Begoña del Campo, psicóloga: «Tu cuerpo, y no tu cerebro, es el que tiene adicción al móvil»

Mirar el móvil genera dopamina, y esa descarga acaba condicionando al cuerpo, que empieza a pedirla de forma automática

Móvil, mujer, psicología

Recreación de una mujer viendo el móvil.

Estás en el sofá. Han pasado apenas unos minutos desde que soltaste el móvil y ya estás otra vez desbloqueándolo. No es que tuvieras algo importante que mirar. Simplemente lo coges, deslizas el dedo y haces scroll. Una actividad casi automática: entrar en Instagram, en TikTok, en WhatsApp… sin pensar.

La media de uso del móvil en España ronda las 4 horas y 10 minutos al día, según Rastreator. Cuatro horas al día enganchados a una pantalla. ¿Y a qué se debe esto? Durante mucho tiempo, desde la psicología, se ha considerado que la adicción residía en el cerebro. Sin embargo, la psicóloga Begoña del Campo ofrece una visión distinta: «la verdadera adicción la tiene el cuerpo», afirma. Una respuesta física que va más allá del impulso mental.

La adicción al móvil empieza en el cuerpo

Begoña del Campo lleva años estudiando el comportamiento humano y el funcionamiento del sistema nervioso. Explica que el cuerpo se vuelve adicto a las sustancias que genera el cerebro cuando usamos el móvil, especialmente dopamina.

Cada vez que haces scroll, se libera dopamina. Como pequeñas gotas que van cayendo y que tus células, equipadas con receptores, absorben. El problema es que luego quieren más. Así que si de repente decides parar, tu cuerpo empieza a protestar. Lo sientes como una especie de impulso, una incomodidad que empuja desde dentro. No es sólo aburrimiento, es abstinencia.

Del Campo insiste en que no se refiere al cerebro, sino al cuerpo. Explica que es el cuerpo el que provoca pensamientos para activar las sustancias a las que se ha vuelto adicto. Si no las obtiene, busca la manera de conseguirlas: a veces a través del enfado, otras con tristeza o simplemente con esa inquietud que nos empuja a mirar el móvil sin motivo claro.

Lo mismo pasa con el estrés o el enfado. Hay personas que viven permanentemente en ese estado porque su cuerpo se ha acostumbrado al cortisol, la hormona del estrés. Al abrir los ojos por la mañana, no sienten nada… hasta que el cuerpo dice: «Quiero cortisol.» Y entonces, sin darse cuenta, generan pensamientos que activan ese malestar.

Cómo liberarse de la adicción al móvil

Romper este patrón es posible, pero no cómodo. Al principio, el cuerpo reacciona. No entiende qué pasa. Se revoluciona. «Es un síndrome de abstinencia total«, explica del Campo. El truco está en resistir. En poner distancia. Coger el teléfono y dejarlo en otra habitación, decidir no tocarlo durante un par de horas y recuperar el control.

Begoña aplica en su día a día lo mismo que enseña. Cuando quiere ver una película, deja el móvil lejos y se impone no tocarlo durante horas. Lo hace de forma consciente, porque sabe que si lo tiene cerca, su cuerpo intentará provocarle pensamientos que justifiquen mirarlo. Esa es, para ella, la clave: recuperar el control y desacostumbrar al cuerpo a la descarga constante de dopamina.

Para conseguirlo, hay que prestar atención al cuerpo. Escuchar lo que pide, pero no obedecer sin pensar. Preguntarse: ¿esto lo decido yo, o me lo está pidiendo una célula con hambre de dopamina?

Porque al final, el cerebro puede tener intención, pero es el cuerpo, con su memoria química, el que muchas veces toma el mando.

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