El zinc es un micronutriente reconocido como esencial desde 1961. Contribuye a que nuestro sentido del gusto y del olfato funcionen perfectamente, refuerza el sistema inmunitario, previniendo resfriados y gripes, y contribuye a la cicatrización de las heridas, entre otros. Como no podemos sintetizarlo, es esencial aportarlo mediante la alimentación o suplementación. Debe formar parte de una alimentación saludable, ya que son muchas las ventajas que aporta, aunque también puede ser causa de complicaciones si lo consumimos como no debemos. Resulta imprescindible para fabricar proteínas e interviene en la mineralización de los huesos. En determinadas etapas de la vida, como la infancia y la adolescencia, es necesario para desarrollarse adecuadamente. El zinc lleva siendo el suplemento de moda durante muchos años por sus múltiples beneficios para la salud, los que hoy te contamos, pero también debemos tener en cuenta algunas contraindicaciones.
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Zinc
Para qué sirve
Es fundamental para fortalecer los huesos, el sistema inmunitario, prevenir la obstrucción de las arterias, y mejorar el aspecto de la piel, el pelo y las uñas. También ayuda a metabolizar grasas, proteínas e hidratos de carbono. Cada individuo necesitará una dosis diferente debido a su tipo de vida.
Está implicado en el correcto mantenimiento del sistema inmune, favorece el proceso de cicatrización cuando nos hacemos una herida y además, está implicado en diversas funciones del tejido ocular y existen grandes concentraciones de este en los ojos. De manera que, un déficit del mismo, se relaciona con el desarrollo de varias enfermedades oculares.
Precauciones
En primer lugar, debemos tener claro que en muchos casos nuestro organismo genera y puede recibir lo que necesita sin necesidad de recurrir a suplementos alimenticios. Si llevamos un estilo de vida saludable u seguimos una dieta equilibrada, nuestro cuerpo recibirá el zinc que precisa sin necesidad de complemento alguno.
Pero, ¿dónde se encuentra el zinc? Es un potente antioxidante, que podemos encontrar de forma natural en diversos alimentos de origen animal y vegetal. Lo encontrarás en las carnes de ave y las carnes rojas, en mariscos, especialmente en las ostras, y también en otros como langostas, almejas y cangrejos.
Los frutos secos, como los anacardos, las avellanas o las almendras, así como los cereales integrales y los lácteos, son una importante fuente de zinc.
Sin embargo, los suplementos sí son necesarios para aquellas personas que experimentan carencias de zinc por algún motivo o afección. Si quieres incluir este tipo de suplementos, lo mejor es que consultes a un especialista, para poder obtener recetas específicas y recomendaciones de un profesional, médico o nutricionista, pero nunca han de utilizarse como sustitutivo de una alimentación saludable.
El zinc puede ser perjudicial para nuestra salud si se consume en exceso, en cuyo supuesto puede producir dolores de cabeza, diarreas, náuseas y vómitos. Con el paso del tiempo, puede provocar baja inmunidad, deficiencia de cobre, que puede producir anemia, y el descenso de los niveles de ‘colesterol bueno’. También puede disminuir la cantidad de antibiótico que nuestro cuerpo absorbe, por lo que es posible que reduzca su eficacia.
