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David Frei (Grace La Margna): «La Navidad en St. Moritz es adentrarse en una bola de nieve de cristal»

St. Moritz Navidad
(Foto: COOLthelifestyle)
Ana Márquez
  • Ana Márquez
  • Mi sueño era convertir mi pasión en profesión, y lo conseguí. En cuanto terminé la carrera de periodismo entré en el mundo editorial y no he parado de escribir sobre moda, belleza, cine y estilo de vida para importantes cabeceras como COOLthelifestyle. Me encanta aprender y enseñar, tanto que soy docente de Periodismo Digital y Redes Sociales en Condé Nast College. Y como curiosidad, añadir que soy imagen de una crema facial de una conocida marca y es posible que me encuentres en algún 'beauty stand'.
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La Navidad se celebra de mil formas en Europa, pero pocos lugares logran ese equilibrio perfecto entre tradición, nieve y sofisticación como St. Moritz. En este icono alpino, donde las montañas brillan como si fuesen de cristal y los carruajes avanzan sobre un manto blanco, el invierno adquiere una dimensión casi cinematográfica. Allí, el hotel Grace La Margna se convierte en epicentro de una Navidad íntima y luminosa, un refugio donde el lujo se mide en emociones, en chimeneas encendidas y en pequeños rituales que hacen de estas fiestas una experiencia irrepetible. Hablamos con David Frei, director del hotel, para conocer de cerca cómo se vive la navidad en este rinconcito de Suiza, el favorito de la élite.

St. Moritz: una postal navideña que cobra vida

«La Navidad en St. Moritz es como adentrarse en una bola de nieve de cristal»

La Navidad se vive de formas muy distintas a lo largo de Europa: desde los mercados centenarios del norte hasta las grandes capitales iluminadas o los pueblos que parecen detenidos en el tiempo. Pero si hay un destino que encarna la idea más cinematográfica del invierno, ese es St. Moritz, en pleno corazón de los Alpes suizos, donde cada diciembre el paisaje se vuelve casi de cuento. Para descubrir cómo se vive allí la temporada festiva hablamos con David Frei, director del hotel Grace La Margna, uno de los referentes de lujo silencioso del valle.

«La Navidad en St. Moritz es como adentrarse en una bola de nieve de cristal», describe Frei, que conoce mejor que nadie la coreografía luminosa que transforma la ciudad. «Las montañas brillan, el lago se congela y todo el pueblo se ilumina con una luz dorada. Las familias se reúnen alrededor de chimeneas encendidas, los carruajes tirados por caballos se deslizan sobre la nieve y el aire huele a pino y vino caliente. Es una Navidad alpina atemporal, elegante pero íntima, donde la tradición y el glamour se encuentran en perfecta armonía».

St. Moritz Navidad
(Foto: Grace La Margna)

«Muchos asisten a la misa y luego regresan a disfrutar de una copa tranquila junto a la chimenea del Grace»

A pesar de su aura glamurosa, St. Moritz conserva rituales profundamente locales. Frei siempre invita a los recién llegados a empezar por un gesto simple: «Un paseo por el casco antiguo al anochecer: cuando las luces se reflejan en la nieve, es pura magia».

La noche del 24 guarda otro momento especial: la misa del gallo en la iglesia de St. Mauritius, una tradición muy arraigada entre locales y visitantes. «Muchos asisten a la misa y luego regresan a disfrutar de una copa tranquila junto a la chimenea del Grace», cuenta. Y, por supuesto, la experiencia alpina sería incompleta sin una jornada en la naturaleza: «Pasar un día en las pistas o dar un paseo en trineo por el valle de Fex es absolutamente imprescindible».

St. Moritz Navidad
(Foto: Grace La Margna)

«St. Moritz tiene un paisaje de cuento pero también un toque de sofisticación: galerías de arte, chefs con estrellas Michelin»

¿Qué distingue a St. Moritz de otros destinos navideños europeos? Frei lo resume en una combinación difícil de replicar: «St. Moritz combina la autenticidad alpina con un espíritu cosmopolita. Tiene un paisaje de cuento (picos cubiertos de nieve, lagos helados) pero también un toque de sofisticación: galerías de arte, chefs con estrellas Michelin y un ambiente internacional que se siente como una gran reunión familiar. Es festivo sin ser excesivo, elegante sin ser formal. Ese equilibrio es lo que hace a St. Moritz tan especial».

