En los parques, en casa o en reuniones familiares, hay una frase que muchos padres sueltan sin pensarlo dos veces: “Tienes que compartir”. Suena bien, parece educada, pero cada vez más psicólogos infantiles y defensores de la crianza respetuosa advierten que imponerla puede ser un error. Obligar a un niño a ceder sus cosas, incluso a desconocidos, no enseña generosidad: enseña sumisión.
Y lo peor es que, si lo piensas fríamente, ni tú mismo actuarías así. ¿Compartir tu móvil con un extraño en el autobús? ¿Dejarle tu coche a cualquiera en el trabajo? Entonces, ¿por qué exigir a los más pequeños lo que tú nunca harías?