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Aunque no decidimos la cara que tenemos, lo cierto es que nuestros rasgos faciales pueden revelar muchos detalles sobre la personalidad, según la psicología. Así lo refleja una de sus ramas más polémicas: la morfopsicología, que se encarga de relacionar las facciones del rostro con la forma de ser. Si lo piensas tiene sentido; hasta nuestra profesión marca nuestro carácter.
Uno de los rasgos que estudia la morfopsicología son las arrugas. Lejos de reflejar el paso del tiempo o el envejecimiento, estas marcas en la cara pueden revelar detalles importantes sobre el carácter de la persona.
Dependiendo de qué tipo de arrugas tengas y en qué parte de la cara, puedes generar la impresión de ser una persona enfadada, preocupada u obsesiva. Estas son algunas de las interpretaciones de la morfopsicología.
Esto es lo que dicen de ti las arrugas en la cara, según la psicología
Aunque la forma de la cara no tiene por qué definir cómo te comportas, las interpretaciones faciales de la morfopsicología son influyentes en el día a día.
Los rasgos faciales generan la primera impresión sobre una persona, y a partir de marcas como las arrugas, se pueden intuir los signos de ciertas emociones vividas con frecuencia.
Por ejemplo, según la morfopsicología las arrugas en la frente suelen asociarse a personas preocupadas o malhumoradas. La expresión constante de tensión deja marcas que transmiten seriedad o negatividad.
Las arrugas en las cejas, en cambio, suelen relacionarse con personas muy reflexivas. Pero si las arrugas están en el entrecejo, se relacionan con la rigidez, la obsesión y los pensamientos persistentes.
Las arrugas alrededor de los ojos, o patas de gallo, aunque puedan ser señal de sonrisas frecuentes, también pueden ser vistas como un reflejo de preocupación o tristeza, mientras que las arrugas alrededor de la boca sugieren orgullo.
¿Qué es realmente la morfopsicología?
Aunque no está avalada científicamente, la morfopsicología es útil en áreas como la imagen personal, el coaching o la asesoría estética. Esta disciplina se encarga de relacionar distintos tipos de rasgos faciales con la personalidad.
La idea clave en la morfopsicología es que un rasgo facial no define quién eres, pero sí puede reflejar la huella de las vivencias, los hábitos o las influencias culturales a las que has estado expuesto.
Más que decir cómo somos, esta disciplina recoge información sobre la impresión que generan nuestros rasgos y cómo influye esa percepción en el juicio de los demás sobre nuestra forma de ser.
Otros rasgos faciales que revelan detalles de nuestra personalidad
Las arrugas no son el único indicador facial que revela detalles sobre el carácter de una persona. Según la morfopsicología, hay otros aspectos del rostro que influyen en cómo nos perciben los demás.
Por ejemplo, los ojos grandes transmiten sinceridad y ambición, mientras que los ojos pequeños reflejan inquietud e inteligencia.
La posición de las orejas también se relaciona con la determinación y la valentía en la toma de decisiones. Las personas que tienen orejas situadas por encima de la altura de las cejas reflejan rapidez en el procesamiento de información, mientras que las personas con orejas bajas son percibidas como más indecisas.