Todo empezó en la calle O’Donnell 33, en el año 1954, cuando el genial arquitecto Antonio Lamela funda Estudio Lamela en un moderno edificio de viviendas -fue el primero de España con aire acondicionado central y pionero en Madrid con la fachada recubierta de gresite- muy cercano al parque del Retiro madrileño, con piscina en la terraza y diseñado por él mismo. Su hijo Carlos Lamela de Vargas -actual Presidente Ejecutivo- nacería cuatro años después.
Creció entre escuadras y cartabones viendo a diario la bata blanca de su padre, y del resto del equipo del estudio, situado entonces en la parte trasera de la vivienda familiar. Se incorporó al estudio en el año 1984.
«Mi padre construyó la bicicleta desde cero, que es lo más difícil, y yo sólo tuve que coger velocidad», dice Carlos Lamela, con media sonrisa haciendo gala de su sentido del humor durante la entrevista concedida a COOL en la sede actual de su estudio madrileño.
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Las Torres de Colón, la Terminal 4 de Barajas, o el Conjunto Canalejas en Madrid son algunas de las obras maestras firmadas por Estudio Lamela.
Rascacielos y aviones
A Carlos Lamela le apasionan los rascacielos y los aviones desde que era un niño; lo que parece toda una premonición, porque los aeropuertos y los edificios en altura son hoy en día santo y seña del Estudio Lamela.
El edificio actual, sede de este estudio de arquitectos, está diseñado con personalidad propia: un singular envoltorio geométrico de cristal y acero, que permite disfrutar de unas vistas increíbles, y varias alturas de techo diferentes, -iluminado igual que la T4 de Barajas-. Un edificio donde se respira mucho orden por todas partes.
Lamela de Vargas capitanea a un equipo de 80 profesionales que integran la ‘familia’ del Estudio Lamela. Una ‘familia’ consolidada y en permanente búsqueda de la excelencia profesional.
En su estudio
Carlos Lamela nos recibe a primera hora de la mañana en el buque insignia madrileño, inaugurado en 2008, donde tiene su despacho y cuartel general a las afueras de Madrid. Un ‘sobrecogedor’ edificio lleno de luz, de espacio y absolutamente funcional, y de gran impacto visual. Junto a él, recorremos las instalaciones de esta sede madrileña, decorada con maquetas y fotografías emblemáticas que recopilan nada menos que siete décadas de trabajo y de historia. Siete décadas de solera.
Las Torres de Colón, el Hotel Meliá Princesa, La Terminal 4 de Barajas, el Bernabéu, el Complejo Canalejas, y la Sede Airbus en Getafe son sólo algunos de los reconocidos proyectos en la capital de España de Estudio Lamela. Actualmente, en marcha el proyecto del nuevo Hotel Formentor en Palma de Mallorca y un Hospital en Málaga, entre otros .
La entrevista con COOL está realizada en su mesa de trabajo habitual. Una mesa redonda, blanca, con muchas plumas estilográficas y folios apilados. Situada en un rincón triangular, inundado de luz natural, y rodeado de cactus heredados del despacho su padre. Muy cerca, y comunicado visualmente sin tabiques, trabaja el resto del equipo.
Con calma conversamos y repasamos la trayectoria de uno de los mejores estudios de arquitectura del mundo. Un estudio con la mayor cartera de grandes clientes de España y con más de dos mil proyectos realizados.
«El mejor arquitecto del mundo seguramente no lo conocemos», dice nuestro anfitrión con humildad, parafraseando a su padre. «Porque quizás no haya tenido la oportunidad de darse a conocer», explica.
Madrileño de nacimiento, hace más de 15 años que su estudio de arquitectura concursa y compite de tú a tú con el resto de los mejores estudios internacionales batallando por los proyectos más emblemáticos del mundo. Estudio Lamela tiene abiertas varias sedes internacionales actualmente: en México, Polonia y Países Bajos.«La competencia es dura -reconoce con sinceridad-. Hay muchos estudios muy prestigiosos, en Reino Unido, por ejemplo», añade sonriente.
