Tengo 78 años y mi cerebro es más productivo que nunca: La regla nº1 que sigo a diario es increíblemente simple

Sin trucos complicados ni fórmulas mágicas, hay una regla cotidiana que marcaría toda la diferencia

Cerebro

Adulto mayor leyendo libros y anotando

El funcionamiento del cerebro no disminuye necesariamente con el paso de los años. Aunque el envejecimiento está asociado con cambios neurológicos, existen hábitos que pueden contrarrestar este proceso y mantener la mente activa durante más tiempo. Anthony D. Fredericks, con una trayectoria que incluye más de 175 libros publicados y décadas de docencia, sostiene que su productividad mental no sólo no ha disminuido, sino que se ha incrementado.

Durante más de treinta años como profesor y consultor educativo, ha trabajado en más de 100 escuelas en América del Norte. A día de hoy, sigue en activo. Publica textos sobre psicología y creatividad, y continúa explorando temas diversos que lo alejan del sedentarismo intelectual.

¿Cuál es la regla que sigue Fredericks para mantener el funcionamiento de su cerebro a raya?

La clave, según explica Fredericks en un artículo para el medio norteamericano CNBC, está en una práctica tan cotidiana como eficaz: mantenerse curioso. Para Fredericks, la curiosidad no es un rasgo de personalidad, sino una disciplina. Su impacto en el cerebro es directo: estimula la producción de dopamina y refuerza las conexiones neuronales.

Esa inquietud constante lo lleva a investigar temas tan dispares como la biología marina, la historia estadounidense, los árboles milenarios o la escritura de currículums. Su enfoque parte de un principio: «la curiosidad agudiza nuestras capacidades intelectuales y mantiene el cerebro activo».

4 hábitos para mantener el cerebro activo

Este planteamiento se apoya en cuatro reglas básicas que, sin depender de la edad, pueden aplicarse en la vida diaria para mantener el rendimiento mental. Estos son cuatro hábitos para mantener el cerebro activo:

1. Reconocer la ignorancia como punto de partida

Fredericks no parte de lo que sabe, sino de lo que desconoce. Afirma que aceptar la propia ignorancia genera una apertura mental que favorece el aprendizaje. Lejos de ser una debilidad, reconocer lo que no se conoce permite mantener la mente en constante búsqueda.

¿Cómo aplicarlo? Dedica entre cinco y diez minutos, una o dos veces por semana, a investigar sobre un tema completamente ajeno a tu formación o experiencia. Puede ser la vida de los pilotos de la Segunda Guerra Mundial, la estructura de los árboles con tronco cuadrado o las pinturas rupestres. La clave está en anotar tres datos interesantes y dejar que esa pequeña investigación actúe como estímulo cerebral.

2. Fomentar el pensamiento divergente

La educación tradicional se centra en respuestas correctas. Sin embargo, el pensamiento divergente apuesta por preguntas abiertas que permiten múltiples respuestas. Según Fredericks, este enfoque estimula la flexibilidad mental y fortalece la actividad cerebral.

¿Y cómo se incorpora este hábito? Debes formular preguntas como:

Este tipo de cuestionamientos no buscan una solución única, sino generar nuevas conexiones y expandir las posibilidades de pensamiento.

3. Provocar el asombro

La experiencia del asombro tiene efectos positivos sobre el cerebro. Según estudios de la Greater Good Science Center de la Universidad de California, Berkeley, el asombro estimula la curiosidad, mejora el estado de ánimo y aumenta el bienestar general. No hace falta viajar lejos para provocarlo.

Una o dos veces al mes, deberías visitar un lugar desconocido: un parque, un museo local, una calle que nunca recorriste. Observa, toma nota, registra lo que ves y sientes. Esa atención plena frente a lo nuevo revitaliza el cerebro.

4. Leer fuera del área de experiencia

El hábito de lectura sigue siendo uno de los más efectivos para mantener el cerebro activo, pero Fredericks insiste en que la clave está en leer sobre lo que no se conoce. No se trata de profundizar en lo que ya se domina, sino de abrir el espectro hacia temas totalmente distintos.

Para empezar, visita una biblioteca y elige tres libros de áreas que nunca hayas explorado: botánica, marketing, historia medieval, carpintería, navegación. Lee un capítulo por día. Esta exposición a nuevos enfoques activa zonas del cerebro que rara vez se utilizan en la rutina diaria.

La importancia de tener constancia para mantener activo tu cerebro

Más allá de cada una de estas estrategias, el elemento común es la repetición. La mente responde a los estímulos, pero necesita frecuencia. En palabras de Fredericks, la curiosidad no es espontánea, es una decisión consciente que se entrena.

El cerebro humano, incluso en edades avanzadas, conserva una notable capacidad de adaptación. La neuroplasticidad (la capacidad de formar nuevas conexiones neuronales) se mantiene activa mientras existan estímulos. Por ello, prácticas como las que describe Fredericks no buscan resultados inmediatos, sino efectos acumulativos.

Según Psychology Today, medio en el que Fredericks publica su blog Creative Insights, este tipo de ejercicios mentales actúan como gimnasia cognitiva. Y aunque no hay fórmulas infalibles para evitar el deterioro mental, sí existen hábitos que lo ralentizan o reducen su impacto. En sus libros, como ‘Two-Minute Habits’ o ‘From Fizzle to Sizzle’, desarrolla esta idea con más detalle.

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