La salud mental ha sido una cuestión históricamente olvidada y estigmatizada en la sociedad española, sin embargo cada año cobra mayor importancia. El 10 de octubre se celebraba el Día Mundial de la Salud Mental. El evento representa un compromiso global para crear conciencia sobre los problemas de salud mental en todo el mundo y movilizar esfuerzos en apoyo de la salud mental. Ahora más que nunca, es esencial que trabajemos para hacer que la atención de salud mental sea una realidad para todos. Hoy en COOLthelifestyle hemos tenido el placer de hablar con Pilar Guerra Escudero sobre salud mental. Pilar nos ha hablado sobre los problemas de salud mental más comunes en el siglo XXI, como la adicción y dependencia emocional, sobre trastornos emocionales, sobre la importancia de la psicología y mucho más. ¡No te lo pierdas!
Entrevista a Pilar Guerra Escudero sobre la salud mental
Pregunta: ¿Quién es Pilar Guerra Escudero?
Respuesta: Soy Pilar Guerra Escudero y lidero mi propio gabinete de psicología, especializado en adicción y desintoxicación emocional, trastornos de las emociones y la conducta, y coaching emocional y ejecutivo.
Mi vocación por la psicología viene de mi juventud, incluso antes de empezar mis estudios universitarios. Cuando comencé la carrera de Psicología en la Universidad Complutense, no solo supe que había elegido el camino correcto, que del trabajo haría mi vida, lo sentía, y mi instinto no me falló.
Mi especialización en adicción y desintoxicación emocional viene de una experiencia de divorcio de pareja con un duelo muy doloroso, que me ha ayudado a ayudar a otras personas en sus duelos tras sus propias crisis sentimentales, separaciones o divorcios.
P: ¿En qué consiste la adicción y desintoxicación emocional? ¿Qué puede provocarlo?
R: Toda relación tiene momentos y todos los momentos hacen la relación. Sería ilógico generalizar todas las relaciones, pero lo que sí que podemos afirmar es que en todas las relaciones sentimentales intervienen tres factores; tiempo, intensidad y, sobre todo, el comportamiento del ser humano, como pareja y, en concreto, como persona.
Durante la relación, cuando una de las personas está aferrada a mantener ese vínculo de amor, sufre una lucha constante en su cabeza. Le invaden sentimientos de duda e impotencia, siente que debe seguir y pelear por mantener a flote su relación, donde los factores de presión (familiar y social) tienen un poder incontrolable sobre nosotros mismos.
Sin importar quién tomó la decisión, a veces la ruptura no sólo es inevitable, sino que se vuelve necesaria. Y, tras una ruptura, por mucho que haya sido la decisión más acertada, hay veces que nuestro YO empieza a sentir emociones descompensadas como: depresión, inmadurez, ansiedad generalizada, inestabilidad, dependencia…
Porque a diferencia de lo que siente una persona cuando está enamorada, para el adicto, el amor se transforma en ‘dolor y sufrimiento’. Todo ello es Adicción Emocional, una de las patologías que más afecta a la sociedad y que pocos saben que la padecen y, sobre todo, cómo tratarla. En la mayoría de los casos, el adicto emocional se caracteriza por presentar un duelo doloroso y patológico, que no entiende y, por tanto, no acepta.
Como especialista en este campo, considero que lo fundamental es aceptar en todo momento los sentimientos que, parezcan lógicos o no, tienen una causa psico-racional que siempre debemos respetar y atender. Muchos adictos emocionales, de manera consciente o inconsciente, no se permiten sentir esas emociones, ya sea por un mecanismo de autodefensa, por miedo al rechazo social, idealizando la situación…
Pero la solución reside en reconocer y trabajar todo sentimiento experimentado. Además, los adictos emocionales se enfrentan a un gigante: la sociedad actual, en la que abandonarse al dolor está considerado como negativo, débil e insano y donde las soluciones ante este problema escasean.
P: ¿Cómo tratar esta dificultad?, ¿cuáles son las fases por las que suele pasar el proceso psicoterapéutico al ayudar a personas con dependencia emocional?
