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Ferran Adrià, sobre su vida tras elBulli: «Ya no busco ganar dinero, sólo pasármelo bien y disfrutar»

Ferran Adrià
Ferran Adrià. (FOTO: GTRES)
Rocío Álvarez
  • Rocío Álvarez
  • Periodista multimedia especializada en belleza, viajes y estilo de vida. Durante mis años de vida, la lectura se ha convertido en una compañera fiel y gracias a ella descubrí mi vocación: crear y transmitir a través de las palabras. Con esta convicción me matriculé para cursar Periodismo en la Carlos III y después de años formándome encuentro mi sitio en el mundo: COOL. ¿Mi ley de vida? Nunca desistas, porque el día que lo hagas siempre pensarás en lo que podría haber sido.
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Hablar de Ferran Adrià es hablar de revolución gastronómica, de creatividad sin límites y de un antes y un después en la alta cocina. Pero hoy, lejos del vértigo de los fogones de elBulli y recién reconocido con el Andorra Taste Award en el IV Encuentro Internacional de Gastronomía de Alta Montaña, el chef catalán sorprende con un discurso distinto: no quiere acumular riqueza ni batir récords, sino simplemente vivir tranquilo, pasárselo bien y disfrutar. Su vida actual, marcada por la normalidad y el sosiego, revela una faceta desconocida que contrasta con la intensidad que le convirtió en leyenda.

Ferran Adrià: de elBulli al silencio

Ya han pasado catorce años desde que elBulli cerró sus puertas como restaurante. Sin embargo, Adrià no se ha quedado quieto. En ese lapso ha habitado distintos escenarios: liderando elBullifoundation, siendo conferenciante en congresos, asesor, divulgador. Acepta premios, como el reciente Andorra Taste Award en el IV Encuentro Internacional de Gastronomía de Alta Montaña, pero, sobre todo, acepta el cambio radical de ritmo.

En Andorra, al recibir ese galardón, hizo hincapié en lo importante que es que existan encuentros en territorios más pequeños, menos mediáticos. Para él, ver lo propio tiene valor. No es la fama lo que le mueve ahora, sino la autenticidad, la mirada profunda hacia lo local y lo cotidiano.

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(Foto: GTRES)

Quizá lo más impactante de sus declaraciones: «Ahora soy una persona que no tiene ningún sueldo y que casi no tiene ingresos». Para quien fue dueño de uno de los restaurantes más célebres, capaz de poner su carta en la mente de gourmets de medio mundo, suena casi insólito. Pero Adrià lo dice con una mezcla de honestidad y serenidad.

No se lamenta de ese cambio, ni lo ve como derrota. Lo ve como lógica consecuencia de haber dado todo en una etapa anterior. En ese momento, toda su vida giró en torno al esfuerzo brutal: creatividad, trabajo, innovación constante. Llegó un punto en el que decidió que no podía estar siempre en ese carrusel. Sabía que se retiraría (de cocina activa) a los 50 años.

Porque, como él mismo reconoce, sin dinero no puedes cubrir necesidades. Pero una vez que esas necesidades estaban aseguradas, por sus logros previos, lo esencial cambió: ya no es la cantidad lo que importa, sino la calidad del día a día.

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(Foto: Andorra Taste Awards)

Lo normal como lujo

Una frase clave para entenderlo: «Me cuido mucho y me gustan mucho los restaurantes, no tengo coche, mi mujer me obliga a comprar ropa cada dos o tres años. Llevo una vida normal».

Ese «llevo una vida normal» lo dice alguien que podría tener todo lo contrario: el reconocimiento, los privilegios, la extravagancia. Pero decide no entrar en eso. Prefiere la sencillez. Prefiere disfrutar de lo que hace sin presiones. Prefiere andar lento, mirar alrededor, sentir sin tener que rendir cuentas al mercado.

Ese «disfrutar» es su nuevo motor. No quiere ser juzgado por las cifras, los premios, los likes o los titulares. Quiere levantarse cada día y sentir que tiene algo que compartir, algo que aprender, algo que saborear. Ya no como empresario de la cocina, sino como ser humano que cultiva lo posible.

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(Foto: GTRES)