Ni andar ni leer: la actividad social recomendada a los mayores de 60 años para estimular la función cognitiva

Esta actividad podría ser una respuesta al problema del sedentarismo y del aislamiento social en adultos mayores

Actividad para evitar el sedentarismo

Adultos mayores divirtiéndose

A medida que la población envejece, aumentan las preocupaciones sobre cómo evitar el sedentarismo y mantener la salud mental. En España, los mayores de 60 años constituyen un grupo demográfico cada vez más amplio, con necesidades específicas en materia de bienestar físico, cognitivo y emocional. La promoción de hábitos activos es un desafío tanto para instituciones públicas como privadas.

Tradicionalmente, caminar o leer han sido actividades recomendadas por sus beneficios. Sin embargo, se están explorando nuevas vías que incluyen elementos lúdicos con el objetivo de fomentar la interacción, la estimulación sensorial y el compromiso emocional. Una de estas alternativas no implica pantallas ni largas caminatas, sino piezas de plástico encajables que habitualmente se asocian con la infancia.

La actividad social recomendada a los mayores de 60 años para evitar el sedentarismo y aislamiento

Pocos lo saben, pero el uso de bloques de construcción promueve la participación activa, tanto en niños como adultos mayores. Esta práctica ofrece beneficios relevantes para evitar el sedentarismo y mejorar la comunicación en personas con deterioro cognitivo.

En el Hospital Regional de Copiapó, en Chile, la empresa Lego desarrolló una experiencia piloto con pacientes que padecen enfermedades neurodegenerativas. La iniciativa, liderada por la Universidad de Atacama, combinó la construcción con bloques con una plataforma tecnológica de seguimiento llamada NAIRA. Esta herramienta permite registrar la evolución de las interacciones verbales y sociales de los participantes.

La actividad consistió en construir, manipular piezas y compartir experiencias en grupo. No se trató de un juego libre, sino de una dinámica guiada con objetivos terapéuticos específicos. De este modo, se estimulaban funciones cognitivas como la memoria, la atención y la coordinación motriz, al tiempo que se fortalecen los vínculos sociales.

Cómo la construcción de bloques generó participación e interacción en centros de cuidado

La investigadora en gerontología Natalia Kasperovich implementó sesiones con bloques Duplo (una versión adaptada para manos adultas) en centros de cuidado para personas con demencia moderada y severa. A lo largo de tres meses, observó cómo el uso de estos materiales fomentaba la concentración, la comunicación y la implicación emocional de los pacientes.

Entre los factores clave que se identificaron para lograr resultados positivos se encuentran:

Algunas personas respondieron por primera vez en semanas a estímulos exteriores gracias a la manipulación de los bloques. La actividad se convirtió en una forma no farmacológica de afrontar momentos de ansiedad o desorientación, lo que podría suponer un avance en el acompañamiento de pacientes con deterioro avanzado.

¿Cuáles son los beneficios de interactuar con bloques y juegos de construcción?

Este tipo de propuestas no reemplazan otras prácticas beneficiosas, como caminar, leer o escuchar música, pero presentan una alternativa eficaz para evitar el sedentarismo, especialmente en contextos donde la movilidad está limitada. La construcción con bloques no requiere fuerza física ni destrezas complejas. Tampoco conlleva riesgos asociados al desplazamiento.

Sus beneficios abarcan:

Además, al tratarse de una actividad grupal, contribuye a disminuir el aislamiento social, algo frecuente en residencias y centros de día. La interacción que se genera entre los participantes —aunque sea mínima— ya representa un avance frente a la inmovilidad y la desconexión del entorno.

Desde la perspectiva de la gerontología, la incorporación de dinámicas lúdicas no se debe entender como una regresión infantil, sino como una estrategia para mantener activas las capacidades residuales. La clave está en ofrecer herramientas accesibles que puedan integrarse en las rutinas diarias y favorezcan una mayor implicación por parte de los mayores.

Como han señalado expertos en neurología conductual como la Dra. Sarah Kremen, la estimulación cognitiva y sensorial puede ser un recurso clave para aquellas personas que han perdido la iniciativa espontánea. Aunque no es una solución única, sí representa un complemento valioso a otras formas tradicionales de intervención con personas mayores.

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