionado a su propio rendimiento.
Crecer bajo la presión de la exigencia extrema hace que el niño sienta que su valor está condicionado al éxito, y esto provoca que se vuelva dependiente de la validación externa.
A largo plazo, los efectos de una educación así son notorios. Muchos niños sometidos a un excesivo perfeccionismo en su casa acaban desarrollando una autoexigencia tóxica y experimentando todo tipo de inseguridades en la vida adulta.
En el peor de los casos, una educación basada en la exigencia y la presión puede llevar al rechazo de uno mismo y al desarrollo de trastornos como los obsesivo-compulsivos, la ansiedad y otras fobias sociales.
¿Qué deben hacer los padres en vez de exigir a sus hijos que sean perfectos?
Evitar la exigencia extrema hacia los niños no quiere decir que no deba haber normas en la educación. Por ello, lo ideal es una educación basada en el esfuerzo. Así el niño comprende que lo importante es dar lo mejor de sí mismo, no necesariamente ser el mejor en todo.
Para los padres, también es fundamental validar las emociones de sus niños. La frustración, los errores y la confusión son atributos muy humanos, y en lugar de negarlos hay que aprender a gestionarlos.
A la larga, los padres agradecerán no haber sometido a sus hijos a una presión insostenible en la infancia; los lazos paternofiliales serán mucho más sólidos y duraderos.