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Según ha informado la agencia SINC, la Universidad de Otago en Nueva Zelanda ha liderado una investigación, que ha arrojado nuevas pistas sobre la principal causa de bienestar mental en los jóvenes. Y ha confirmado algo que podíamos intuir: dormir bien es fundamental.
El estudio se ha publicado en la revista científica Plos One y ha confirmado que la calidad del sueño, junto a otros hábitos saludables como la alimentación y el deporte, está asociada con una mejora de la salud mental
Es cierto que no se ha probado una relación causal, pero los autores han destacado que estos efectos son independientes y acumulativos, lo que significa que cuantas más rutinas se adopten, mayor podría ser la ganancia en bienestar mental.
La clave para conseguir el bienestar mental en los jóvenes
Los resultados del trabajo son claros: todos los hábitos analizados influyen positivamente, pero el sueño sobresale como el más determinante. La calidad de las horas de descanso mostró una asociación más fuerte con las sensaciones de plenitud que tanto la dieta como el deporte.
El hallazgo va más allá de lo esperado, ya que una buena calidad de sueño parece proteger frente a un menor consumo de frutas y verduras, mientras que aumentar la ingesta de alimentos vegetales puede mitigar los efectos de una mala noche. Es decir, hay una relación bidireccional que refuerza la importancia de descansar adecuadamente.
Jack Cooper, autor principal de la investigación, lo resume así: «Los jóvenes no tienen que alcanzar un objetivo estricto para mejorar su salud mental. Dormir mejor, comer más sano y hacer deporte un poco más de lo habitual se asocia con mejores sensaciones diarias».
Los otros aliados para mejorar el bienestar mental en la adolescencia
Aunque el sueño es el hábito más influyente, la alimentación y la actividad física también desempeñan un papel fundamental. El estudio revela que comer frutas y verduras se asocia a un mayor confort psicológico en tiempo real, mientras que la práctica regular de deporte aporta beneficios sostenidos.
Otro autor del estudio, Tamlin Conner, ha explicado por qué estos hábitos son más importantes que nunca: «Esta generación de jóvenes se enfrentan a tensiones únicas como el estrés financiero, presiones educativas y otros factores sociales que pueden reducir la felicidad».
Por ello identificar qué rutinas les ayudan a mejorar su bienestar psicológico «puede ayudarlos no sólo a sobrevivir, sino a prosperar durante esta etapa tan difícil de sus vidas».
Lo más relevante es que todos los efectos observados son acumulativos: no se trata de elegir entre dormir bien, comer mejor o hacer ejercicio, sino de integrar estas tres prácticas para maximizar los beneficios diarios.
Cómo se ha hecho el estudio psicológico sobre los jóvenes y sus hábitos
Hay estudios donde se analiza hasta qué dice de nosotros nuestra letra, pero en el de Otago han apostado por una metodología transversal bastante vanguardista.
Por ejemplo, incluyó una encuesta a más de mil jóvenes en países anglosajones, un seguimiento cualitativo de 13 días mediante diarios personales y una observación de ocho días para monitorizar la actividad física. Con esta combinación, los autores buscaron comprender cómo la rutina diaria impacta en la mente.
Eso sí, los investigadores quisieron aclarar que no pudieron probar una causalidad, pero sí que aportaron pruebas sólidas de que los pequeños cambios en el estilo de vida impactan en el bienestar real.
Esto es un paso clave en la literatura científica previa, que solía centrarse en patologías mentales sin explorar en el comportamiento y en las emociones.