Por el Día del Yoga, que se celebra cada 21 de junio, hablamos de los beneficios de esta práctica para aliviar el estrés. Dentro de este universo de respiración, equilibrio y control, hay una postura que destaca como la reina del core y la aliada silenciosa contra el cortisol. No hace falta subirte al último reto de Instagram ni inscribirte en el gimnasio más puntero. Sólo necesitas tu esterilla, un poco de constancia y conocer el poder de Navasana, la postura del barco.
Sí, esa postura en la que el cuerpo se convierte en una especie de V flotante, que parece simple en apariencia, pero que esconde una activación total de la musculatura profunda del abdomen, al tiempo que envía señales de calma al sistema nervioso. Es el equilibrio perfecto entre fuerza y serenidad, y quienes la practican con regularidad aseguran que tonifica más que cien abdominales tradicionales, sin añadir presión extra al suelo pélvico ni cargar las cervicales.
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‘Navasana’, la postura de yoga que reduce el cortisol y tonifica los abdominales
Navasana viene del sánscrito nava, que significa barco. En esta postura, te sientas con las piernas estiradas y el torso erguido, luego levantas los pies del suelo mientras mantienes la espalda recta y los brazos estirados hacia delante. El resultado es una figura que recuerda a un bote navegando en aguas tranquilas, aunque lo que sucede dentro del cuerpo es una tormenta de microajustes, activación muscular y enfoque mental.
Es una postura isométrica, lo que significa que el músculo trabaja sin cambiar de longitud. Esto genera una resistencia muy eficaz para la zona abdominal y el psoas, pero sin el impacto repetitivo de los abdominales clásicos. Además, como requiere concentración y equilibrio, ayuda a cortar el bucle mental del estrés y lleva la atención al momento presente.

En términos científicos, mantener la postura del barco durante varios ciclos de respiración estimula el nervio vago, clave en la regulación del sistema parasimpático, ese que nos invita a relajarnos, digerir y dormir mejor. Así, mientras esculpes tu abdomen, estás también dando un masaje invisible a tu sistema nervioso.
El gran valor de Navasana no está sólo en su capacidad para trabajar el core, sino en su enfoque holístico. No es un simple ejercicio de fuerza: es un reto de presencia y autocontrol. Si se practica con respiración consciente (inhalando y exhalando por la nariz, sin contener el aire ni tensar la mandíbula), se convierte en una herramienta para bajar los niveles de cortisol, la hormona del estrés que tantos estragos causa cuando se cronifica.

Cómo incorporar el yoga a tu rutina
No necesitas ser yogui ni haber pisado nunca un estudio para probar los beneficios de Navasana. Sólo sigue estos pasos:
- Siéntate en el suelo con las piernas estiradas y la espalda recta.
- Dobla las rodillas, eleva los pies y mantén las espinillas paralelas al suelo (puedes dejar las manos detrás de los muslos al principio).
- Si te sientes fuerte, estira los brazos hacia delante y, más adelante, también las piernas en ángulo recto.
- Mantén la postura durante 30 segundos a un minuto, respirando de forma lenta y controlada.
- Repite tres veces, descansando entre repeticiones.

Puedes practicarla sola o integrarla dentro de una secuencia de yoga más amplia, como parte de un vinyasa flow. Lo importante es no forzar y avanzar a tu ritmo.
En un momento en el que los entrenamientos se miden por calorías quemadas y sudor derramado, Navasana nos recuerda que hay otra forma de fortalecerse: desde dentro, en silencio, con constancia. Sus efectos no se limitan a lo estético —aunque los resultados en la zona abdominal suelen ser notables—, sino que también se sienten en la digestión, el sueño, la postura y la manera de responder ante el estrés cotidiano.
