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Un experto nos revela cómo prevenir los problemas de pisada de la Reina Letizia

Reina Letizia
(Foto: GTRES)
Lucía Lera
  • Lucía Lera
  • Periodista especializada en viajes, belleza y estilo de vida. Al salir de la universidad de Periodismo decidí hacer de mi vocación algo más que mi pasión: mi profesión. Desde entonces he podido compartir mis historias en varias cabeceras. Reafirmando a cada artículo que elegí el camino correcto.
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Desde hace un par de años hemos acostumbrado a ver a la Reina Leticia dejando a un lado protocolos de vestimenta para sustituir el zapato de tacón por la suela plana. Todo esto tiene una explicación: su enfermedad plantar. Una dolencia derivada del uso excesivo de zapatos con elevado tacón que nos ha dejado imágenes tan insólitas como cuando la vimos sentada en el besamanos previo a la cena de gala de los reyes de Países Bajos. Con ello se ha convertido en una de las figuras referentes en la concienciación sobre el cuidado de la pisada y las consecuencias que esta puede tener en nuestro día a día. 

Reina Leticia zapato plano
(Foto: EFE)

¿Hasta qué punto es importante corregir la pisada? Pues bien, partimos de la base de que estamos tratando de la salud de la base de nuestro cuerpo: los pies. Por consecuencia, los problemas y dolencias derivados de la pisada van a afectar a toda nuestra estabilidad corporal, pasando por las caderas y derivando en problemas de postura que pueden afectar a la espalda. A todo ello, debemos de tener en cuenta que en nuestros pies se encuentran gran parte de las terminaciones nerviosas. Además, numerosos estudios han relacionado las conexiones nerviosas de los pies con beneficios a nivel mental, ayudando a reducir las presiones e incentivando un estado de calma.

En este campo, la solución se encuentra en poder encontrar la dolencia y actuar a tiempo, evitando con ello daños mayores a nivel general en el cuerpo. José Manuel Aguilar Picapiedra, podólogo experto en biomecánica y cirugía mínimamente invasiva del pie, director de Clínica del Pie Aguilar, en Getafe, afirma que «corregir una mala pisada a tiempo, ya sea con plantillas personalizadas, ejercicios específicos o tratamiento podológico/ fisioterapéutico, es clave para prevenir problemas mayores en el cuerpo». Además, «también es importante mantener buenos hábitos, como usar calzado adecuado, realizar revisiones podológicas regulares y fortalecer la musculatura del pie y las piernas». Hemos conversado con él para establecer una guía sobre el correcto cuidado de nuestra pisada.

Reina Leticia zapato plano
La Reina Leticia en la despedida del buque escuela Juan Sebastián de Elcano.(Foto: GettyImages)

¿Cómo puede afectar la pisada a la salud?

Una mala pisada influye no solo en nuestro pie y miembro inferior, sino que «puede alterar la alineación normal del cuerpo y el patrón de movimiento, lo que genera una compensación en las articulaciones, músculos y ligamentos», subraya el Dr. Aguilar. Esto puede provocar: 

  • Dolor y lesiones en los pies, como fascitis plantar, juanetes, dedos en garra o callosidades.
  • Problemas en las rodillas: puede provocar patologías de rodilla (condromalacia, síndrome patelofemoral..) o exacerbar las ya existentes.
  • Lesiones en caderas y espalda, ya que estas articulaciones compensan las desalineaciones que pueda haber en la pisada.
  • Problemas posturales y de equilibrio, especialmente problemáticos en personas mayores o con problemas de estabilidad ya que aumentan el riesgo de caídas.

¿Qué patologías podemos sufrir si no corregimos una mala pisada a largo plazo?

En palabras del Dr. Aguilar, si no se corrige a tiempo, una mala pisada puede terminar desarrollando patologías crónicas o degenerativas, como: 

  • En los pies: fascitis plantar, tendinitis del tendón de Aquiles, Hallux Valgus o juanete, pie plano o cavo, etc. En general patologías que se van a desarrollar por sobreuso de esas estructuras que exige esa mala pisada, o también patologías por atrofia de las estructuras que no se usan tanto debido a esa mala pisada.
  • En las rodillas: meniscopatías, condromalacia rotuliana o desgaste de cartilago, y exacerbación del Genu varo o genu valgo.
  • En el sistema muscular: sobrecarga muscular, contracturas y fatiga crónica. 

¿Qué áreas son las que más afectadas se pueden ver por una mala pisada?

  • Pies: son la base del problema, al recibir directamente las fuerzas incorrectas durante la marcha.
  • Tobillos: a menudo sufren esguinces repetitivos si hay episodios de inestabilidad. 
  • Rodillas: como hemos comentado, una pisada desalineada puede cargar más peso en el interior o exterior de la articulación.
  • Columna vertebral: la falta de equilibrio en la base puede desalinear las vértebras, generando dolores lumbares, dorsales o cervicales. Aunque lo más habitual son los problemas lumbares.

¿Hay algún ‘mal hábito’ que incremente estos problemas?

El Dr. Aguilar nos explica que, además de una mala pisada, hay malos habitos capaces de acentuar o incluso provocar las dolencias derivadas de una mala pisada. Esos malos hábitos son:

  • Uso de calzado inadecuado: zapatos sin soporte adecuado (contrafuerte), con tacones altos, calzado estrecho o con poca amortiguación. Son las condiciones que más habitualmente vemos en los pacientes que acuden a consulta. Ahora que esta tan de moda, hacer especial énfasis en tener precaución a la hora de utilizar calzado tipo minimalista, puede ser un calzado tremendamente beneficioso pero requiere un periodo de adaptación musculoesquelético previo, además que según qué patológicas puede ser contraproducente.
  • Sedentarismo: favorece la atrofia muscular y disminuye la capacidad de los pies para absorber impactos.
  • Sobrepeso: aumenta la presión sobre los pies y empeora los desequilibrios biomecánicos. Tiene una relación directa con la cantidad de carga que soportan.
  • Malos hábitos o vicios posturales: muy importantes en edades tempranas, pueden conducir a patologías en el adulto. Sentarse demasiado como los indios, piernas encerrado, etc.
  • No realizar revisiones podológicas periódicas: a colación de lo anterior, especialmente indicado en edades tempranas (a partir de los 6 años) ya que ignorar los estadios iniciales pueden ocasionar graves patologías en el futuro.