Contenido
- 0.1 Ni mates ni música: la asignatura que hace a los niños más inteligentes y todos pasamos por alto en España
- 0.2 Ni sudokus ni crucigramas: el mejor pasatiempo para que los mayores de 60 años mantengan la mente ágil
- 0.3 Ni más deberes ni extraescolares: la costumbre que hace a los niños más inteligentes y no aplicamos en España
- 1 ¿Cuál es el pasatiempo que hace a los niños más inteligentes y qué los españoles no lo sabían?
- 2 ¿Cuáles son los beneficios comprobados del juego con agua en niños?
- 3 El agua, un recurso accesible y universal
- 4 Qué es el juego no estructurado y por qué es elemental para los niños más inteligentes
Jugar, en apariencia, es un acto simple. Pero la investigación psicológica y pedagógica demuestra que los beneficios del juego en la infancia son múltiples y profundos. A veces, hasta hacen a los niños más inteligentes. Desde la resolución de problemas hasta la cooperación social, los momentos lúdicos constituyen una base fundamental para el desarrollo cognitivo. Y no todos los juegos ofrecen lo mismo.
Algunos tipos de juego, en particular aquellos no estructurados, han demostrado tener efectos más duraderos y eficaces que otros. Este tipo de pasatiempos, lejos de imponer reglas rígidas, favorecen la libertad y la exploración, facilitando que los pequeños construyan conocimiento mediante la experiencia directa. Entre ellos, hay uno poco conocido en el día a día de los españoles que destaca por su potencial para hacer a los niños más inteligentes.
¿Cuál es el pasatiempo que hace a los niños más inteligentes y qué los españoles no lo sabían?
Dentro del marco del juego no estructurado, hay una actividad específica que concentra múltiples beneficios cognitivos, físicos y emocionales: el juego con agua. Aunque en países anglosajones es común, en España su uso educativo aún no está generalizado. Y no, con esto no nos referimos a los parques acuáticos. Jugar con agua es una actividad tan simple como suena.
Esta práctica consiste en permitir que los niños manipulen agua utilizando herramientas como recipientes, tubos, regaderas o baldes. Estas son algunas características clave del juego acuático:
- Estimula el sentido del tacto.
- Introduce conceptos matemáticos como volumen y medición.
- Fortalece la coordinación mano-ojo.
- Mejora la motricidad fina y gruesa.
- Promueve el pensamiento lógico a través de la experimentación.
Para Carol M. Gross, investigadora especializada en desarrollo infantil, este tipo de juegos “introducen conceptos científicos fundamentales desde edades muy tempranas”. Se trata, por tanto, de una herramienta educativa con aplicaciones reales y medibles.
¿Cuáles son los beneficios comprobados del juego con agua en niños?
Varios estudios coinciden en que este tipo de juego favorece distintas áreas del desarrollo. En el contexto de la educación infantil (EYFS, por sus siglas en inglés), los beneficios son múltiples:
- Desarrollo físico: acciones como verter, transportar o salpicar agua, fortalecen músculos y mejoran el equilibrio.
- Cognición: el contacto con el agua estimula la comprensión de conceptos abstractos como la flotación, la temperatura o el desplazamiento.
- Lenguaje y comunicación: el juego compartido fomenta la verbalización y la interacción. Los niños se explican lo que hacen, formulan hipótesis y expresan emociones.
- Concentración: mantener el foco durante una actividad acuática requiere atención sostenida, una habilidad clave para el aprendizaje formal.
- Creatividad: el agua es un recurso versátil. Invita a la invención de historias y mundos imaginarios, sin necesidad de instrucciones.
Además, se ha documentado su efecto calmante. La textura, el sonido y el movimiento del agua pueden reducir el estrés, algo especialmente útil en entornos escolares o terapéuticos.
El agua, un recurso accesible y universal
El juego con agua no necesita grandes infraestructuras. Basta con un espacio seguro y algunos elementos básicos: cubos, embudos, botellas reutilizadas o mangueras. Esta accesibilidad lo convierte en una herramienta inclusiva, útil para niñas y niños de diferentes contextos, capacidades y edades.
Además, permite aprender sin necesidad de pantallas ni materiales sofisticados. En tiempos donde la sobreexposición a lo digital preocupa a familias y profesionales, recuperar formas tradicionales de juego sensorial adquiere una nueva relevancia.
Qué es el juego no estructurado y por qué es elemental para los niños más inteligentes
Los expertos en desarrollo infantil coinciden: cuando los niños pueden decidir libremente cómo jugar, el aprendizaje se potencia. El llamado juego no estructurado es aquel que no tiene un objetivo predefinido, ni reglas impuestas por adultos. Incluye actividades espontáneas, simbólicas y sensoriales.
Este enfoque permite que los menores:
- Exploren el entorno a su ritmo.
- Practiquen habilidades de autorregulación.
- Experimenten ensayo y error.
- Resuelvan conflictos por sí mismos.
Según la psicóloga Laura Markham, de la Universidad de Columbia, «sabemos que es realmente importante para que los niños aprendan la autorregulación y cómo manejar el conflicto». En otras palabras, a través del juego no dirigido, los niños desarrollan mecanismos para enfrentarse a situaciones futuras con mayor autonomía.
Un estudio publicado en Childhood Education en 2014 lo confirma: este tipo de juego mejora la cooperación y promueve el aprendizaje por imitación, clave en edades tempranas.