Cuando los iconos cumplen edad son como el buen vino, que cuanto más años tienen, mejor. Este es el caso de la icónica casa británica de relojería de alta gama Rolex, cuyos comienzos están intrínsecos en la historia del espíritu pionero y visionario de Hans Wilsdorf, su fundador. En 1905, a los 24 años, Hans Wilsdorf fundó, en Londres, una compañía especializada en distribución de relojes. Este joven empezó a soñar con un reloj para llevar en la muñeca, ya que no encontraba nada de su gusto y quería que su calidad fuese excepcional. Por aquel entonces, los relojes de pulsera no eran del todo necesarios, pero Wilsdorf tuvo el presentimiento de que podrían llegar a ser elegantes. Para convencer a la gente de la fiabilidad de sus revolucionarios relojes, decidió equiparlos con un movimiento pequeño de gran precisión y viajó hasta la cuna de las pequeñas maquinarias de lujo, Suiza, para obtener el elemento de sus sueños fabricado por un taller relojero en Bienne. Con los años, su vinculación a los deportes de motor ha sido frecuente y, sobre todo, al de las carreras, creando diseños para la más antigua e icónica, las 24 horas de Le Mans. En esta ocasión, se ha creado una de las mejores piezas hasta la fecha, lanzada por sorpresa, el Rolex Oyster Perpetual Cosmograph Daytona.
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Este año se celebró el centenario de la carrera de resistencia más antigua e icónica del mundo, las 24 Horas de Le Mans, a la cual Rolex ha apoyado durante 22 años, siendo el reloj oficial de la competición. En esta ocasión, por un lado, se ha creado un modelo especial, obsequio para los ganadores de la misma, aunque la historia no queda ahí. La casa británica ha decidido dar vida una de sus mejores piezas, en honor al actor Paul Newman y a esta clásica competición.
Lo podemos calificar como uno de los modelos clásicos, puesto que su creación fue en 1963. El Cosmograph Daytona fue diseñado para satisfacer las necesidades de los pilotos de carreras profesionales. Está equipado con un bisel taquimétrico y un movimiento mecánico de alto rendimiento desarrollado, de forma íntegra, y fabricado por Rolex. Este cronógrafo, ahora legendario, es el instrumento elegido para medir intervalos de tiempo y determinar velocidades promedio de la competición.
Se trata de una pieza elaborada en oro blanco de 18 quilates, que luce un bisel Cerachrom en cerámica negra y en la escala taquimétrica. Se muestra el número ‘100’, en cerámica roja, evocando el centenario de la legendaria carrera, y sobre la esfera negra brillante destacan los contadores de un blanco intenso cuyo diseño gráfico está inspirado en una esfera Rolex tradicional. La caja está equipada con un fondo transparente y un brazalete Oyster, que resalta una elegancia a la vista.
Este Cosmograph Daytona cuenta con un movimiento que es muy exclusivo, el calibre 4132, permitiendo contar las horas de la función de cronógrafo en veinticuatro horas, otro guiño a la reconocida carrera, en lugar de las doce habituales del modelo. Este movimiento incorpora el escape Chronergy, amortiguadores Paraflex y puentes decorados con Rolex Côtes de Genève. La masa oscilante tallada en oro amarillo de 18 quilates cuenta con una equipación que posee un cojinete de bolas optimizado. Como todos los relojes Rolex, esta versión especial del Oyster Perpetual Cosmograph Daytona lleva la certificación Superlative Chronometer, que garantiza un excelente rendimiento en la muñeca.
A través de su nombre y sus funciones, el Cosmograph Daytona está vinculado, por y para siempre, al mundo del deporte del motor y, 60 años después de su lanzamiento, sigue ostentando un estatus sin precedentes sobre los cronógrafos deportivos. Su aspecto, a simple vista, es el de un Rolex normal, pero solo los fanáticos de la marca podrán reconocer que es igual a la versión original del actor, el cual se subasta en este mes de junio.