¿Qué engorda más, el azúcar o la harina? Los expertos lo aclaran

¿Qué engorda más, el azúcar o la harina? Los expertos lo aclaran

Los carbohidratos simples, o «malos» como les llaman algunos, incluyen los azúcares y cereales refinados a los que se les ha despojado de todos los nutrientes. Entre ellos podemos citar la pasta, los pasteles, el pan blanco, la harina blanca, la masa de pizza, etc. Tanto harinas como azúcares se digieren rápidamente debido a su alto índice glucémico. El problema es que éste puede causar picos elevados de glucosa -azúcar en sangre- y ello derivar en enfermedades. Por esto queremos saber: «¿qué engorda más, el azúcar o la harina«. La respuesta quizá te sorprenderá.

La Fundación Clínica de la Familia habla de la influencia de la alimentación en el estado de ánimo, explicando que «numerosas investigaciones demostraron que existen ciertos componentes de los alimentos que actúan sobre el sistema nervioso modificando el estado de ánimo, el comportamiento, el desempeño físico y las capacidades cognitivas». Por lo tanto, debes mantener una dieta variada y equilibrada para rendir óptimamente en tus actividades.

¿Qué engorda más: el azúcar o la harina?

Cuando consumes estos carbohidratos refinados o simples, tu torrente sanguíneo se llena de azúcar, lo que lleva a un aumento de la insulina para eliminarla. Esta insulina puede hacer que sientas hambre al cabo de apenas un par de horas de la ingesta de alimentos, por lo que acabas comiendo más azúcar o harina.

La combinación de las calorías vacías de estos carbohidratos refinados, junto con la dificultad para tener saciedad, hace que los pacientes desarrollen afecciones como obesidad, hiperactividad y las de tipo cardíaco. En adolescentes, incluso se la ha vinculado con un mayor riesgo de suicidios.

¿Por qué es tan complicado reducir el consumo de azúcar y harinas?

Es muy posible que reducir el consumo de azúcar y harinas te cueste. Esto pasa porque éstos, al digerirse de inmediato, generan sensación de saciedad en segundos. Los verdaderos alimentos saciantes, como la avena, las frutas y las verduras, tardan hasta un par de horas en generar esa sensación.

Lamentablemente, demasiadas personas optan por la alternativa fácil. Pero la ingesta de azúcar y harinas produce una satisfacción sólo temporal.

¿Cuál de las dos es menos saludable?

Si coincidimos en que una ingesta descontrolada de azúcar y harina es mala, independientemente de cuál de estos subproductos hablemos, seguramente querrás saber cuál de ellas es peor.

Más allá del deseo que nos despiertan, hay una respuesta contundente. Los expertos coinciden en que la harina puede, eventualmente, ser un alimento saludable. Con el azúcar no pasa eso ya que, excepto el que contienen naturalmente las frutas, la industrial nunca es positiva.

El artículo «La Fruta y sus mitos«, de la Clínica Universidad de Navarra, insiste en «la importancia de ingerir 5 piezas de fruta y verdura al día». Los especialistas señalan que esos son «azúcares intrínsecos», que no se han asociado a efectos negativos en los seres humanos.

Eso se debe a que, en concreto, la fruta aporta hidratos de carbono simples. Éstas poseen principalmente fructosa, que es un monosacárido beneficioso para el organismo. A su vez es una fuente de fibra, vitaminas, minarles, antioxidantes, etc. Es decir, cuando nos referimos a controlar la ingesta de azúcar, lo hacemos respecto de la de origen industrial.

La harina

La de trigo blanca o refinada es de digestión rápida, y es con la que debemos ser cuidadosos. Lo interesante es que hay soluciones como las harinas ecológicas, hechas de cultivos de trigo y cereales ecológicos, donde el cereal se muele en molinos de piedra.

Como resultado de ello, su precio es más caro, pero puedes incorporarla a tu dieta sin tantos prejuicios. Si preparas una pizza con ingredientes «saludables», éste es un alimento «aceptable» y sin contraindicaciones.

En estos casos, obtenemos los nutrientes de la harina. Destacan sus proteínas vegetales, sus minerales y sus vitaminas que el metabolismo aprovecha para realizar toda clase de procesos fisiológicos imprescindibles. Si seleccionamos una harina de manera consciente, no tenemos por qué descartarla totalmente.

El azúcar

Y el azúcar, no sólo es malo el que servimos en la mesa desde hace décadas, sino que tampoco sus potenciales sustitutos son alimentos saludables. Los endulzantes que han aparecido en las últimas dos décadas tienen propiedades nutricionales tan escasos como los del azúcar.

El azúcar moreno y de caña, mencionando sólo dos de los sustitutos que se han popularizado, no son mucho más recomendables que el azúcar blanco refinado. Y eso nos deja casi sin opciones para endulzar los alimentos y los platos que elaboramos. Si te gusta el café, por ejemplo, el consejo es que lo bebas sin ningún endulzante.

Si bien los dos deben ser controlados, el azúcar de mesa parece tener un impacto más significativo en el aumento de peso porque no hay ningún modo realmente efectivo de evitar sus picos de elevados de glucosa. Sí podemos recurrir a algunos sustitutos de la harina para reemplazarla de una forma «sana».

Igualmente, no puedes abusar de ninguno de estos ingredientes en tus comidas. Y presta atención a los ultraprocesados, que son abundantes en ambos.

 

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