R: La adicción emocional es el gran enemigo de esta sociedad y aún no se le ha puesto nombre. Hasta hoy, no se había planteado ningún tipo de terapia para tratar a un adicto emocional, todo se reducía a la mítica frase «el tiempo lo cura todo».
Creo firmemente que es fundamental saber gestionarlo para redirigirnos correctamente hacia una nueva vida. Por ello, he creado mi propio Método de Desintoxicación Emocional, que basa su filosofía en la terapia de grupo desde la convicción de que, para transitar el proceso del duelo, es mejor hacerlo acompañados por personas que han pasado por las mismas experiencias.
En los grupos de apoyo yo misma aporto mi propia experiencia, tras haber superado todas las fases de la adicción emocional, convirtiéndome en algo así como un espejo donde el paciente puede verse reflejado en un futuro.
Estas fases son, básicamente, cinco. La primera, de negación y aislamiento, en la que es frecuente negar la realidad y llevar a cabo intentos por recuperar lo que había. Es una etapa larga y dura de afrontar, en la que la persona suele actuar de esta manera como forma de protección. En este momento es importante que la persona conozca sus emociones y exteriorice de manera consciente lo que ha sucedido en su relación de pareja. Es necesario ser objetivo para obtener una visión más realista de lo que está ocurriendo.
En una segunda fase, aparece la ira, subyacente a la tristeza. Una vez que la persona deja de negar lo que está sucediendo, puede sentir una inmensa rabia y una ira intensa que proyecta hacia la otra persona o hacia sí misma. El resentimiento y la venganza son habituales en esta fase, por lo que es necesario ser conscientes de que este sentimiento de odio forma parte de esta etapa y con el tiempo desaparecerá. Es una fase para perdonar, poder seguir avanzando y romper las cadenas tóxicas que aún queden ligadas.
En un tercer momento llega la fase de negociación que también puede ser complicada, si no se gestiona de manera apropiada, porque la persona tiende a sobreentender los motivos de la separación, excederse en la compresión y dejar de pensar en él/ ella.
Posteriormente, se llega a la fase de depresión. El sentimiento de abandono cobra protagonismo. La tristeza se apodera de la persona porque comienza a darse cuenta de que recuperar la relación ya no es posible y tiene que dejar atrás a la persona que tanto ha amado. La tristeza inabordable puede invadir otros dominios de la vida, contaminándolos hasta anularlos. Trabajo, amigos, familia, cuidado personal… Se ven afectados por perder a alguien supuestamente necesario para él o ella.
Por último, se llegará a la fase de aceptación, en la que la razón comienza a dominar por encima de las emociones y el individuo comienza a ser objetivo y realista. Con el tiempo, la persona ha trabajado lo suficiente en sí misma y ha reflexionado sobre lo que fue la relación pasada.
Ahora puede mirar de nuevo al futuro con optimismo, al aceptar que todo terminó y que lo que no pudo ser no será. Tras un profundo trabajo de autoconocimiento ha conseguido un cambio transformacional sólido para conocer a nuevas personas. Ahora entiende que estar abierta al amor no es lo mismo que buscarlo.
P: ¿Qué trastornos emocionales y de conducta podemos observar en el siglo XXI?
R: En mi experiencia como psicóloga, he observado que buena parte de los cuadros diagnosticados en las consultas de psicología tienen que ver con los comportamientos de los seres humanos que causan daños en los otros.
Cada vez detectamos más casos con síntomas tales como depresión, soledad o aislamiento que son consecuencia de relaciones con personas con trastorno narcisista de la personalidad, ya sea en pareja, familia disfuncional, grupos de amigos o en el entorno laboral, con jefes déspotas que rozan el mobbing laboral.
Para mí, el Trastorno Narcisista de la Personalidad es la patología del siglo XXI. Hoy en día, pasan por mi consulta un gran número de pacientes con dependencia emocional, que han sido diagnosticadas con Trastorno por Estrés Postraumático. Esto sucede cuando la persona ha mantenido una relación amorosa con una pareja con Trastorno Narcisista de la Personalidad, un trastorno afectivo que está caracterizado por no saber manejar los afectos y plasmar toda su sintomatología en las relaciones personales.
