Caleidoscópica y misteriosa, así es el ópalo, una de las gemas más enigmáticas utilizadas en joyería. El color es una de las propiedades más importantes de la piedra pues determina su calidad y valor. Su fluorescencia provoca un juego de colores que es único, por lo que no existen dos piedras iguales en el mundo. Además de su etérea belleza, se cree que también tiene propiedades que potencian la creatividad y es por ello que es conocida como ‘la piedra de los artistas’. Descubrimos algunas de las piezas de ópalo más hermosas de la alta joyería creadas en los últimos años.
- Consejos sobre cómo cuidar tu anillo de diamantes
- Cartier convierte su icónico Baignoire en pulsera y lo embellece con diamantes
Responsables de la marca David Morris señalan que «la joyería de ópalo ha ganado popularidad entre las mujeres que desean algo diferente y valoran la individualidad y el color caleidoscópico de la piedra preciosa».
La marca nos explica que los ópalos negros son los más raros de todos y los más valorados. «Los innumerables colores del arcoiris del ópalo negro son más visibles y vibrantes que en un ópalo de color más claro, lo que aumenta su atractivo y valor».
Los ópalos negros encontrados en Lightning Eidge en Nueva Gales del Sur, Australia, son los más raros y venerados.
Cartier siempre ha utilizado esta enigmática piedra en sus broches de alta joyería, así como en alguno de sus relojes ocultos.
Tipos de ópalo
Van Cleef & Arpels, por su parte, nos cuenta que «existen distintos tipos de ópalo, clasificados según su color dominante». Así pues, mientras que el ópalo negro destaca por su iridiscencia y juego de colores, «los ópalos de fuego, únicos por sus cálidos tonos que van desde el amarillo al rojo, fueron muy apreciados en la civilización maya y azteca».
Aunque el ópalo negro es el más apreciado, el blanco también es muy utilizado en alta joyería.
Cuenta la leyenda…
Al igual que el diamante Hope, el ópalo también se la considera una gema maldita. Cuenta la leyenda que el Rey Alfonso XII se enamoró de una condesa con la que estuvo viéndose hasta casarse con María Mercedes. La condesa envió como regalo de bodas un ópalo engarzado en un anillo y María Mercedes falleció a los seis meses. La joya pasó a María Cristina de Borbón-Nápoles y dos meses después murió en extrañas circunstancias.
El anillo siguió dando vueltas por la corte causando otras muertes hasta que María Cristina de Hasburgo decidió transformar la joya en un colgante y lo donó a la Virgen de Nuestra Señora de la Almudena.