Por el Día Internacional de la Mujer, hablamos con Sandra Andújar, presidenta y cofundadora de Elite Excellence – Federación Española de Lujo, quien nos recuerda que, a lo largo de la historia, el lujo ha sido vivido de manera diferente por hombres y mujeres. En la antigua civilización egipcia, tanto hombres como mujeres utilizaban joyas y maquillaje para reflejar su estatus. Sin embargo, a medida que avanzaron los siglos, el lujo comenzó a asociarse más estrechamente con el mundo masculino, mientras que las mujeres, aunque también disfrutaban de él, lo hacían de una forma más pasiva. No fue hasta el siglo XX, con figuras como Coco Chanel, cuando el lujo dejó de ser sólo un privilegio para unos pocos y comenzó a ser un espacio donde las mujeres se convirtieron en protagonistas, tanto como consumidoras como creadoras.
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«La mujer ha disfrutado del lujo, pero de una forma pasiva, como un sujeto receptor de regalos vinculados a este universo», señala Sandra Andújar, presidenta y cofundadora de Elite Excellence – Federación Española del Lujo.
«Sin embargo, con su incorporación al mundo laboral y la obtención de independencia económica, la mujer se ha convertido en consumidora activa de lujo, e incluso en creadora y directiva dentro de este sector».

«En la época de los egipcios, tanto hombres como mujeres se maquillaban y usaban joyas para demostrar su estatus»
La evolución ha sido evidente, pero no inmediata. Si nos remontamos a la historia, encontramos que el lujo no ha sido siempre un elemento exclusivamente femenino ni masculino. «En la época de los egipcios, tanto hombres como mujeres se maquillaban y usaban joyas para demostrar su estatus. Durante el Renacimiento y el Barroco, el lujo era una expresión de poder utilizada por ambos géneros. Los hombres llevaban pelucas, maquillaje y tacones, elementos que hoy consideramos más femeninos, y que entonces lo usaban tanto ellos como ellas», comenta Andújar.
Fue en el siglo XIX cuando la moda masculina comenzó a volverse más austera y funcional, mientras que el lujo siguió vinculado a la feminidad, aunque todavía de manera pasiva. El gran punto de inflexión llegó en el siglo XX con Coco Chanel. «Ella rompió con los corsés y propuso una moda más práctica y funcional, demostrando que el lujo no tenía por qué ser ostentoso», explica la experta.
«A día de hoy los hombres consumen más cosmética, mientras que las mujeres disfrutan de bienes tradicionalmente masculinos»
Hoy en día, el lujo ha evolucionado hacia una visión más inclusiva y libre de género. «Los hombres consumen más cosmética y maquillaje, mientras que las mujeres disfrutan de bienes tradicionalmente masculinos, como los coches de alta gama o los whiskies premium», indica Andújar. Ejemplo de ello es Macallan, una de las marcas de whisky más prestigiosas del mundo, que cuenta con un alto porcentaje de consumidoras femeninas.
El sector del lujo también ha experimentado una transformación en términos de valores. «Ahora, la sostenibilidad y la autenticidad son clave. La nueva oleada del lujo se enfoca en la transparencia y en el impacto ambiental», afirma la presidenta de Elite Excellence. Diseñadores como Stella McCartney han sido pioneros en esta filosofía, eliminando pieles y cueros de sus colecciones y sustituyéndolos por materiales innovadores como raíces de hongos o desechos de manzana.

Además, las marcas han entendido la importancia de la colaboración. «Hace diez años, las firmas de lujo eran muy celosas de su identidad y no querían mezclarse con otras. Hoy, vemos cada vez más campañas colaborativas entre marcas de moda e incluso del mismo sector», destaca Andújar.
«El lujo es cultura, patrimonio y artesanía. Y hoy, más que nunca, es un motor económico, social y filantrópico»
El mundo del lujo enfrenta varios retos en el futuro inmediato. Uno de los más importantes es la convivencia entre la tradición y la innovación. «Firmas icónicas como Tiffany han sabido adaptarse sin perder su esencia. Pasaron de vender artículos de papelería a convertirse en referentes de la joyería de lujo. Y hoy siguen innovando con estrategias como los NFTs y las experiencias digitales», comenta la experta.
Otro desafío es la conexión con las nuevas generaciones. «Las marcas tienen que encontrar la manera de atraer a los consumidores más jóvenes sin perder su esencia. Tiffany, por ejemplo, pasó de asociarse con Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes a colaborar con figuras como Beyoncé para mantenerse relevante».

La industria del lujo, más que un símbolo de ostentación, se ha convertido en un reflejo de la evolución social. «El lujo es cultura, patrimonio y artesanía. Y hoy, más que nunca, es un motor económico, social y filantrópico», concluye Andújar. En este camino de transformación, la mujer ha logrado conquistar su lugar, pasando de ser una mera espectadora a convertirse en una de sus principales protagonistas.