Pregunta: Señor Lamela, han pasado 70 años desde que su padre fundó Estudio Lamela ¿Cómo ha cambiado y evolucionado la arquitectura desde la segunda mitad del siglo XX hasta el siglo XXI?
Respuesta: Efectivamente, la arquitectura ha cambiado mucho pero los invariantes continuan. Mi padre funda el estudio en época de escasez, tras una guerra civil cruenta. Y él pertenece a una generación de arquitectos que se conoce como la Edad de Oro de la arquitectura española. Arquitectos con pocos medios y con gran formación y profesionalidad que pudieron redirigir la arquitectura española. Hubo una arquitectura de élite muy importante. Nosotros somos la continuidad, la generación que viene después; yo digo que me encontré la bicicleta hecha, ya en marcha ya, y nosotros sólo tuvimos que coger velocidad. Lo difícil fue construir la bicicleta de cero y acompañar a nuestro país en este cambio. A mí si me llegan a decir que íbamos a hacer obras fuera, en México, Holanda, Varsovia….aeropuertos, estadios, no me lo hubiera creído. ¡Era inimaginable para nosotros! La profesión está muy bien considerada fuera de España afortunadamente. Estamos muy orgullosos.
P: ¿La competencia internacional es dura, imagino?
R: Es dura, sí. España no está en primera línea mundial para exportar y competir con Reino Unido no es fácil. Los británicos lo tienen mejor por el idioma. Jugar en primera división internacional no es sencillo, pero una vez que lo logras, después ya te mueves con más facilidad. Las constructoras españolas, además, fuera de España son muy potentes y eso es una gran ventaja que tenemos que aprovechar.
«El arquitecto debe escuchar la voz del mundo, trazar ideas, tender puentes e imaginar proyectos que recojan el eco de una sociedad con necesidades nuevas y anhelos antiguos»
P: Estas son palabras suyas… Así concibe la filosofía de Estudio Lamela, entiendo.
R: El arquitecto es un gran respondedor y lo que tiene que hacer es responder a las necesidades de la sociedad: económicas, sociales, culturales… Todo eso, el arquitecto debe resumirlo en un proyecto y dar a la sociedad lo que la sociedad necesita. Haciendo un estadio, una ópera, un hospital, viviendas sociales… Somos un instrumento más, en definitiva.
P: El factor humano es clave. La palabra humanización aquí, en Estudio Lamela, está escrita en mayúsculas.
R: Trabajamos para la sociedad y para la humanidad. En los arquitectos se nota mucho la humanización, por la buena formación académica que hemos tenido, tan poliédrica, impregnada de humanismo en las escuelas. Ninguna otra disciplina aúna de forma tan clara los aspectos técnicos con los artísticos, como la arquitectura. Esta unidad es algo muy importante para el ser humano.
P: Un arquitecto y un estudio muy vinculado siempre a Madrid. Acaba de terminar Méndez Álvaro, pero el proyecto más importante de su carrera, que es también muy reciente, ha sido posiblemente la rehabilitación del Centro Canalejas. ¿Y quizás el de mayor envergadura profesional ?
R: Estudio Lamela ha estado y está muy ligado a Madrid. Madrid ha sido nuestro epicentro. Mi padre era madrileño y yo también lo soy. El Hotel Melia Princesa, el conjunto Galaxia, el Bernabéu, la T4 de Barajas… Pero, yo siempre digo que el conjunto Canalejas ha sido el proyecto más complejo que ha hecho el Estudio. No es demasiado grande, son 50 mil metros cuadrados, pero su situación emblemática en un lugar tan histórico, en el epicentro de la capital y el hecho de poder hacer allí la rehabilitación de sus siete fachadas de edificios tan importantes para la historia de España, ha sido una gran oportunidad y una referencia europea, incluso mundial de los últimos años. Va a servir de acicate para que se sigan haciendo cosas importantes. Estamos muy contentos y agradecidos, y en especial a la familia Villar Mir, que ha sido el motor de todo lo que representa .
P: Y además totalmente sostenible.
