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Hay asignaturas más modernas como la tecnología que pueden ayudar al desarrollo cognitivo de los niños, pero hay clásicos que nunca mueren. Por ello, una asignatura que jamás debe desaparecer de los colegios es el aprendizaje de una lengua extranjera.
Aunque la moda y lo que parece más útil es aprender inglés, esta no es la única forma de agudizar la mente de un niño. Realmente, vale con intentar ser bilingüe. Al hacerlo, vas a dotar a tus hijos de unas herramientas de aprendizaje únicas.
Aprender una lengua extranjera es más que memorizar palabras como un loro. Está demostrado que mejora la concentración, la memoria y la capacidad para resolver problemas. Sin embargo, en España sigue sin dársele la importancia que merece.
La asignatura que todos los niños deberían aprender en el colegio
Durante la infancia, el cerebro es especialmente plástico. Eso es lo que hace que un niño de cuatro años aprenda mucho más rápido que sus padres un idioma si se cambian de país. Sin embargo, esto se puede estimular, aunque no emigres.
Exponer a los niños al aprendizaje de un idioma extranjero activa zonas cerebrales relacionadas con la atención, el control ejecutivo y la toma de decisiones. Estudiar otra lengua no sólo enseña gramática, también obliga al cerebro a gestionar información, cambiar de enfoque y adaptarse a contextos distintos, lo que mejora la agilidad mental.
En comparación con otras asignaturas, el aprendizaje de idiomas estimula habilidades transversales. Por ejemplo, la flexibilidad cognitiva es mayor en niños bilingües. Esta capacidad les permite cambiar de una tarea a otra con mayor facilidad, detectar errores más rápidamente y aprender a planificar mejor. Son beneficios que se notan tanto en el aula como en el día a día.
Por qué enseñar a los hijos una lengua extranjera estimula tanto su mente
Un niño que estudia una lengua extranjera desarrolla lo que los expertos llaman conciencia metalingüística. Es decir, no sólo usan el lenguaje, sino que entienden cómo funciona. Esta habilidad se traduce en una mejor comprensión lectora y mayor capacidad para detectar matices, estructuras y significados en cualquier idioma.
Además, el bilingüismo fortalece la memoria de trabajo, lo que es esencial para el rendimiento académico. También mejora la atención selectiva: los niños bilingües aprenden a filtrar información irrelevante con mayor eficacia, algo muy útil en entornos con muchas distracciones.
En conjunto, estas ventajas hacen que un alumno que sabe más de un idioma esté más preparado que sus compañeros. Por eso es tan sorprendente que en España el aprendizaje de un segunda lengua esté tan poco valorado.
Es cierto que en todos los colegios hay clases de inglés, muchos ofrecen optativa de francés o alemán y en algunas comunidades autónomas también enseñan su idioma propio. Sin embargo, la forma de hacerlo provoca que no se estimule correctamente al niño.
Si apuntas a tu hijo a una asignatura para que sea bilingüe te lo agradecerá toda la vida
Los beneficios del bilingüismo no se limitan a la infancia. Diversos estudios indican que las personas bilingües presentan un envejecimiento cognitivo más lento. Además, a diferencia de otros estudios, aprender un idioma se puede hacer como pasatiempo.
Esto se debe a que su cerebro ha desarrollado más conexiones neuronales, lo que actúa como una especie de reserva cognitiva.
Por tanto, apostar por el aprendizaje de idiomas desde edades tempranas es también una inversión en salud mental a largo plazo. No se trata únicamente de formar ciudadanos más preparados en el plano laboral, sino también de cuidar el desarrollo integral desde la niñez.