En el caso de las relaciones de pareja, la persona con este trastorno tiene una serie de síntomas que se saltan los vínculos emocionales funcionales y ejercen un tipo de conducta que se conoce comúnmente como maltrato psicológico.
Por tanto, el Trastorno Narcisista de la Personalidad es uno de los descubrimientos más importantes dentro de la psiquiatría y psicología de los últimos tiempos, que explica muchos comportamientos en las relaciones humanas actuales.
P: A nivel ejecutivo, ¿en qué consiste tu papel como coach? ¿Qué carencias encontramos en el mundo empresarial a nivel psicológico?
R: La presión, el estrés y el ritmo de vida que llevamos ha provocado el incremento en las empresas del número de bajas laborales por problemas relacionados con la salud mental. Ansiedad y depresión son los principales enemigos a los que se enfrentan muchos de ellos, derivando en falta de rendimiento, en primer lugar, y en bajas laborales, en última instancia.
Como una forma de evitar esto, pero también para velar por la prosperidad de sus empleados y generar mejor clima laboral, las empresas cada vez están más concienciadas de la importancia de que sus empleados tengan las herramientas para poder gestionar sus emociones.
Para ello, ofrezco tanto programas generales como personalizados dirigidos a los empleados, con los que podrán obtener una solución a los bloqueos y trabas que puedan estar atravesando, de una manera rápida y efectiva.
Los psicólogos clínicos que nos hemos formado en la disciplina de coaching, reconocemos que podemos llegar de manera más rápida las personas para trabajar con ellas retos personales.
Esta distinción es muy importante, ya que las personas comienzan a entender que los quiebres no son problemas mentales, sino oportunidades de aprendizaje, y que las personas aprendemos por ensayo y error, por lo que los síntomas psicológicos de malestar emocional pueden ser oportunidades de alto crecimiento.
P: ¿Existen tendencias en psicología? Si es así, ¿con cuáles nos encontramos a día de hoy?
R: Para mí la mayor tendencia ahora mismo es la visibilidad y la prioridad que está cobrando la salud mental. Es obvio que la pandemia de COVID-19 tuvo un impacto significativo en la salud mental de las personas. El distanciamiento social, la incertidumbre, el miedo y las dificultades económicas contribuyeron al aumento de los trastornos mentales. Sin embargo, esta crisis sanitaria ha logrado llamar la atención sobre la importancia de abordar la salud mental de manera pro-activa y priorizarla en nuestras vidas y, muy importante, en los gobiernos.
Según el informe del Ministerio de Sanidad sobre la Estrategia de Salud Mental del Sistema Nacional de Salud 2022-2026, «la atención a la salud mental de las personas y comunidades es condición indispensable para el desarrollo de calidad de vida y el ejercicio pleno de una ciudadanía en la que se conjuguen los derechos y deberes”.
P: ¿Animarías a todo el mundo a ir al psicólogo? ¿Qué le dirías a una persona queno se atreve a hacerlo; ya sea por miedo, por presión social…?
R: Por su puesto. El cuerpo humano es anatomía pura, y no hay diferencia entre lo físico y lo psicológico, sino que ambas partes forman un todo y están íntimamente relacionadas, siendo cada una de ellas causa y consecuencia de la otra.
Por lo tanto, cuando un individuo comienza a sentirse emocionalmente mal, no tiene por qué saber definir de manera profesional sus síntomas, puesto que generalmente no tiene el vocabulario científico aprendido como para identificar el nombre del trastorno. Pero sí sabe que algo va mal.
El paradigma sobre la salud mental ha cambiado, igual que multitud de conceptos han pasado por cambios a lo largo de la historia. La salud mental no pasa por asociar a los profesionales clínicos como especialistas de ‘locos’; esta es una creencia limitante. La salud mental es una disciplina encargada de la mejora de los sentimientos y emociones, de las conductas y los comportamientos, así como de nuestro mundo de pensamientos y de ideas, para discernir aquellas que son racionales de las que no lo son.
