Loewe siempre ha estado unida con el arte. Y su Fundación Loewe la promueve con sus premios y colaboraciones, haciendo relucir el talento de los artistas más jóvenes. Su Cratf Prize es uno de esos premios que ayudan a visibilizar a esos autores que están por todo el mundo. Ya llevan cuatro años haciéndolo y sumando éxitos.

La ganadora
Por fin se conoce la ganadora de este certamen: Fanglu Lin (China, 1989). Lin conquistó al jurado con su obra She (2016). «Elaborada con tela, la obra aparece influenciada por los métodos de costura—con más de 100 años de tradición—de las mujeres de la minoría Bai en la provincia de Yunnan, China», explican desde Loewe. Ha asombrado al jurado por «su escala monumental y llamativa destreza». La artesanía es la esencia de estos premios y aquí se respira a la perfección.
La artista vive en Pekín y trabaja, como explican desde Loewe, motivada por la necesidad de revivir tradiciones que cada vez se van perdiendo más. Así trata de salvar la cultura de esas minorías étnicas que hay en su país. Minorías que se pierden en un país tan grande. A pesar de luchar por su cultura popular, Fanglu Lin se educó entre el país vecino, Japón, y Alemania. Este Craft Prize no es el primer precio que recibe. En 2016 recibió dos premios: a la mejor diseñadora joven y a la marca más innovadora. Dos galardones que concede la Architecture Decoration Association de la capital de China.

Lin ha ganado después de llegar a la final con otros 29 participantes. Entre ellos hay que destacar a dos ellos. Primero el japonés Takayuki Sakiyama (1958) por su obra Chōtō Listening to the Waves (2019). «Su obra ha sido concebida como una arrebatada carta de amor dirigida al poder fluctuante del mar, esta cautivadora escultura con forma de recipiente constituye un alarde de maestría material y técnica», explican desde Loewe.
Por otro lado hay que hablar de la obra del chileno David Corvalán (1979), con su pieza Desértico II (2019): «Esta bella pieza de alambre de cobre y resina posee el atractivo de un artefacto proveniente de una era lejana, cargado con mensajes ancestrales y políticos. La obra forma parte de una serie de esculturas geomorfológicas inspiradas en el hogar de Corvalán en el desierto de Atacama, e incide en cómo la avaricia comercial está poniendo en riesgo a la industria» nos cuentan desde la Fundación.

El jurado
Quienes han elegido a estos finalistas y a la ganadora ha sido un jurado cuidadosamente seleccionado que representan lo más granado de la arquitectura, el periodismo, el comisariado de museos y el diseño. Este año el jurado estaba formado por Patricia Urquiola, Anatxu Zabalbeascoa, Olivier Gabet, Genta Ishizuka y Naoto Fukasawa. Ellos han sido los elegidos de enaltecer el trabajo de Funglu Lin, proclamándola la ganadora.
30 fueron los finalistas pero se entregaron más de 2.500 piezas de artistas de hasta 100 países diferentes. Las finalistas fueron elegidas por un panel de expertos, que hicieron la criba. El nivel, como nos podemos imaginar, es cada vez más alto. «Se trata de la edición más internacional del premio desde que fue concebido por Jonathan Anderson en 2016», explican desde Loewe.

The Room
Las obras finalistas se iban a poder visitar en el Museo de Artes Decorativas de París, pero debido a las restricciones en Francia, la Fundación Loewe ha creado The Room. The Room es una plataforma digital y como ellos explican, es la primera base de datos pública consagrada a obras de artesanía contemporánea. Esta plataforma ayuda a que las piezas de estos artistas se puedan conocer a nivel global. Ayuda a darse a conocer de manera más internacional y permite el contacto directo si alguno se enamora de algún pintor, escultor… De la base de datos. The Room enaltece la artesanía, así lo explica el diseñador Jonathan Ardenson: «La artesanía es la esencia de Loewe. Nos consagramos a la artesanía en el sentido más puro de la palabra. En eso se basa nuestra modernidad, y por tanto siempre nos resultará relevante».