R: Ha sido la labor de reciclaje urbano, como reciclaje conceptual más importante que ha habido en Madrid. Va a revitalizar esa zona de Madrid.
P: Sobre las Torres de Colón, su padre en su día dijo que era la obra que llevaba en su corazón. ¿Para usted es Canalejas la obra que lleva en el corazón quizás?
R: (Buena pregunta , dice). Sí, las llevaba en el corazón y yo por ello me he visto recientemente obligado precisamente a su defensa más absoluta por el bien del estudio, de mi padre y de la sociedad. Pero las Torres de Colón son ya historia. Efectivamente, Canalejas es mi última gran obra; junto al Bernabéu y T4 de Barajas, son las 3 grandes obras del Estudio de los últimos 30 años en España.
P: Luz, espacio y función, tres palabras mágicas.
R: Pues sí, son tres buenas patas para un magnifico taburete.
P: ¿La belleza es lo más importante?
R: La arquitectura no es sólo belleza; pero sin ella estaría coja. La belleza es el equilibrio, la proporción… Nos hace sentir bien, y muchas veces no sabemos porqué… La belleza resume algo intangible: proporción tranquilidad, color, sombra, luz… Un poco de todo.
P: ¿Hacia dónde va la arquitectura del siglo XXI? ¿La arquitectura industrializada es el futuro?
R: La arquitectura es una máquina muy pesada a la que le cuesta avanzar, porque tiene que ser construida. Los cambios se alcanzan con cierta dificultad. Ha cambiado la percepción de la personas y ha cambiado la técnica, pero no tanto como en otros sectores como la aviación o la informática… Es como la moda, por ejemplo, en un traje de caballero, se siguen usando gemelos y botones como hace 70 años… Hay elementos cuyo cambio es más lento y la arquitectura es un mundo donde las cosas aparentemente cambian menos. La industrialización es importante, pero va lenta. Los edificios se fabricarán en fábricas enormes, dentro de 50 años, por robots, como ahora los coches. España sería un lugar fantástico para montar esas grandes fábricas, porque tenemos mucho espacio para hacerlas. Eso, será en la construcción. Pero siempre habrá una arquitectura de élite, como en la moda, y ambas convivirán. ¡Y también está el metaverso…! Es otro libro por abrir. La arquitectura virtual llegará, dentro de poco.
P: Los aviones y rascacielos son protagonistas en su vida, siente pasión por ellos desde niño.
R: Soy un gran afortunado, la arquitectura me lo ha dado todo. Me gusta el fútbol desde pequeñito y si me dicen que iba a acabar haciendo el Estadio Bernabéu no lo hubiera creído; me gustan los aviones, –soy piloto de hecho desde hace muchos años-, y hago la T4 del Aeropuerto de Madrid… ¡Es una suerte enorme!. Gracias además al equipo estupendo que tenemos en el estudio la tipología de aeropuertos es una referencia.
P: Un equipo que es como una familia. En total unas 80 personas capitaneados por usted.
R: Una familia, es un adjetivo bonito, sí, somos una familia que queremos hacerlo mejor cada día. Queremos que quién visite nuestros edificios esté satisfecho. El ver la sonrisa de quién nos visita, los amigos y clientes, es siempre una gran alegría. Es un regalo… Yo, por ejemplo, que voy mucho a la T4 y me fijo mucho en la gente, cuando me cruzo con algunos pasajeros que miran al techo por primera vez, al bambú y comentan y le hacen fotos, me encanta… ¡Me da una gran alegría… Me gustaría decirles que soy uno de los arquitectos!.
P: Se le cae la baba, un poquito…
R: Sí…, (sonríe) se me cae un poquito la baba con la T4 de Barajas; es algo parecido a cómo te sientes cuando un hijo o una hija aprueba.
P: Diseña para el disfrute de la sociedad.
R: Sí, por supuesto, para el bienestar y el disfrute de la sociedad. La arquitectura no es concebible sin el bienestar de las personas.
