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Las cucarachas son pequeñas e inofensivas, por lo que no resulta racional que tantísima gente les tenga tanto miedo, hasta el punto de salir corriendo si ven una. Por ello, los psicólogos han querido estudiar por qué algunos tiemblan sólo con pensar que en su casa pueden vivir estos insectos.
Hay otros animales como las arañas o las serpientes que también generan rechazo, ¿pero por qué las cucarachas son tan odiadas y producen tanto asco? Hay que comprender que son emociones universales y profundamente enraizadas en nuestra evolución.
No debemos olvidar que las cucarachas tienen un aspecto extraño y las relacionamos con suciedad y catástrofes. Por ello, los psicólogos comprenden que su presencia sea suficiente para activar una alerta. ¿Irracional? Sí. Pero muy real.
Los psicólogos lo explican: qué es el miedo extremo a las cucarachas
El miedo extremo a las cucarachas tiene nombre: blatofobia. Se trata de una fobia específica, encuadrada dentro de los trastornos de ansiedad. Como ocurre con otros temores irracionales (como el miedo a volar o a los payasos), este tipo de fobia puede llegar a condicionar la vida de quien la sufre.
Las personas con blatofobia no sólo sienten rechazo, sino un auténtico pánico. Si se encuentran con una cucaracha, pueden sufrir sudores, taquicardia o incluso ataques de ansiedad. Y todo esto frente a un insecto que, objetivamente, no representa ningún peligro.
Según recogen en Psicología y Mente, Jeffrey Lockwood, profesor de Ecología en la Universidad de Wyoming y autor del libro La mente infestada, defiende que la demostración de la importancia de las cucarachas en nuestra mente es que nos dan más miedo que otras especies mucho más peligrosas como los mosquitos.
Factores que influyen en que las cucarachas nos den miedo y asco
El miedo y el asco hacia las cucarachas también están influidos por factores culturales. En nuestra sociedad, se las asocia con lugares insalubres, basura y falta de higiene. Este estigma refuerza la idea de que son repugnantes y peligrosas, aunque no lo sean.
Curiosamente, en otras partes del mundo, como algunos países de Asia, las cucarachas son consideradas una fuente de alimento. Allí no despiertan las mismas reacciones de rechazo, lo que demuestra que no todo es instinto: la cultura también cuenta.
En todo caso, si no te gustan las cucarachas no es que estés loco. La combinación de la cultura, las experiencias vividas y el aprendizaje condicionado han provocado que sea uno de los animales más odiados del planeta. Por ello los psicólogos lo tienen claro: miedo, asco y cucarachas van de la mano.
Los psicólogos demuestran cómo se desarrollan los miedos irracionales
La psicología explica este miedo irracional a través del condicionamiento clásico. Este tipo de aprendizaje asociativo, descrito por Iván Pávlov y desarrollado por John B. Watson, demuestra que es posible aprender a temer algo a partir de una experiencia traumática.
Un ejemplo clásico es el experimento del pequeño Albert, al que Watson enseñó a tener miedo a una rata blanca que inicialmente le gustaba.
El método fue asociar a ese animal con un fuerte ruido desagradable, por lo que el niño acabó temiendo tanto a las ratas como a otros objetos similares.
Algo parecido puede ocurrir con las cucarachas: basta una experiencia negativa en la infancia para que se genere un rechazo duradero.