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Casi todos los españoles compran algún décimo de la Lotería de Navidad. Incluso las personas que no juegan en su día a día se dejan caer en estas fechas por alguna administración. La psicología ha querido estudiar el fenómeno y por qué ocurre esto.
Por supuesto, hay un factor que destaca por encima del resto y que seguro que ya conoces: el miedo. Como ocurría en el anuncio de la Lotería de hace unos años, nos da terror pensar que toque en nuestro trabajo, a la familia, en nuestro bar de confianza y que justo nosotros no llevemos un décimo.
Aunque creamos que sólo lo hacemos por tradición o por la mera ilusión navideña, la realidad es que los psicólogos han encontrado varias explicaciones. Descubre cuál se ajusta mejor a tu caso.
Algunos estudios creen que las personas más inteligentes a nivel emocional juegan menos a la Lotería de Navidad. Sin embargo, casi todos los españoles acaban comprando aunque sea una participación.
Por ello, la falsa ilusión de que podemos controlar eventos aleatorios juega en nuestra contra. En ese sentido, la superstición tiene un papel clave. Por ejemplo, las personas que eligen números basados en fechas significativas o recurren a rituales como pasar el décimo por una calva o por la chepa.
Hay que recordar que todos los números tienen la misma probabilidad de salir. La administración donde lo hayas comprado, las veces que su terminación ha sido premiada en el pasado u otras casualidades no tienen influencia en el ganador del Gordo.
La participación en la Lotería de Navidad también está influenciada por factores sociales. Compartir décimos con familiares, amigos o compañeros de trabajo refuerza los lazos sociales y crea un sentido de pertenencia.
Pero no nos engañemos, en este sentido lo más relevante es lo que los ingleses definen como fear of missing out. Dicho en otras palabras, el terror que te produce imaginar a tu cuñado celebrando el Gordo mientras tú no has visto un euro; o al compañero de oficina que tanto odias contándote que ha pagado la hipoteca gracias al tercer premio.
Además de estos factores, hay otros elementos que acaban provocando que decidamos comprar al menos un décimo:
- Sesgo de disponibilidad: la cobertura mediática de los ganadores crea una percepción distorsionada de las probabilidades reales de ganar, haciendo que los casos de éxito parezcan más comunes de lo que son en realidad.
- Falacia del jugador: la creencia errónea de que eventos pasados afectan las probabilidades futuras, como pensar que un número que no ha salido en años tiene más posibilidades de salir ahora.
- Falacia del costo hundido: la tendencia a continuar invirtiendo en una decisión basándose en el tiempo o dinero ya invertido, en lugar de considerar las probabilidades reales de éxito.