Todos nos hemos preguntado alguna vez en qué se convertirá nuestro mundo de aquí a 500 años, ¿volarán los coches? ¿En qué se convertirán las ciudades? ¿Estará todo lleno de rascacielos? Por ahora no podemos saberlo y mucho menos darlo por hecho, porque aunque te hayas imaginado miles de veces cómo sería todo en un futuro… nunca lo sabrás a ciencia cierta. Ejemplo de ello es esta cabaña situada en los fiordos noruegos, ¿acaso alguna vez habías podido imaginarte una construcción similar?
Sigue leyendo y te contamos todo sobre este prototipo de arquitectura anfibia que se inspiró en la vivienda real construida por Ludwig Wittgenstein.
La cabaña de Wittgenstein
Ludwig Wittgenstein, filósofo, dibujó y planificó en 1914 una casa de madera en la escarpada orilla del lago Eidsvatnet en Skjolden, junto al fiordo Sognefjord, en Noruega.
En este pequeño espacio, su autor había encontrado la paz y tranquilidad que necesitaba en sus estudios logísticos. Utilizó el lugar como válvula de escape, donde desaparecer y concentrarse en la que finalmente sería la construcción de una casa y un pequeño embarcadero.
Para poder acceder a él, había que cruzar el lago en barco o caminar sobre el hielo durante los meses de invierno. Fue construido sobre una plataforma de piedra y de madera, con tablones horizontales, cubierta de pizarra y habitaciones a distintas alturas.
Wittgenstein construyó una cabaña que significase el sentimiento de fuga del mundo, de desviación hacia algún lugar, otro camino, ningún lugar, nadie.
Esta serie fue diseñada años después por Dionisio González y con ella analiza ese primer plano estructural de la arquitectura, la cabaña. Hay algo revelador e inquietante en la cabaña noruega de Wittgenstein y es el enfrentamiento entre la frontalidad del fiordo con el agua alojada tras la acción de los glaciares. Esta es la función de la serie, recrear el mundo de posibilidades, de contrarios que no deben encajar pero lo hacen con lógica.
Toda esta serie es un reflejo del mundo, o por lo menos cómo lo veía nuestro filósofo, el cual consideraba que los límites del mundo estaban en el lenguaje.