P: ¿Estudio Lamela tiene varias patas distintas (residencial, deportivo, sanitario, industrializado, transporte), pero siempre con una metodología común?
R: Sí, hay un discurso común, que es la funcionalidad, y la excelencia en el trabajo. Cada sub-tema tiene su propia especialización. En Reino Unido hay estudios que sólo hacen estadios, por ejemplo. En España, en cambio, no está tan marcada la especialización, somos muy generalistas. Aquí muchas veces, al hacer las cosas primera vez , nos salen mejor, por eso de la novedad.
P: ¿Cómo se inspira cada día? ¿Cómo crea cada nuevo proyecto?
R: Somos un estudio muy coral. Depende de cómo vengan los proyectos los hacen unos compañeros u otros. Yo no llego al detalle de todo, aunque estoy en todo. Pero tengo un magnífico equipo de arquitectos, muy bien engranado, con historia común y las cosas casi salen solas, sin apenas discutirlas... Son equipos de decenas de personas. Y es curioso, por ejemplo en la T4, hay veces que tengo que recordar quién dio una solución u otra. Por ejemplo, a veces me pregunto quién dijo lo del bambú en el techo, ¡yo no fui, por cierto! O el tema del color, del arcoíris, que eso sí que fue una idea de Richard Rogers, personalmente. Los españoles somos más cautos en el tema del color. Yo decidí que el amarillo, el color central, lo lleváramos al resto.
P: Son uno de los mejores estudios del mundo. ¿Cuál es el reto actualmente? Con el listón tan alto, tras 70 años… Y ahora que la ópera de Sydney ya está construida.
R: El mejor arquitecto del mundo no lo conocemos, me dijo un día mi padre, seguro será alguien extraordinario pero que no ha tenido la fortuna de darse a conocer… Nosotros trabajamos mucho e intentamos hacerlo cada día mejor. ¿Por hacer? Pues estamos ofertando proyectos muy importantes, pero me inclinaría por un edificio en altura; es algo que me gustaría mucho realizar. Un rascacielos, sí, es una tipología que me encantaría hacer.
P: Entre manos, ahora el Hotel Formentor.
R: Sí, es muy importante la rehabilitación en el hotel, que va a ser un Four Seasons por cierto. Canalejas ha supuesto un escalón importante para nosotros en este sentido del mundo hotelero.
P: Los edificios del siglo pasado, ¿cómo deberían de envejecer?
R: Gran asunto es el envejecimiento de edificios. Si están bien construidos y si son respetados, envejecen bien. En España, el respeto por los edificios es escaso y Madrid es ese sentido una ciudad muy anárquica. Lo vemos a diario. Pintadas, grafittis, aires acondicionados, placas fotovoltaicas sin ton ni son… Necesitamos reglamentaciones más estrictas, que no permitan cerrar las terrazas… Si se mantienen bien los edificios, tendríamos un parque edificatorio mucho más bonito de lo que tenemos. Tenemos mucho que aprender. Es una asignatura pendiente.
P: ¿Entiendo que está haciendo un llamamiento para que los edificios envejezcan como corresponde?
R: Sí. Que los edificios no se alteren y se cuiden. Y claro que hago un llamamiento. El Ayuntamiento de Madrid debería tomar nota.
P: Una última curiosidad, ¿ha dicho que no alguna vez a un cliente?
P: Lo más importante no es el equipo de arquitectura, es el cliente, para que un proyecto salga bien. Si un cliente no confía en nosotros, lo rechazamos con tranquilidad. O si no encaja en nuestra línea, por ejemplo la casa de ‘Lo que el viento se llevó’ o si no encaja la calidad constructiva necesaria; pero, los rechazados han sido pocos casos y el cliente que llega, ya nos conoce. Somos unos arquitectos fáciles, respetuosos y flexibles. Y nos llevamos bien con todo el mundo.
P: Arquitectura ética.
R: Todo tiene que ser ético en la vida. Podemos conseguirlo o no, pero el objetivo de la ética está ahí siempre. Y la ética de alguna forma va de la mano de la estética, una asignatura de nuestra carrera.
