Apenas quedan unas semanas para señalar el comienzo familiar durante el verano y ya podemos ver dentro de los itinerarios de las familias reales las primeras escapadas estivales de la temporada. Uno de esos destinos, elegido por la aristócrata Sassa de Osma y su marido Christian de Hannover, se encuentra ni más ni menos que en nuestro litoral: en Menorca. Concretamente, en una de las casas de campo de la colección de alojamientos de lujo de Vestige Collection.
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No es algo casual que una de las ramas de la familia real de Hannover haya elegido este destino como lugar de vacaciones. Desde hace casi una década, el matrimonio formado por Sassa de Osma y Christian de Hannover junto a sus tres hijos viven en un lujoso apartamento situado en Puerta del Hierro «por el amor de Sassa a la ciudad», como recogen algunos medios. Viéndolo así, resulta casi natural la transición de la gran ciudad a elegir uno de nuestros destinos costeros más prestigiosos, elegantes y auténticos de la costa mediterránea.
De igual manera que tampoco es casualidad que la sede familiar menorquina lleve el sello de Vestige Collections. O lo que es lo mismo, pertenezca a la exquisita selección de hoteles boutique de nuestro territorio. Porque en rasgos generales, es fácil identificar uno de estos hoteles a través de tres principios: edificios singulares, privacidad para sus huéspedes y una oferta de lujo marcada por el carácter arquitectónico de sus sedes.
En esta ocasión, el complejo elegido por la familia real de Hanover fue la finca Santa Ana. Descrito por la propia Sassa a través de sus redes sociales, por donde nos dejó ver rincones de este lugar, como un lugar de descanso para pasar «días insuperables, comienzo del verano con la familia en un lugar de sueño».
Se trata de una finca privada de 210 hectáreas, con seis habitaciones y máximo nivel de privacidad y exclusividad. Citamos al Financial Times en uno de sus artículos del año pasado cuando señaló esta finca como una de las cinco villas más especiales para disfrutar de unas vacaciones. Y eso que este emplazamiento apenas cumplía medio año cuando fue publicado el artículo.
La casa elegida por los Hannover: una finca menorquina con todo tipo de lujos
El encanto de Santa Ana empieza en la postal que deja su entorno nada más aproximarse. Quizá la palabra más exacta para definirla sería equilibrio. Entre las paredes de piedra, los suelos de terracota y la decoración mediterránea en consonancia con los tonos tierra del paisajismo que la rodea. O entre la privacidad y la accesibilidad, porque se encuentra en el sur de Menorca, junto al corazón urbano de la isla, la Ciudadela, y a tan sólo un paseo de 15 minutos de la cala Cala Macarella, una de las más solicitadas y especiales de la isla.
Ya mencionamos anteriormente que uno de los sellos diferenciales de Vestige Collections es la singularidad arquitectónica de sus ubicaciones. Y para que Financial Times se haya hecho eco de este paraje, algo tiene que tener. Se trata de una finca agrícola construida en 1769 que pertenecía al noble Bernat Josep Olives.
Claro que llega el momento de la verdad: el precio. Alojarse en este idilio menorquí cuesta casi 40.000 € a la semana. Unos 5 .700 € por noche, incluyendo desayuno privado diseñado por el chef Joan Bagur, quien firma y supervisa la experiencia gastronómica de Santa Ana, junto al resto de propiedades de Vestige en Menorca.
Origen nobiliario para huéspedes que continúan el linaje real
La finca de Santa Ana elegida por la mujer de Christian de Hannover ha pasado de la decadencia a un remanso de lujo y comodidad. El paso de tres siglos requirió de un profundo trabajo de rehabilitación del edificio original y el granero que tomó dos años y medios para otorgar a la finca el aspecto con el que hoy en día acoge a quienes cruzan sus puertas.
Santa Ana se encuentra en una finca de 210 metros cuadrados, con capacidad para doce huéspedes, distribuidos en tres edificios: dos suites con terraza y jardín privado, y 4 habitaciones de más de 30 m².
Hoy su interior absorbe toda la esencia menorquina en cada una de sus dependencias y da nombre a sus diferentes espacios y habitaciones dejando que sea la propia isla la anfitriona de la experiencia. Como Macarella y Macarelleta, las suites principales que toman el nombre de las dos calas próximas a este lugar y que se encuentran en la casa principal y en un granero independiente. Mientras que los cuatro dormitorios restantes se encuentran en el antiguo granero.
Junto con las habitaciones, la casa principal cuenta con tres salones, una biblioteca, cocina abierta y comedor. Todas ellas siguiendo una línea de interiorismo donde la restauración ha otorgado a toda la esencia de Santa Ana ese carácter mimetizado con el ambiente y la tradición. Colores tierra, muebles restaurados, materiales naturales y técnicas locales que hacen que la isla encuentre en su interior su particular patio de recreo.
También en su exterior se alza uno de los rincones dedicados a la relajación y la contemplación junto a su piscina, o la cocina y el comedor exteriores. Ofrece la posibilidad de que un chef privado realice las comidas para disfrutar de la luz de las estrellas. Ofreciendo todo tipo de lujos en la que podemos catalogar como una de las fincas más singulares de la isla.
