Las relaciones y vínculos sociales implican compartir, dialogar, debatir y consensuar diferentes puntos de vista, perspectivas, miradas, análisis e ideas entre las personas involucradas. En el caso de las parejas, el afecto, deseo y amor requiere de una construcción de acuerdos para generar proyectos comunes que permitan una conexión respetuosa, sensible y cordial. Una opción que se presenta para muchas parejas es la convivencia en un hogar para darle a la relación mayor proximidad y cercanía en el día a día. Sin embargo, también existen otras opciones, como las llamadas parejas LAT, la nueva tendencia para vivir juntos pero separados: en qué consisten este tipo de relaciones.
En inglés se conoce como Living Apart Together (LAT) y, según el Instituto de Investigaciones en Berkeley, se define como dos personas que tienen una relación romántica comprometida y que viven en lugares separados. Según los informes del Instituto, las relaciones LAT pueden ofrecer el mismo tipo de amor, compromiso, intimidad y estabilidad que las parejas que viven juntas, y al mismo tiempo permiten a cada miembro de la pareja un sentido de independencia. Samantha Joel, psicóloga social, manifiesta que las parejas LAT a menudo experimentan más pasión, idealizan más a sus parejas, sueñan despiertas con su relación y manifiestan más sentimientos amorosos hacia su pareja que las parejas que viven juntas. En este sentido, se proponen una serie de características y rasgos sobre el tipo de vínculo para vivir juntos pero separados.
¿Qué son las parejas LAT y cómo son sus relaciones?
Para el Instituto Australiano de Estudios Familiares, la relación LAT es una “nueva forma de familia” que existía en el pasado pero que en los últimos años se ha vuelto mucho más frecuente y visible en la sociedad.
«Debido a la falta de datos históricos sobre la prevalencia de las relaciones LAT, es difícil saber con certeza si ha habido un aumento real en la prevalencia de las uniones no residenciales, o si esta forma de relación simplemente ha comenzado a atraer más atención que antes», indican los miembros del Instituto.
Entre los interrogantes que suelen generarse alrededor de esta modalidad de vinculación de parejas, se presentan cómo es la construcción de acuerdos, la forma de relacionarse, la frecuencia del vínculo, los tiempos, espacios y perspectivas de futuro que se plantean.
Según el Instituto Australiano de Estudios Familiares, estas preguntas se relacionan tanto con las características de las personas involucradas como con el significado de las relaciones en sí mismas.
A su vez, un interrogante es si se trata de una etapa de transición antes de la cohabitación o el matrimonio, o de una forma completamente nueva de asociación. Los factores de las relaciones no residenciales son varios y se muestran dinámicos y cambiantes a lo largo de los años y de las etapas de vida de cada integrante de la pareja.
«Las relaciones LAT parecen ser más provisionales e involuntarias entre los más jóvenes. La ubicación geográfica de los lugares de trabajo o estudio, así como los factores financieros y de vivienda pueden impedir que los jóvenes se muden a una residencia conjunta con su pareja», afirman integrantes del Instituto. A su vez, mencionan que las relaciones también pueden ser el resultado de tener responsabilidades de cuidado de los hijos o de los padres más mayores o abuelos.
Se considera que las relaciones LAT pueden ser acuerdos más permanentes que permiten la intimidad, pero también la autonomía y la independencia, y esto parece ser particularmente el caso de las personas mayores.
«La evidencia cualitativa sugiere que entre quienes viven separados voluntariamente se incluyen personas que ya han pasado por un divorcio o una ruptura de la relación, experiencias que los han vuelto particularmente «reacios al riesgo», explican en el Instituto Australiano de Estudios Familiares.
¿Qué otros aspectos definen a las parejas LAT?
Un informe de la Revista de Sociología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas sostiene que, a partir de los años sesenta del siglo XX, en los países más avanzados comenzó a difundirse la cohabitación como una estrategia previa, sobre todo de “matrimonio a prueba”. Y, además, como alternativa al matrimonio en personas más mayores o con experiencia de algunas relaciones anteriores.
La investigación y el análisis afirma que, en la contextualización de los LAT españoles, deben tenerse en cuenta las dificultades para la formación de la pareja. «En este sentido, aspectos claves como el retraso en la edad de emancipación, la prolongación de los estudios, la dificultad de acceso al mercado de trabajo y a la vivienda, o la cultura familiar», indican los expertos del Consejo.
Otro rasgo de este tipo de parejas, según el informe, es que serían una consecuencia del alargamiento del noviazgo. También se ponen en juego circunstancias como el aumento de parejas de dos salarios, donde ambos miembros tienen carreras y expectativas profesionales, la mayor movilidad laboral geográfica o los deseos de mantener una mayor independencia dentro de la pareja.