En el universo de la belleza, cada año surge una nueva tendencia que conquista redes sociales, pasarelas y neceseres. En 2025, la palabra mágica ha sido glowy: ese brillo jugoso, radiante y saludable que parecía iluminar cualquier rostro con sólo mirarlo. Pero, de repente, surgió la gran duda: si durante años evitamos el brillo a toda costa… ¿Por qué ahora lo perseguimos? La respuesta es sencilla y reveladora: «no todo el brillo es igual». Y para entenderlo, primero hay que aprender a diferenciar la piel grasa de la piel glowy. Nos lo cuenta una experta en el tema: Belinda Martínez, de ISDIN.

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La piel grasa es, simplemente, un tipo de piel. Igual que la normal, la mixta o la sensible. Su característica principal es la producción elevada de sebo, algo que puede traducirse en poros más visibles, tendencia a imperfecciones y una textura más oleosa. Pero lejos de ser negativa, esta condición tiene ventajas: el sebo protege, refuerza la barrera cutánea y ayuda a que la piel envejezca más lentamente gracias a su capacidad para retener la humedad. El problema surge cuando esa producción se descontrola y aparece un brillo que no queremos.

La piel glowy, en cambio, no es un tipo de piel: es una tendencia, un acabado, una forma de resaltar la luminosidad natural del rostro. Su origen está muy vinculado a la belleza coreana, que desde hace años promueve rutinas centradas en la hidratación, la renovación celular y la piel saludable. El glow no viene del exceso de aceite, sino de una piel que refleja la luz gracias a una hidratación equilibrada y un cuidado constante.
Entonces, ¿cómo lograr ese brillo radiante sin caer en el aspecto graso? La clave está en conocer tu piel y darle lo que realmente necesita. Todas las pieles pueden brillar de forma bonita, pero no lo conseguirán con los mismos productos ni con la misma estrategia. Si la rutina no se adapta a tu tipo de piel, la barrera cutánea se desequilibra y aparece la temida mezcla de brillos indeseados, textura irregular y zonas apagadas.

Para construir una piel luminosa, lo primero es la limpieza, un paso esencial para eliminar restos de contaminación, protector solar y sebo acumulado. Los limpiadores en aceite, como Essential Cleansing, son perfectos porque retiran impurezas sin irritar ni resecar. Después llega el turno de la hidratación, especialmente en el contorno de ojos, la zona que más rápido delata el cansancio. Productos como Hyaluronic Eyes ayudan a mantener esa mirada fresca y luminosa.
El corazón de la rutina está en el sérum: si tu piel es grasa, busca fórmulas que regulen el sebo; si es seca, apuesta por activos que retengan agua; si es sensible, opta por ingredientes calmantes que aumenten la luminosidad sin irritar. Finalmente, la hidratante adecuada sellará toda la rutina y mantendrá la piel equilibrada. Y el broche de oro del glow llega con el protector solar iluminador. Fusion Water Magic Glow es el ejemplo perfecto: protege, hidrata y aporta ese toque dorado y uniforme que hace que la piel se vea radiante incluso sin maquillaje.
