Vuelta a la rutina, a los horarios, a los propósitos… Y a la necesidad urgente de desintoxicarse de los excesos del verano. Cada septiembre se repite el mismo patrón: sentimos pesadez, digestiones lentas, sueño alterado y el anhelo de compensar lo vivido entre terrazas, helados y cócteles. Pero ¿realmente necesitamos dietas depurativas? ¿Funciona el ayuno intermitente a toda costa? ¿Cómo recuperar el bienestar sin caer en extremos? Hablamos con Elisa Blázquez, nutricionista clínica integrativa especializada en inmunonutrición, salud digestiva y equilibrio hormonal, autora de Toma las riendas de tu salud y referente en el ámbito del bienestar. Su enfoque, basado en el respeto por el cuerpo y la sostenibilidad de los hábitos, huye de las modas detox y apuesta por una recuperación consciente, desde dentro y sin culpa.
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«Más que hacer dietas, lo ideal es volver a lo esencial: hidratarse bien, recuperar la rutina de comidas y apoyar la digestión con platos sencillos y naturales»

Durante el verano, el cuerpo sufre un pequeño desajuste: dormimos peor, comemos a deshora, reducimos la actividad física y solemos hacer elecciones más impulsivas. Por eso, el verdadero reset no empieza con dietas restrictivas, sino con la recuperación de los ritmos internos.
«El primer paso es recuperar el ritmo, tanto a nivel de horarios como de alimentación. El cuerpo necesita estructura para sentirse bien. Las comidas deben ser equilibradas y regulares. Y el movimiento suave es clave para reactivarse sin generar estrés», asegura la experta.
En ese sentido, los entrenamientos intensivos o las restricciones drásticas son justo lo contrario de lo que el cuerpo necesita.
«Uno de los errores más comunes es empezar con dietas restrictivas pensando que es saludable. Eliminar grupos de alimentos, abusar de batidos sustitutivos o hacer ayunos extremos sólo aumenta el estrés metabólico»

¿Cuánto tarda el cuerpo en volver a sentirse bien?
Buena noticia: no es necesario un mes de penitencia para volver a sentirnos ligeros y con energía. Según Elisa Blázquez, el cuerpo es «sabio y resiliente» y, si no hay una patología de base, en una o dos semanas se pueden notar grandes mejoras.
«Con una alimentación antiinflamatoria, descanso adecuado y tránsito digestivo regulado, mejora la hinchazón, la energía matinal, la concentración y la sensación general de ligereza»
Lejos de prohibiciones y planes detox, Blázquez propone alimentar al cuerpo con criterio. ¿Su fórmula? Comidas completas, vegetales variados, proteínas de calidad y grasas saludables. Algunos ejemplos concretos que recomienda:
- Desayunos digestivos y energéticos, como tortilla con verduras y aguacate o yogur de cabra con chía, frutos rojos y avena.
- Comidas sencillas, como salteados de verduras con legumbre, pollo o pescado.
- Cenas suaves y tempranas, como cremas vegetales o ceviches de pescado blanco.

Y aunque muchos aún buscan soluciones rápidas, ella lo tiene claro: «Las dietas depurativas estrictas no son sostenibles ni recomendables en la mayoría de los casos. Es más efectivo reeducar hábitos desde la conciencia».
Eso sí, incluir alimentos con efecto depurativo puede ser un buen aliado: verduras amargas como alcachofa o escarola, infusiones de boldo o diente de león, y caldos naturales, todo dentro de un plan realista.
Inflamación, microbiota y energía baja: el triángulo postverano
Una de las quejas más comunes en esta época es la hinchazón abdominal, la pesadez y la falta de energía. ¿La causa? «Una microbiota alterada por el exceso de comidas fuera de casa, alcohol y cambios de ritmo», señala Blázquez.
La solución pasa por recuperar el equilibrio intestinal con alimentos ricos en fibra soluble (manzana, avena, semillas de chía), hidratarse bien, masticar adecuadamente y moverse a diario. «Incluso caminar puede ayudar mucho a la motilidad intestinal», destaca.

Además, de cara al otoño, es fundamental reforzar el sistema inmune, y la alimentación vuelve a ser la mejor medicina: vitamina D, omega 3, zinc, selenio y fermentados naturales son básicos en esta etapa. Y, si es necesario, pueden acompañarse de suplementos como probióticos o betaglucanos, siempre con supervisión.
Pero si algo define el trabajo de Elisa Blázquez es su mirada integrativa. Para ella, comer bien no es suficiente. «El descanso nocturno, la gestión emocional y el movimiento suave son claves. También revisar el estado de la microbiota, las hormonas y el nivel de estrés crónico. La salud es un puzzle de muchas piezas», afirma.

Ese enfoque lo aplica también en su vida personal. Cada septiembre, la nutricionista realiza su propio ritual de autocuidado:
«Vacío la despensa antes de las vacaciones, y al volver la lleno con conciencia. Planifico menús sanos, retomo mis rutinas favoritas, reorganizo horarios de sueño y me marco un objetivo de autocuidado, como leer o pasear más»
Uno de los mensajes más potentes de esta entrevista llega cuando se le pregunta por la culpa tras los excesos del verano. Su respuesta es clara:
«La culpa es lo único que no ayuda en absoluto. Lo importante no es lo que hiciste en agosto, sino lo que decides hacer hoy. Disfrutar también forma parte de la salud».

¿Y cómo encontrar ese punto medio entre cuidarse y vivir? Blázquez lo resume con una frase que podría tatuarse en cada nevera: «Cuídate como quien se quiere, no como quien se castiga. Porque el cuidado real incluye también el disfrute, la flexibilidad y el respeto a lo que uno necesita en cada momento».