Ha sido uno de los golpes más duros en la vida de Lewis Hamilton: su inseparable bulldog inglés, Roscoe, ha fallecido tras varios días luchando contra una grave neumonía. Más que una mascota, Roscoe fue su compañero de viajes, confidente silencioso en los momentos de gloria y derrota, y hasta una pequeña celebridad que llegó a ganar 700 euros al día como modelo y rostro publicitario. Hoy repasamos con cariño su historia, sus anécdotas más tiernas y el legado que deja en la vida del siete veces campeón del mundo.
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Adiós a Roscoe, el bulldog estrella de Lewis Hamilton
Roscoe murió tras una dura batalla contra la neumonía. Hamilton contó que, después de cuatro días en soporte vital, tomó la decisión más difícil de su vida: despedirlo. Según su comunicado en redes, puso fin al sufrimiento del perro en sus brazos, un gesto cargado de amor y dolor.
Durante los días previos, Roscoe había recaído, su corazón dejó de latir en un momento durante su hospitalización, pero los veterinarios lograron reanimarlo y lo pusieron en coma inducido. En los momentos más críticos, Hamilton incluso decidió ausentarse de una sesión de pruebas oficiales que Ferrari había programado en Mugello, para quedarse junto a su mejor amigo canino.
En su emotivo mensaje, Lewis describió que Roscoe «luchó con cada trocito de fuerza que tenía» hasta su último aliento, y definió despedirlo como «una de las experiencias más dolorosas de mi vida».

De compañero silencioso a estrella del paddock
Roscoe se incorporó a la vida pública de Hamilton alrededor de 2013. Desde entonces, se convirtió en una figura muy reconocida dentro del mundo del automovilismo: viajó con Hamilton a los Grandes Premios, incluso con pase de paddock propio, y apareció junto al piloto en momentos oficiales.
Su fama trascendió el circuito: llegó a participar en la película F1: The Movie junto a Brad Pitt, lo que le dio visibilidad más allá del deporte motor. Su cuenta de Instagram alcanzó un alcance enorme (alrededor de 1,3 a 1,4 millones de seguidores).
Una faceta destacada de Roscoe fue su incursión en el mundo de la publicidad y el modelaje canino. Según medios especializados, Roscoe ganaba aproximadamente 700 € al día por campañas de modelaje, audiciones y colaboraciones publicitarias.

El legado de un amigo que ya no está
Las historias que acompañan a Roscoe son tantas como tiernas. En una ocasión, se cuentan que llevó gafas 3D al cine para acompañar a Hamilton a ver Guardianes de la Galaxia: se sentó junto a él, don gafas puestas, en silencio durante minutos, y Lewis no pudo evitar reír.
Otra curiosidad: cuando Roscoe tenía problemas de salud respiratorios, Hamilton investigó hasta adaptar una dieta vegana para él, pues observó que con la alimentación anterior tenía dificultades para caminar o respirar. Esa transformación alimenticia (siempre supervisada veterinariamente) mejoró su calidad de vida.
Se dice también que durante un cumpleaños, una médium le envió a Hamilton un mensaje supuestamente enviado por Roscoe: su «único deseo» era comerse un trozo de tocino, pese a su dieta vegetal.

En redes y declaraciones, Lewis lo ha descrito repetidamente como «el perro más tranquilo que existe, hasta que ve una pelota», el que nunca agredía, el que se dejaba acariciar sin reservas.
La muerte de Roscoe deja un vacío inmenso y una tristeza pública palpable. Para Hamilton, perder a Coco en 2020 fue una herida profunda; perder ahora a Roscoe es un golpe quizá aún más cruel. En sus palabras, el piloto dijo que aunque había perdido antes a otro perro, nunca había tenido que tomar la decisión de «eutanasiarlo» hasta este momento.