Siempre se ha dicho que los niños más inteligentes juegan al ajedrez, pero con la vuelta al cole es importante saber cuáles son los juegos que más pueden ayudar a nuestros hijos a que mejoren la toma de decisiones. Aprender mientras se divierten es fundamental para que no se desanimen.
Al parecer la gran revolución en las aulas puede llegar de la mano de los juegos de estrategia cooperativa, ya que les ayuda a tomar decisiones de forma compartida, sin caer en egoísmos y entendiendo los puntos de vista ajenos.
Y es que la clave de estos juegos es que hay que participar en equipo y no premian a un único ganador. Eso los hace especialmente buenos en entornos escolares, ya que tienen una premisa clara: o ganamos todos, o perdemos todo. Con ello estimulan el desarrollo cognitivo, social y emocional.
Por qué los juegos colaborativos son fundamentales para el aprendizaje en las aulas
Los juegos cooperativos de estrategia no sólo divierten, también entrenan habilidades esenciales para el día a día. En primer lugar, fortalecen la atención, la memoria y la resolución de problemas. Al tener que planificar en conjunto, los niños aprenden a organizar tareas, evaluar riesgos y tomar decisiones de forma consensuada.
En segundo lugar, impulsan competencias sociales de alto valor. La comunicación, la empatía, el respeto y la negociación se convierten en piezas centrales de la partida. Este tipo de dinámicas fomenta la inclusión en el aula y ayuda a que todos los alumnos se sientan parte activa de un mismo objetivo.
Además, entrenan las llamadas funciones ejecutivas, es decir, la planificación, el control de impulsos, la organización y la flexibilidad mental. Capacidades que no sólo se aplican al juego, sino que son transferibles al rendimiento académico y a la vida cotidiana.
Los mejores juegos para que los niños se diviertan y aprendan en la vuelta al cole
Existen propuestas que han demostrado un impacto directo en el aula. Juegos como Pandemic, donde los participantes deben salvar al mundo de una amenaza vírica trabajando codo con codo, son el mejor ejemplo. Cada jugador asume un rol específico y se ve obligado a cooperar para lograr la victoria.
La clave es que este enfoque pedagógico rompe con la lógica de la competición clásica. Ya no se trata de que un alumno destaque sobre el resto, como ocurre en el ajedrez, sino de que todos los niños se sientan parte fundamental de un proyecto común.
De hecho, hay profesores que ya lo han probado otros años y consideran que el cambio es visible. Los alumnos empiezan más motivados, más unidos y el clima en clase es mucho más positivo. Y es que, en tiempos de pantallas, el juego cooperativo recupera la esencia de la interacción cara a cara.
Dicen que los niños más inteligentes prefieren los juegos sin normas claras y, ahora, hay que incluir un nuevo detalle: los que mejores decisiones toman son los que colaboran en el proceso. Vas a evitar riñas en clase, pero también les ayudarás a aprender estrategia, escuchar al otro y respetar turnos.