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El consumo de alcohol es una práctica común en muchas culturas, pero sus efectos en la salud no deben ser pasados por alto. Entre las bebidas alcohólicas más populares se encuentran el vino y la cerveza, pero es importante entender que ambas pueden tener consecuencias perjudiciales cuando se consumen en exceso. El alcohol en general tiene efectos negativos sobre el cuerpo, ya que puede dañar órganos vitales como el hígado, el cerebro y el corazón. Aunque algunos estudios concluyen ciertos beneficios del vino en moderación, es fundamental considerar los riesgos asociados con cualquier tipo de bebida alcohólica.
Cuando se trata de bebidas alcohólicas, muchas personas se preguntan cuál es más perjudicial para la salud: ¿el vino o la cerveza? Ambas contienen alcohol, un componente que, consumido en exceso, tiene efectos nocivos en el organismo. Sin embargo, cada una tiene particularidades que la hacen más o menos dañina dependiendo de diversos factores como la cantidad consumida, la frecuencia y el estado de salud de quien las bebe. Un estudio de la Facultad de Medicina de Tulane revela que «las dietas de quienes sólo beben cerveza son peores que las de quienes beben vino. El consumo excesivo de alcohol es la principal causa de cirrosis en los EE. UU., y la enfermedad hepática esteatótica asociada a disfunción metabólica está aumentando rápidamente». El abuso de alcohol, en general, además está relacionado con un aumento en el riesgo de enfermedades cardiovasculares, hipertensión, y trastornos mentales. La cerveza suele tener un mayor contenido calórico, lo que puede contribuir a la obesidad y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2. La clave para proteger la salud es moderar el consumo o evitar el alcohol por completo.
¿Por qué la cerveza podría ser más perjudicial que el vino?
La cerveza es una bebida alcohólica que suele consumirse en mayores cantidades debido a su menor concentración de alcohol en comparación con el vino. «Los consumidores de solo cerveza representan la mayor proporción de consumidores de alcohol en una cohorte representativa a nivel nacional de adultos estadounidenses con un 38,9%, seguidos por los consumidores de solo vino con un 21,8%, los consumidores de múltiples tipos con un 21% y los consumidores de solo licores y cócteles con un 21%», evidencia el estudio de la Facultad de Medicina de Tulane.
Además, se comprobó que “los bebedores de solo cerveza tenían más probabilidades de tener ingresos más bajos, tasas más altas de tabaquismo y actividad física insuficiente en comparación con otros consumidores de alcohol”. Todas estas evidencias tienen consecuencias negativas para la salud, entre ellas:
Enfermedades hepáticas
Como el vino, la cerveza también afecta al hígado, pero su consumo masivo puede llevar a una acumulación de grasa hepática más rápidamente.
Aumento de peso y obesidad
La conocida ‘barriga cervecera’ es el resultado del alto contenido calórico y la falta de nutrientes esenciales en esta bebida.
Riesgo de diabetes tipo 2
El consumo frecuente de cerveza puede desestabilizar los niveles de azúcar en la sangre, aumentando el riesgo de resistencia a la insulina.
Problemas cardiovasculares
Aunque algunas investigaciones establecen que una cerveza ocasional podría no ser tan perjudicial, el consumo excesivo daña el corazón y los vasos sanguíneos.
Un aspecto clave que hace que la cerveza sea más perjudicial que el vino es su fácil disponibilidad y la costumbre social de beber grandes cantidades en poco tiempo, lo que lleva a un mayor consumo calórico y alcohólico.
¿Y el consumo de vino?
Según el Campus Internacional del Vino, «cuando se habla de vino se refiere al que está producido por la fermentación de uvas que evolucionan cambiando sus propiedades y composición, dando lugar a una gran complejidad de su constitución. Y más de la mitad de los componentes son producidos por las levaduras durante la fermentación alcohólica».
Contiene, además, agua, etanol, azúcares, ácido tartárico y málico, taninos, antocianinas, aromas y sabores, glicerol, sulfatos y sulfitos y minerales. Además, es conocido por contener antioxidantes como los polifenoles y el resveratrol, que se encuentran en la piel de las uvas.
El consumo moderado de vino podría tener ciertos beneficios para la salud cardiovascular, ya que mejora la circulación sanguínea y ayuda a reducir el colesterol malo (LDL).
Consumir más de esta cantidad no solo elimina cualquier posible ventaja, sino que incrementa el riesgo de enfermedades graves como:
- Cáncer de hígado: el exceso de alcohol daña el hígado, aumentando las probabilidades de desarrollar cirrosis y cáncer.
- Hipertensión arterial: el vino puede elevar la presión sanguínea cuando se consume en exceso.
- Daños en la memoria: el abuso de vino puede llevar a pérdida de memoria y otras alteraciones neurológicas.
- Dolores de cabeza y alergias: el vino contiene histaminas y sulfitos, que pueden causar dolores de cabeza, alergias o migrañas en personas sensibles.