Contenido
- 0.1 Si bajas el volumen de la música cuando aparcas es por esta razón: la psicología lo deja claro
- 0.2 ¿Qué significa cambiarse de acera para evitar a una persona, según la psicología?
- 0.3 Qué significa vivir algo que ya habías soñado: la psicología explica lo que hay tras los déjà vu
- 1 La psicología explica por qué conducimos peor cuando estamos enfadados
- 2 Los psicólogos dan el truco para dejar de conducir rápido cuando estamos de mal humor
Hay hábitos como escuchar música al volante que no deberían preocuparnos demasiado, pero otros no sólo son un mal indicativo de nuestro estado de ánimo, sino que podrían poner en riesgo nuestra vida. Un ejemplo muy claro es conducir más rápido cuando estamos de mal humor. La psicología lo ha analizado para que puedas evitarlo.
Existe una relación directa entre nuestro estado emocional y la forma en la que conducimos, pero eso no es excusa para que cometamos imprudencias al volante. Por ello la psicología lo ha estudiado desde una perspectiva mental.
El problema es que el mal humor aumenta la impulsividad, reduce la percepción del riesgo y afecta negativamente al autocontrol. Es decir, características que jamás deberíamos explotar mientras conducimos y que harán que vayamos más deprisa. En otras palabras, estar enfadados nos convierte en peores conductores.
La psicología explica por qué conducimos peor cuando estamos enfadados
Cuando estamos irritados el cuerpo entra en un estado de activación fisiológica. De hecho, lo que ocurre es bastante similar a cuando nos sentimos amenazados. Aumenta la frecuencia cardiaca, se libera adrenalina y se eleva la tensión muscular.
Todos estos cambios no sólo afectan al cuerpo, sino que la psicología ha comprobado que tienen un eco en la mente. Empezamos a tomar decisiones precipitadas, menos racionales y focalizadas en obtener una respuesta inmediata. Traducido a la conducción, eso hará que queramos ir más rápido.
La psicología del comportamiento ha teorizado que este fenómeno tiene relación con el mecanismo de lucha o huida, que hemos heredado de nuestros tiempos primitivos. Al conducir mientras estamos estresados, el cerebro interpreta los estímulos cotidianos como amenazas.
Esto aumenta nuestra frustración, el enfado y provoca que queramos ir más rápido. De repente situaciones como un coche que va muy lento, un semáforo que se pone en rojo, un conductor que no pone el intermitente, etc., pueden desencadenar una reacción desproporcionada.
En ese contexto hay personas que no sólo la emprenden a gritos o empiezan a tocar el pito, sino que deciden acelerar más de lo permitido. Aunque ilegal, es una forma de canalizar su frustración. Al ir rápido disfrutan de una falsa sensación de control, pero la realidad es que sólo aumenta el peligro al volante y la posibilidad de cometer errores.
Los psicólogos dan el truco para dejar de conducir rápido cuando estamos de mal humor
Que haya una explicación psicológica no significa que no sea un patrón de comportamiento que podamos evitar. La mayoría de psicólogos coinciden en que la clave está en la autorregulación emocional.
Antes de empezar a conducir es fundamental que seas consciente de tu estado de ánimo. Debes tener la capacidad para saber si has tenido un mal día, si estás alterado y cómo puede afectarte eso en tu conducción.
Si justo cuando te toca ponerte al volante te sientes de mal humor, lo mejor que puedes hacer es esperar unos minutos para calmarte. Respira profundo y relativiza. En situaciones extremas puede que lo mejor sea posponer el viaje.
Si de normal te cuesta canalizar tus enfados al volante, lo mejor que puedes hacer es evitar estímulos que puedan provocarte un cabreo. Por ejemplo, apaga las notificaciones del móvil, evita discusiones mientras conduces, no atiendas llamadas y mantén un ambiente relajado durante todo el trayecto.
Sin con cortar con los estímulos negativos no tienes suficiente, puedes optar por sustituirlo por cosas que te agraden. Música relajada, un pódcast que te guste, buena ventilación, mantener el coche con buen olor, etc.