La Gran Manzana de Nueva York es uno de los grandes iconos globales, no sólo por sus transitadas calles o por la gran cantidad de películas que se han rodado en ella, sino porque es un icono. La arquitectura de la ciudad habla de la historia de sus calles, desde siglos pasados, avanzando por la guerra y los edificios icónicos que dejó la postguerra. Nueva York fue una de las primeras ciudades en tener rascacielos y, aunque muchos se hicieron conocidos con el paso de los años, hoy hablamos de un icono del art déco. Descubrimos las curiosidades y secretos que existen sobre el edificio Chrysler.
Posicionado como uno de los rascacielos más famosos del mundo y situado en la intersección entre la calle 42 y Lexington Avenue, cuenta con 77 plantas y 319 metros de altura, lo cual lo convirtió en uno de los edificios más altos del mundo y uno de los más contemporáneos de Nueva York, según han declarado varios expertos a lo largo de los años. Sus paredes albergan secretos y curiosidades que seguro que no estaban en tu conocimiento. Estas son las más destacadas:
Antes era un parque de atracciones
El edificio Chrysler no siempre ha estado ahí. Se edificó en 1931. Previamente, ese espacio era un parque de atracciones llamado Dreamland. Duró bastantes años hasta que un devastador incendio lo redujo a cenizas y a su propietario, William Reynolds, se le ocurrió construir un proyecto de alto perfil, por lo que contrató al arquitecto William Van Allen para que diseñara uno de los edificios más altos del mundo.
Un éxito de nueve meses
Muchos no saben que, mientras se estaba terminando el edificio Chrysler, el Empire State Building estaba cobrando forma y, además, de forma muy acelerada. Nueve meses más tarde de su apertura, su competencia fue terminada y desbancó a este conocido edificio, dejándolo en segundo puesto. Los años han dado un regalo a la arquitectura y, en la actualidad, casi nada es imposible de construir. Ahora es el edificio número 135 más alto de todo el mundo y el 10 más alto de Nueva York, según The Skyscraper Center.
Su nombre original, no era Chrysler
De acuerdo con datos de Mental Floss, Walter Chrysler, creador de la marca de coches que lleva su apellido, alquiló una parte del edificio durante 20 años, con el objetivo de instalar su empresa de automóviles del mismo nombre. Su dueño original, Reynolds, tenía problemas económicos y este salió en su ayuda. Tras pagar todas las facturas pendientes, Chrysler adquirió el edificio por la cantidad de 2 millones de euros de la época.
Tuvo el primer reloj digital del mundo
En la década de los 70, lo analógico comenzó a pasarse de moda y lo digital, al ser la gran novedad, estaba comenzando a posicionarse de forma muy tajante en el mercado. En el área de recepción, junto a un mural de Edward Trumbull y estructuras de mármol, fue el lugar escogido para colocar ese artilugio que, en los 70, era toda una gran novedad.
Una estructura icónica
Cuenta con adornos bajo la temática automovilística que Van Alen agregó en honor a Chrysler. Tiene un total de 3.862 ventanas y una corona de acero inoxidable en su punta con siete arcos unidos. Su interior cuenta con muros de mármol marroquí y en las esquinas del piso 61 están adornadas con águilas.
¿Cuándo ladrillos se necesitaron?
Con el avance de los métodos arquitectónicos, no nos podemos olvidar que era una época en la que todo se construía con ladrillo y, literalmente, necesitaron de cuatro millones de unidades para alzar el rascacielos, además de 4.000 remaches.
Su popularidad era muy baja
A pesar de su imponente apariencia, la popularidad del edificio Chrysler no era nada alta, hasta que llegó la década de los 70. Antes de eso, la majestuosa construcción sólo tenía un 17% de ocupación e incluso llegó un momento que estuvo a punto de ser desmantelado.