Ante un momento de estrés, puedes reaccionar con calma o, por el contrario, preocuparte y sentir ansiedad. Esta predisposición, sorprendentemente, no sólo depende de la actitud, sino que también está escrita en tu ADN. Conocer cómo responderá tu cuerpo puede ser una herramienta clave para evitar llegar al límite. Existen pruebas genéticas que te permiten saber si eres un guerrero frente al estrés o si necesitas apoyarte en hábitos que te ayuden a mantener la calma, como Mark Zuckerberg o Jeff Bezos que nada más despertar tiene una rutina específica que potencia la toma de decisiones y alivia el estrés.
Si has pasado por una situación de estrés, como una toma de decisión empresarial, compra de acciones… sabrás que no todos reaccionamos de la misma manera. Hay quienes, en momentos difíciles, mantienen la calma y pueden ver las cosas con claridad. Otros, en cambio, pueden sentirse abrumados y ansiosos.
Esta reacción podría depender, en parte, de un factor que no podemos cambiar: nuestra genética. Pero, si bien no se puede cambiar el ADN, entenderlo sí que puede ser un primer paso para vivir mejor.
Se habla mucho del gen COMT en el mundo de la genética y del bienestar, ya que influye en cómo procesamos la dopamina, la llamada molécula de la motivación. La doctora Sandra Ferreiro, responsable del Área Científica del ADNTRO, nos explica que este gen puede hacer que seamos más propensos a asumir una mentalidad de guerrero o de preocupado frente al estrés.
Las personas con una variante de este gen son más activas en momentos de presión y parecen actuar con más enfoque, mientras que las personas con la otra variante tienden a experimentar mayor ansiedad cuando la situación se pone difícil.
Cómo responde tu genética al estrés
La ciencia también nos está dando nuevas herramientas para entender mejor nuestra predisposición al estrés. La doctora nos explica que en su laboratorio, ADNTRO, realizan pruebas genéticas que se hacen simplemente con una muestra de saliva y desde casa. Este estudio te da a conocer tus variantes genéticas relacionadas con el estrés, el estado de ánimo y las habilidades cognitivas.
Una vez que tienes esta información, puedes tomar decisiones más acertadas sobre tus rutinas y hábitos. Por ejemplo, si eres más guerrero, quizás te vayan mejor actividades de alta intensidad, como un entrenamiento HIIT. En cambio, si tienes una genética de preocupado, puedes incluir técnicas que te ayuden a mantener la calma y evitar que el estrés te afecte negativamente, como la práctica del mindfulness o yoga.
Al final, conocer tu predisposición genética puede ser una herramienta más en tu arsenal de bienestar. No se trata de etiquetarse, sino de entender qué es lo que necesitas para vivir mejor. ¿Eres alguien que puede manejar bien el estrés en momentos intensos? ¿O quizás tienes que trabajar un poco más para mantener la calma? Saberlo te da el poder de elegir las herramientas y rutinas que más te favorecen, adaptándolas a tu estilo de vida y objetivos.