¿Qué significa dormir siempre agarrado a la almohada, según la psicología?

Este gesto combina necesidades emocionales y beneficios físicos que reflejan tanto las experiencias personales como el impacto del entorno

Mujer durmiendo

Mujer durmiendo.

A simple vista, dormir abrazado a una almohada podría parecer un gesto inocente o incluso insignificante. Sin embargo, los psicólogos han identificado que esta práctica puede esconder señales importantes sobre la personalidad, las emociones y hasta la salud mental de quienes lo hacen.

¿Qué significa dormir agarrando una almohada?

Dormir aferrado a una almohada no es sólo una cuestión de comodidad. Según la psicología, este gesto puede estar relacionado con diversas necesidades emocionales y patrones de comportamiento.

Para algunos, es una búsqueda de seguridad y consuelo en momentos de vulnerabilidad. Este hábito se asemeja a un refugio emocional, una forma de sentir compañía y disminuir la soledad.

Además, quienes tienen esta práctica suelen mostrar una inclinación hacia el apego emocional. Este comportamiento está relacionado con la necesidad de cercanía y afecto, lo que los convierte en personas cariñosas y atentas en sus relaciones.

En situaciones de estrés o ansiedad, abrazar una almohada también puede actuar como una herramienta para liberar tensiones, proporcionando una sensación de calma.

Desde una perspectiva psicológica, este hábito puede estar relacionado con experiencias tempranas en la vida. Durante la infancia, el contacto físico con cuidadores es crucial para el desarrollo emocional. Abrazar una almohada al dormir podría ser una forma inconsciente de revivir esa conexión de seguridad y afecto que se sentía entonces.

Beneficios de dormir abrazando a la almohada

Más allá del significado emocional, dormir abrazando una almohada puede tener efectos positivos en la salud física y mental. Uno de los más destacados es la liberación de oxitocina, conocida como la hormona del amor, que mejora el estado de ánimo y fomenta un sueño más profundo.

Desde una perspectiva física, este hábito puede ayudar a mantener una postura más alineada, reduciendo tensiones en la espalda y el cuello. Incluso se ha asociado con la reducción de ronquidos, ya que favorece una posición que mantiene abiertas las vías respiratorias.

Abrazar una almohada también podría ayudar a reducir el estrés y promover un sueño reparador. Esto se debe a que el gesto genera una sensación de confort similar a la de un abrazo, lo que puede activar el sistema nervioso parasimpático. Este sistema es responsable de relajar el cuerpo, disminuir la frecuencia cardíaca y mejorar la calidad del sueño.

Curiosamente, algunos estudios han encontrado que las personas que duermen en contacto físico con una almohada o incluso un objeto suave tienden a despertarse menos durante la noche.

Al final, este sencillo hábito nocturno es una ventana a la complejidad de nuestras emociones y nuestras necesidades de confort y bienestar.

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