«Cada rincón de Grace La Margna cuenta una historia: desde el árbol de Navidad en el ala La Margna hasta el resplandor de las velas que bordean la escalera»

Dentro de este paisaje de cuento, el Grace La Margna se convierte en un mundo paralelo durante las fiestas. Frei describe una transformación que roza lo cinematográfico: «Las grandes columnas Art Nouveau del vestíbulo resplandecen con luces y el aire se llena del aroma a pino y naranja especiada».

«Cada rincón cuenta una historia: desde el árbol de Navidad en el ala La Margna, decorado con motivos que invitan a descubrir pequeños detalles, hasta el resplandor de las velas que bordean la escalera».

St. Moritz Navidad
(Foto: Grace La Margna)

En el exterior, la guinda del conjunto: «Un majestuoso árbol de 14 metros cubierto con miles de luces se alza frente al hotel, visible desde casi todas las ventanas: un faro brillante que une las dos alas de Grace».

Los espacios gastronómicos también visten su propio traje festivo:
«Stüvetta Moritz evoca un chalet alpino íntimo y cosmopolita, mientras que Beefbar aporta la calidez de las cenas sociales a las noches de invierno. Incluso el bar N/5 se transforma en un pequeño lounge de jazz, perfecto para disfrutar de un Negroni después de la misa del gallo».

«En Navidad, los huéspedes no buscan únicamente experiencias grandiosas, sino gestos que toquen lo emocional»

Entre tantos escenarios invernales, Frei tiene claro cuál es su favorito:
«El salón junto a la chimenea del vestíbulo. Las columnas de granito de Soglio reflejan el parpadeo del fuego, la nieve cae suavemente afuera y el sonido del piano en vivo llena el aire». Un refugio donde los huéspedes se reúnen, brindan, conversan y entran en ese ritmo pausado que define la Navidad alpina. «Es un espacio donde el tiempo parece detenerse, donde realmente se siente el espíritu de Grace».

No se trata tanto del lujo en su sentido tradicional, sino de emociones y pertenencia. La Navidad también transforma la actitud de quienes llegan al hotel. «En Navidad, los huéspedes desaceleran. Llegan con sus familias, pero también con el deseo de encontrar paz, calidez y autenticidad». No buscan únicamente experiencias grandiosas, sino gestos que toquen lo emocional: «Un regalo sorpresa en su habitación, una tarjeta escrita a mano por nuestro equipo o una velada tranquila rodeados de sus seres queridos. No se trata tanto del lujo en su sentido tradicional, sino de emociones y pertenencia».

Son muchas las celebs que vienen a este encantador lugar de Suiza en Navidad. Norman Foster y su mujer Elena Ochoa, tienen aquí una de las casas más admiradas y es habitual verles pasear por las calles en estas fechas tan señaladas.

Elena Ochoa, Norman Foster
Elena Ochoa y Norman Foster en St. Moritz. (Foto: GTRES)

«Un momento memorable que marca la temporada es el encendido del árbol de Navidad en el Christmas Village»

De todos los rituales festivos, hay uno que para Frei simboliza la esencia de esta época: «El encendido del árbol de Navidad en el Christmas Village. Marca el inicio oficial de las fiestas y crea una atmósfera cálida que captura a la perfección el espíritu navideño del hotel».

El Grace La Margna se erige en St. Moritz como un refugio alpino donde la elegancia histórica se mezcla con un lujo cálido y contemporáneo. Instalado en un edificio centenario de inspiración Art Nouveau, el hotel se transforma en Navidad en un escenario casi teatral: columnas iluminadas, aroma a pino y especias, velas que marcan el camino por la escalera y un imponente árbol exterior de 14 metros visible desde casi todas las estancias. Sus espacios gastronómicos adoptan una personalidad festiva sin perder sofisticación. Pero lo que realmente define al Grace es su atmósfera: un lugar donde el tiempo parece ralentizarse, donde la chimenea del vestíbulo se convierte en punto de encuentro y donde cada detalle, desde una tarjeta escrita a mano hasta un chocolate caliente tras esquiar, invita a sentir la Navidad como una experiencia emocional y profundamente acogedora.