Contenido
- 0.1 Ni música ni lectura: el ‘hobby’ que los expertos recomiendan a los mayores de 65 para mejorar la autoestima
- 0.2 Ni crucigramas ni leer: el pasatiempo para mayores de 60 que mejora la memoria y mantiene el cerebro activo
- 0.3 Ni crucigramas ni ganchillo: el mejor pasatiempo para que los jubilados de más de 65 mejoren su creatividad
- 1 ¿Cuál es el hábito que comparten las personas más felices?
- 2 ¿Cómo se integra esta práctica en la vida diaria?
- 3 ¿Por qué es tan importante el acto de valorar lo que se tiene?
La búsqueda de la felicidad fue analizada desde diferentes perspectivas. En un estudio llevado a cabo por el psicólogo Martin Seligman, de la Universidad de Pensilvania, se identificaron tres caminos principales en este objetivo: la vida placentera, la vida comprometida y la vida significativa. Solo una parte de estas, fueron consideradas como las personas más felices. Y solo esta porción, acostumbra a desarrollar una rutina bastante fácil, avalada por expertos y que cualquiera puede empezar hoy mismo.
La vida placentera se centra en la búsqueda de experiencias agradables, quienes buscan pequeños placeres. La vida comprometida implica una inmersión total en actividades que apasionan. La vida significativa se caracteriza por el uso de las fortalezas personales para contribuir a un bien mayor. Los resultados de la investigación señalaron que las personas más felices no eran aquellas que perseguían únicamente placeres momentáneos, sino aquellas que vivían de forma comprometida o significativa. Y todas estas, comparten un mismo hábito.
¿Cuál es el hábito que comparten las personas más felices?
Uno de los factores comunes entre quienes alcanzan altos niveles de bienestar es la práctica de apreciar lo que ya se posee. Esta actitud, respaldada por estudios de la Universidad de California, Davis, muestra beneficios tangibles para el estado de ánimo y la salud.
A continuación, se enumera uno por uno cuáles son los beneficios de apreciar lo que se tiene:
- Cultivo de la gratitud: reconocer lo positivo en la vida diaria refuerza una sensación interna de gratitud.
- Cambio de perspectiva: centrarse en lo que se tiene, reduce la necesidad constante de buscar más.
- Incremento del bienestar: la valoración consciente de las propias circunstancias eleva el nivel general de satisfacción.
- Reducción de la ansiedad: focalizarse en lo presente disminuye el estrés relacionado con lo que falta o podría faltar.
En cifras, los estudios demostraron que las personas que ejercitan la gratitud de manera regular disminuyen sus niveles de cortisol, la hormona del estrés, en un 23%. Esta reducción contribuye directamente a una mejora del estado de ánimo y del bienestar físico.
¿Cómo se integra esta práctica en la vida diaria?
Para las personas más felices, la apreciación de lo que ya poseen no es un gesto ocasional, sino una rutina que se integra de manera natural en su día a día. Existen varias estrategias que permiten fortalecer este hábito:
- Practicar la gratitud: anotar diariamente tres cosas positivas que ocurrieron ayuda a mantener una perspectiva equilibrada.
- Centrarse en el presente: evitar la constante proyección hacia el futuro o la comparación con el pasado permite disfrutar de los momentos actuales.
- Reconocer los logros: celebrar las pequeñas victorias personales refuerza la autoestima y el aprecio propio.
- Disfrutar de las cosas simples: un paseo tranquilo, una conversación con un amigo o un momento de descanso consciente pueden ser fuentes genuinas de satisfacción.
- Comparar con el propio pasado: reflexionar sobre los avances conseguidos a lo largo del tiempo fortalece la percepción de progreso y valoración personal.
En palabras del propio estudio publicado por la University of California, Davis, la gratitud es un mecanismo efectivo para mejorar no sólo el humor, sino también la energía vital y la salud física de quienes la practican.
¿Por qué es tan importante el acto de valorar lo que se tiene?
No se trata de ignorar las dificultades o renunciar a la ambición personal, sino de integrar una mirada consciente sobre lo que ya forma parte de la vida. Las personas más felices no son necesariamente aquellas que más poseen, sino aquellas que han aprendido a valorar lo que tienen.
El hábito de la gratitud y la apreciación actúa como un ancla que estabiliza las emociones en un mundo cambiante. Convertirlo en parte de la rutina diaria no requiere cambios drásticos, sino un compromiso pequeño pero constante, capaz de transformar profundamente la percepción de bienestar.
Así, entender y aplicar esta práctica puede significar una diferencia notable en el modo en que se experimenta la felicidad y la satisfacción a largo plazo.