A los 65 años puede que estar en casa sea visto como relajación al inicio, sí, pero a medida que pasan las tardes, se vuelve un poco más aburrido. La rutina de despertar, comer y cenar se bloquea y hay que buscar salir del bucle.
Afortunadamente, hay actividades que ayudan a romper esa monotonía y que pueden ser cada vez más beneficiosas para las personas mayores. Una de ellas se puede hacer en grupo o en solitario, pero lo que sí está claro es que mantiene el cuerpo activo y la mente bien despierta.
Este es el pasatiempo que mantiene despierta la mente de los mayores de 65
El mejor pasatiempo no es hacer crucigramas ni leer: es el macramé. No necesita pantallas, ni reglas complicadas, ni instrucciones interminables. Sólo hace falta cuerda, un poco de espacio y algo que muchas veces sobra a los 65 años: tiempo.
El macramé no es hacer punto, tampoco es ganchillo, sino que es una técnica completamente distinta, más libre, basada en anudar con las manos. Y precisamente por eso le gusta tanto a la gente.
Muchos lo descubren sin saber muy bien en qué consiste. Empiezan por curiosidad y se quedan porque les cambia el ritmo del día. Hacer nudos para crear algo bonito relaja, pero también exige.
Al trabajar con nudos repetitivos, mejora la memoria y la atención. Obliga a concentrarse, lo que frena los pensamientos en bucle y alivia el estrés. Las manos se mueven con ritmo y precisión, lo cual fortalece la coordinación y la motricidad fina. Y lo mejor es que genera satisfacción. Terminar una pieza, por sencilla que sea, da una sensación de logro.
Una pieza de macramé puede ir desde una cortina ligera, un portavelas, un llavero decorativo o incluso un cinturón trenzado. Se hace en casa, en talleres y en centros culturales. Puede llenarse la casa con ellas, regalarlas a familiares o amigos, inspirarse en la personalidad de cada uno para hacerlas o incluso venderlas.
¿Cómo empezar con el macramé a los 65 años?
Lo básico para iniciarse es fácil de conseguir: tijeras, cuerda (de algodón, yute o lana), un soporte (puede ser una rama, un aro o incluso una barra de cortina) y algo para sujetar la pieza mientras se trabaja, como cinta adhesiva o una tabla. No hace falta saber tejer, ni tener experiencia previa.
Al principio, basta con aprender tres nudos: el de cabeza de alondra, el plano y el baguette. Con esos ya se pueden hacer cosas como tapices, colgadores de plantas, pulseras, adornos para puertas… Y si se quiere ir más allá, existen kits que traen todo preparado, incluidos materiales cortados a medida y tutoriales.
El macramé permite progresar rápido y sin frustración. No hay prisa, ni presión, sino que se avanza al ritmo de cada uno. A esa edad no se trata de rellenar el tiempo, sino de darle sentido. Se puede empezar con un día a la semana, y después pasar a dos, incluso tres. Entre vecinos o con amigos, es una excusa perfecta para reunirse.