Personas con resistencia a acudir a terapia, temen ser estigmatizados de enfermos mentales. Hemos de aplicar la sabia teoría de que reconocer las vulnerabilidades de cada uno parece ser que es la más principal de las fortalezas humanas.
La persona resistente a las terapias ha de estar informado de que afortunadamente estamos en la actualidad en un cambio profundo de paradigma, en el que no va a estar señalado por los demás como alguien anómalo por asistir a un tratamiento psicoterapéutico, sino que en muy poco tiempo va a ser es justo lo contrario: será extraño aquella persona que nunca haya asistido a terapia, porque no se concebirá que el mundo pueda continuar sin formación emocional.
En cuanto al miedo o la desconfianza, el psicólogo no es un juez, sino un profesional facilitador de estabilidad emocional y de desarrollo del potencial humano de las personas. Las personas resistentes a la psicoterapia suelen tener personalidades negadoras, incapaces de reconocer que sienten emociones primitivas como la tristeza, la ira, el enfado, la envidia, los celos, y sentimientos de inferioridad, así como que son vulnerables al mundo de las emociones de sentimientos ‘negativos’: fobias, dificultades sociales, así como un sinfín de variaciones en su carácter y de reacciones ante los estímulos externos.
Estas personas temen que los psicólogos les diagnostiquemos y les coloquemos un título médico a sus males. Lejos de esto, los profesionales de la salud mental, no emitimos juicios sobre nada que ocurra en la mente humana. Amamos nuestra profesión y solo nos centramos en ayudar y sostener al paciente para su mejora.
No distinguimos entre emociones buenas y malas, ni en lo que es normal y no lo es. Consideramos los síntomas como naturales, ya que forman parte de la naturaleza humana. Quizá el que las personas resistentes conozcan estos matices de nuestra praxis, favorezca el que dejen de temer nuestra figura profesional.
P: ¿Qué consejos nos darías como profesional para cuidar nuestra salud mental?
R: Lo más importante de todo es tomar conciencia de nuestra salud mental y las emociones que sentimos. A partir de ahí, saber cómo gestionarlas se vuelve más que nunca primordial para no caer en el pozo de la desesperación y evitar contagiarnos de sensaciones negativas o depresivas, pero también para poder sobrellevar todo lo que esté por venir.
Esto nos capacita para saber manejarnos en nuestra vida cotidiana y ver el mundo de forma positiva. Nos permite tener confianza para enfrentar los desafíos diarios, mantener la salud, aprovechar las oportunidades y disfrutar de la vida.
La vida y las circunstancias cambian continuamente, por tanto, nuestro carácter, pensamientos y sentimientos también fluctúan. A veces es normal sentir malestar: tristeza, preocupación, temor o inquietud. Pero estos sentimientos se convierten en problema cuando empiezan a obstaculizar nuestra vida diaria por un tiempo prolongado.
Lo que hay tener claro es que las emociones cumplen la función de adaptarnos a nuestro entorno, no son buenas ni malas, son señales e información acerca de lo que nos rodea y de nosotros mismos. Las emociones nos informan sobre lo que necesitamos, nos preparan e impulsan para actuar. Además, nos invitan a evitar el dolor y a acercarnos a lo positivo.
La clave para lograr el bienestar emocional está en encontrar un balance en todos los aspectos de nuestra vida: física, mental, emocional y espiritual. Es la habilidad de poder disfrutar la vida y a la vez de afrontar los problemas diarios que nos van surgiendo.
Además de cuidarnos a nosotros mismos, siguiendo una correcta dieta alimenticia, cumpliendo las horas de sueño y descanso, realizando actividad física, es importante cuidar las relaciones con los que nos rodean para gozar de bienestar emocional y salud mental.
El compartir las cosas del día a día, nuestros problemas y preocupaciones con personas de confianza o que hayan pasado por una situación parecida, nos ayuda a encontrar soluciones y a sentirnos menos solos para afrontarlo. Por ello es recomendable dedicarle tiempo de calidad a familiares y amigos, a la vez que procuramos hacer nuevas amistades, esto supondrá la posibilidad reciproca de dar y recibir apoyo.