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Lo que no se practica, se pierde. Y la memoria entra de lleno en esa categoría. Una mente activa no se refuerza a base de series o películas en el sofá, necesita algo más y ahí es donde entra en juego un pasatiempo poco común.
Este no suele sonar en las conversaciones, pero puede marcar una diferencia enorme. No sólo ayuda a ejercitar la mente, sino que conecta con algo esencial: nuestras raíces.
Este es el hobby que deberían hacer los mayores de 65 años, según los expertos
Este pasatiempo es la genealogía. Este pasatiempo se basa en reconstruir la historia de una familia: desde los abuelos que vivieron en el pueblo, hasta los bisabuelos que cruzaron fronteras o cambiaron de apellido. Es un trabajo de memoria, de investigación, y también de emoción.
Según un estudio publicado en la revista Psychological Medicine, la terapia de revisión de vida (que incluye actividades como contar historias familiares y explorar el pasado) reduce significativamente los síntomas depresivos en adultos mayores. Además, los efectos positivos se mantuvieron incluso después de tres y nueve meses.
Se trata de recordar, escribir, preguntar, conectar. Y sí, requiere esfuerzo. Pero ese esfuerzo activa el cerebro, lo oxigena, lo obliga a trabajar.
¿Por qué merece la pena investigar el árbol familiar después de los 65 años?
Los beneficios de la genealogía tiene un impacto real en la salud mental y emocional, sobre todo en quienes se han jubilado y buscan un nuevo sentido en su día a día.
- Conexión con el pasado: descubrir quiénes fueron nuestros antepasados, de dónde vinieron, qué hicieron, nos ayuda a entender mejor quiénes somos. No es nostalgia; es identidad.
- Estímulo mental real: buscar documentos antiguos, recordar fechas, identificar rostros en fotos viejas, hablar con familiares. Todo esto activa zonas del cerebro vinculadas con la memoria, la lógica y la atención.
- Refuerzo emocional: hay una satisfacción difícil de explicar cuando logras ubicar a un tatarabuelo o cuando descubres una historia familiar que nadie conocía. Esa sensación de logro, ese orgullo, eleva la autoestima y aporta bienestar.
- Fortalece lazos: muchas veces, investigar la genealogía lleva a reencontrarse con familiares lejanos o a revivir conversaciones olvidadas con los más cercanos. Es una excusa perfecta para conectar.
- Puede ayudar a la salud física y médica: saber de dónde venimos también sirve para entender ciertos patrones de salud, dolencias hereditarias o antecedentes importantes para las generaciones futuras.
- Comparte historias con quienes vienen detrás: tu investigación puede ser un regalo para tus hijos y nietos.
¿Cómo empezar en este hobby sin complicarse la vida?
Aquí no hay que ser historiador ni informático. Basta con empezar por el principio: por ti.
- Empieza contigo y tus padres: anota nombres completos, fechas de nacimiento, bodas, lugares donde vivieron. Pregunta, habla, graba si hace falta.
- Organiza lo que tienes: busca álbumes, actas, cartas antiguas, cuadernos olvidados. Un simple sobre en el fondo de un cajón puede contener una pista.
- Dibuja tu árbol familiar: hazlo a mano o con programas online, pero empieza a visualizar las conexiones. Cuanto más lo veas, más preguntas surgirán.
- Amplía la búsqueda: consulta archivos, parroquias, hemerotecas. Hoy en día, muchas plataformas como MyHeritage o FamilySearch te abren un mundo de posibilidades sin moverte de casa.
- Habla con otros: conecta con grupos, foros, asociaciones locales. Muchas personas llevan años en esto y están dispuestas a ayudarte.
La genealogía no tiene fin. Siempre hay algo más que descubrir. Lo más importante es recordar que es un viaje, no una meta.